JM AIZPURUA
Confinamiento,
coronavirus, mascarilla, triaje, franja, inmovilidad, ¡vaya mierda de palabras!
yo no las quiero usar, ni verlas, prefiero estas últimas que aprendí en la
calle; guagua, garbanza, totufo, astrocito (esta me la chivo Agustín), tolete,
y todas las que Pepe tiene en su laboratorio de la palabra en San Andrés y
Londres. Pero estas bombardeadas desde la TV: no quiero volver a oírlas y no
pienso usarlas.
El poder de la
palabra es el milagro que hace que aquello que se dice; existe. Y vivimos en el
Sistema 78 con sequía de nuevas palabras que traigan esperanza. Nos hemos
quedado en una cochinera revolcándonos en palabras negativas del tipo crisis y
similares, que lo que nos dicen es que nos despedirán, que los precios básicos
subirán, que las pensiones y los sueldos bajarán, que vivimos por encima de
nuestras posibilidades ¿cómo se hace? no es mala idea, pero luego te pasan por
Hacienda y te crujen.
Yo les confieso que
no uso demasiadas, prefiero hacer pensar con la idea y no con su vehículo: la
palabra. Los vascos somos cortos en palabras y largos en hechos, según decía
Cervantes, y algo de eso hay hoy. Tener que advertir que el fascismo resurge,
es mi único motivo de escritura, y tengo abandonadas dos o tres novelas y
alguna es divertida, pero el momento histórico me obliga a relatar lo que viví
para aviso de navegantes. Si el virus les dio miedo; el fascismo les debe dar
mucho más.
El fascismo es cosa
de blancos, por lo que siempre va montado en racismo y si tienes algo de
dinero; ya eres candidato perfecto. La ignorancia y la conveniencia son los
justificantes de posturas inhumanas, excluyentes, dañinas para el pobre y
negro, para beneficio propio.
¡Qué asco de
fascismo! Ya nos contaron que todos los Humanos venimos de semi monos
africanos, que lo inteligente es la solidaridad y no la competencia, que el
capitalismo hace mas ricos a los ricos y más pobres a los pobres, que la vida
es muy breve y que más allá de los 70 no merece la pena, ¿a qué bien en 2020 revivir
el fascismo?
Seguramente la
ambición de los necios les hace preferir el fascismo a la democracia porque ven
en ello mayor facilidad para el engaño, el privilegio, la unificación, la
dictadura. Nunca les gustaron los colores y el gris es su proyecto, apagado,
triste, sin destellos. La realidad les golpea con tesón: la diversidad les
abruma; hay altos y bajos, negros y blancos, gay y heteros, pijos y progres,
poligoneros y de chalé, hombres y mujeres, civiles y militares, y para todos
ellos sale el sol por la mañana. ¡No nos vengan con normativas unitarias de
fascismo!
Este siglo XXI merece de ser vivido a la luz
del consenso sin abusos de posición, y menos la histórica que se basó en el
robo simple del que no se pudo defender. La opresión debe cesar y el fascismo
ser eliminado de las teorías políticas respetables. El Holocausto nazi es su
obra cumbre y hay que ser malnacido para justificarlo. El Caudillo manita en
alto y sus secuaces ya cayeron por la cloaca de la Historia y sus recuerdos
tienen muy mal olor.
No demos a la
infancia más basura; no hay Reyes Magos, ni Ratoncitos Pérez, pero si hay
democracia, igualdad y solidaridad, y estos son valores firmes que vacunan
contra el fascismo. El siglo XXI debe ser la refundación de la sociedad sobre valores
eternos de los DDHH; demos a los niños del Estado la posibilidad de entrar en
él, sin rémoras y prejuicios españolistas fachas. Fuera Colon y su sociedad
colonial esclavista, fuera su memoria, fueran monarquías falsas y nobles de
pacotilla, fuera explotación y fuera discriminación, fuera la historia-fake, la
del señorito que tuvo siervos, esclavos u obreros. Un Mudo libre está para ser
disfrutado por todos en el camino del reconocimiento al mérito, al trabajo, y a
la entrega por el prójimo. Y en él tendrán cabida los fascistas si deciden
aceptar la realidad.
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