ANN.....15(CONTINUARÁ)
DUNIA SANCHEZ
15
Donde los sueños
emergen en la oscuridad, estoy en mi habitación. Observo mi cama y ahí está
ella y ahí está el. Una muerte temprana se la llevo. Su rostros es hermoso, con
la luz azul de la ida. Parece relajada, tranquila. Intento acercarme y una
fuerza extraña me impide el paso. No, no hay miedo. Es su alma que ha
regresado, pienso, de tanto y tanto
evocarla. Madre, digo. Te fuiste cuando las luces de un otoño caminaba por una
ciudad gastada, cansada a igual que tu. Te fuiste cuando la lluvia era presura
frente a las hojas muertas en las aceras. Ahora, estás aquí, te veo bien. Igual
que aquel último día cuando llegamos a la casa y tu cuerpo tendido en el suelo
con los ojos cerrados. Sí, con los ojos
cerrados. No quisiste da una impresión atemorizante si no más bien serena. El
también, padre. A él no lo vimos en su fallecimiento. Pero ahora comprendo,
estáis juntos donde los astros manejan los hilos de este mundo.
Pero, madre que
bien te veo. Escucho una canción, el manojo de rosas, que tanto a ti y a padre
le gustaban. Miro como vuestros cuerpos se levantan, es una sensación anómala,
extraña la que siento. De repente un frío vertiginoso pasa por mi garganta para
luego veros juntos, en un submundo sibilino de los muertos ¡Ah¡ por cualquiera
de las esquinas que anduviéramos las hogueras eran fuente de alegría , de
saltos en danzas enhebrando la cordialidad. Llegábamos a la playa y dejábamos
lo que habíamos traídas, allí, muchos amigos de padre y madre y nuestros
también. Montábamos el chiringuito y todos en ese antesala de la festividad a
comer a espera de la medianoche. Hogueras con siluetas animadas desplazándose a
razón de la brisa. Hogueras donde todos los trastos iban cayendo. Alguna que
otra lanzaba una frase o una oración cual significado no llegaba a mis oídos ,
como si fuera un exorcismo de toda negatividad, de todo mal. Yo preguntaba a
madre y ella siempre decía estarán canturreando. Ahí, frente a mi dos cuerpos
transparentes de energía azul, me miran, sonríen, se acercan y sus brazos se
alargan hasta posarlo en mi hombro. No, no hay temor, solo una dulce calidez
ante lo gélido. La pardela acecha, picotea ahora la ventana de mi habitación.
Está ahí, pasiva, mirando en su toc-toc…CONTINUARÁ
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