JM AIZPURUA
Sentado en nuestro
banco, veo llegar a un desconocido anciano emboscado con su mascarilla de a un
euro y que se sienta en el otro extremo del banco. Agita su mano y me saluda,
pero sigo sin saber quién es, pues su voz se enreda en su bozal y mi oído hace
tiempo que dejó de ser efectivo. Total, que solo con los movimientos de las
manos mantenemos algo de comunicación y suponemos las sonrisas. Ya, nada es igual.
Quisiera decirle
que creo que han sido 30 mil ancianos como nosotros los que murieron por el
coronavirus, mientras miles de ciudadanos hacían monerías en los balcones,
indiferentes a su sufrimiento, aislados, solos y ahogándose, hasta que la
muerte los liberaba y eran incluso apilados en féretros dentro de pistas de
patinaje en espera de su clandestino enterramiento. Este increíble drama ha
sido eliminado de nuestra vivencia por la plana mayor del Gran Hermano Hispano
que dirige la comunicación de medios que se volcó en exhibir en las TV las monerías
de balcón y los jefes de las FYCDSDE con sus uniformes más elegantes y con
chapas brillantes, aunque a alguno lo cesaron después pues los mensajes de las
multas que ponían no eran suficientemente justificados y la audiencia media, se
partían de risa con el dinosaurio callejeando.
Mientras, el Pacto
de Toledo se frotaba las manos: 30 mil pensiones y pagas dobles menos para
junio.
Y Simón haciendo
diariamente su show a la altura de los mejores showman del momento y entrando
en la memoria eterna del trimestre más horrible de lo que va de siglo. Es el
gran icono de la pandemia. Ya entra en el olimpo de La Esteban y su vida queda
resuelta para siempre en el universo del Gran Hermano Hispano.
¿Nadie piensa en
este país?
Porque un virus ha
puesto patas arriba toda la parafernalia del Sistema78.
¿De que nos vale
todo ese orfeón de ministro/as y ese Sistema78, si nos encerraron en casa como
en el medioevo para parar la peste? Llegamos a la luna, pero nos mete en casa
un pequeño bicho. Algo va mal.
Y este bicho no
tiene la culpa de la crisis del automóvil, de la saturación del turismo de
masas, del “vicio” de la juventud por la compra-on-line que cuestiona los
grandes almacenes. Había antes del bicho una crisis encubierta, que ahora
aflorará, pero que nada tiene que ver. Nos cogerá con las defensas bajas y se
colarán Nissan y Alcoa, que nada tienen que ver con el bicho.
Quien sí tiene que
ver con él, es el tema de la Sanidad Pública o Privada.
El bicho nos ha demostrado
que sanidad solo puede haber una, pública y potente, capaz de enfrentarse a
virus o bacterias con todo el potencial de recursos médicos para proteger a la
población. El colocar el beneficio privado en la sanidad, como motor de
gestión, es ceder a la ambición desmedida de la casta en su proyecto de
apoderarse de todos los recursos del Sistema, pero la salud; no es una pieza de
cambio.
Otra vez avanza el
señorito con la vara, pero hay que pararlo o nos llevará por delante el
siguiente bicho. El Poder pretende pasar página, pero esta página no se puede
pasar así; los viejos con memoria no debemos permitirlo.
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