JM AIZPURUA
Primero falló el
Imperio, y luego falló la Nación, la Castilla españolista debe cambiar el chip
y plegarse a la Plurinacionalidad estatal en la que ella es una gran nación,
pero culpable de los errores históricos genocidas, que degradaron las
diferentes naciones peninsulares, canarias y de ultramar.
Y los castellanos
no son los culpables, sino los más perjudicados que la casta utilizó contra los
demás para apoderase de los botines que nunca beneficiaron a su pueblo. Grandes
ricos, pero muchos más; grandes pobres castellanos.
Ese Madrid
sanguijuela, pozo sin fondo del españolismo, envidioso de la clase burguesa catalana
y su europeísmo, con Aznar, Agirre y Ayuso ha dado al fin con su mensaje
insolidario para quien no sea de los suyos; pobres y periféricos.
Fallan las bases
para un Estado sinérgico, con esa jauría ambiciosa que se instaló en Madrid
desde tiempos inmemoriales y donde se cobijan los bandidos periféricos y en el
presente los mafiosos internacionales. Madrid, fundada por el emir Mohamed,
ellos, tan españolísimos. Allí terminó de dilapidarse el oro colonial, con
algunas migajas en Sevilla.
El sentido último
de la estatalidad se construye sobre la base de la sinergia, no desde la vara
del señorito. La percepción popular de Madrid es la de la gran explotadora, la
cueva donde habitan todos los chupones y corruptos del Sistema. Y quizás es
verdad.
Inventaron el
sucursalismo, por el que, fuera de Madrid, no hay lugar de decisión ni líder
con sentido, y si lo hay, se elimina o se incorpora a la red madrileña de
mamandurrias. Esta concepción piramidal con Madrid como vértice de progreso
partidista, es el mal por el que personas con nobleza “provincial”se convierten
en represores de sus pueblos por un sucursalismo mal entendido.
Que le importa al
obrero vasco el Concierto Económico o al obrero madrileño en Dumping Fiscal
madrileño, y al precario ni les cuento. Segmentados en barrios, ricos muy ricos
y pobres muy pobres, no conviven, tan solo se computan de vecinos en
estadísticas municipales. Falla la solidaridad, la igualdad de derechos, la
esperanza de vida, y la ilusión por haber nacido a la sombra del siglo XXI.
El Estado está
fallido, en quiebra técnica, debe mas de su PIB, y el que tiene sus papeles de
la deuda es el verdadero amo de este Estado que se pretendió Imperio y que lo
pusieron en su sitio los EE. UU., pero su soberbia de casta no le permitió
ocuparlo y erró en su apuesta por el fascismo en la II Guerra Mundial, de lo
que aún no se ha recuperado.
Fallolandia, todo
le falla al proyecto medio facha con Madrid a la cabeza. Barcelona tiene playa
y Olimpiadas, y Madrid no, aunque toma café con leche en la Plaza mayor. Hay
cosas que no se olvidan.
Y 2020 nos obliga a
acertar, bajo pena de caer por el desagüe de la Historia. Y no es difícil: con
hacer lo contrario de lo que se hizo, el éxito está asegurado.
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