JM AIZPURUA
El profesor de
dibujo de la Escuela Superior de Minas de París, Jacques-Gérard Milbert, nos
visitó en noviembre de 1800, y dijo:
“El extranjero que ve por primera vez la
población de Santa Cruz y de sus alrededores, experimenta tanto asombro como
asco. No sabe que le debe afligir más, si el cuadro de la degradación de la
especie humana o el descuido verdaderamente culpable del gobierno.”
Nos lo cuenta El
Día en un artículo que deberían leer.
Y sorprende y apena
que un ilustre parisino tenga tan mala impresión de nuestra capital.
Su criterio
culpabiliza al gobierno, ¿Cuál, el isleño o el peninsular, o los dos? Pues no
lo dice porque quizás, como hoy, es difícil señalar culpables pues el reo
siempre es el mismo: la nefasta colonización. Cierto que mantenida por los
apellidos de siempre.
Hoy Tenerife tiene
una imagen entre los europeos, superior a Canarias, pero los turistas que
visitan “la capital” se desinflan como el parisino y mucho más los cruceristas,
que ven lo que ven. Pero hoy como ayer, los pesebristas del Sistema, alaban la
primacía mundial del turismo canario, que yo les aseguro que no lo es. Salvo el
clima invernal, no hay en Tenerife capital nada que sea extraordinario para un
turista.
Un senderista en
Anaga goza de privilegios, pero estos no suelen ser los turistas medios, que se
concentran alrededor del charco a fotografiar los gigantes con espadas. ¿Y
después? Pues se van al sur. Y lo peor es que el residente capitaleño: hace lo
mismo.
El puto
Coronavirus19 ha obligado a barajar de nuevo y no sabemos que cartas nos
tocarán en el nuevo turismo, pero, seamos conscientes que en Santa Cruz no se
ha hecho nada para el turista ni para el residente. Hasta que Patricia cambió
los contenedores, bajaba a tirar la basura armado contra las ratas.
En Madrid, la
metrópoli, nada ajeno a ellos les importa, y vean y comparen los planes de
desarrollo de su capital y la nuestra. Debieran ser a la inversa pues nuestros
déficits, históricos, nos hacen acreedores a una puesta al día internacional
para recibir al turismo y lo que es más importante; para que los ciudadanos
disfruten de un urbanismo acorde al entorno privilegiado.
Están jugando con
fuego y sepan la desilusión de conocidos míos que entraron a la capital en
cruceros y sus fotos reflejaban maquinismo y no el paraíso que ellos
imaginaban. La estación de cruceros, simple galpón, no tiene la categoría de “líder
de turismo” y las hay muy superiores en países tercermundistas. Y mientras, el
periódico da la noticia que se ha puesto un toldo en la plaza Anaga que da
sombra de noche. El viajero acostumbrado a otros, se asombra de la mediocridad
de los aeropuertos tinerfeños.
Algo más se
necesita en Santa Cruz, en Tenerife, en Canarias toda. Recuperar el sentido
propio, huir de la mercantilización del suelo dirigido por Benidormistas de
tres al cuarto, y tener conciencia que está mejor el paisaje sin la mano del
hombre, salvo que este sea un genio como Manrique que era capaz de mejorarlo.
Pero con la tropa
institucional y sus oráculos medianeros, pocas esperanzas nos quedan.
Y mal colonizados
como estamos, pocas ilusiones caben. La labor anti-C19 en Tenerife fue
extraordinaria, cerrando un hotel con turistas. Imagino las presiones. Pero el
pago ha sido que los alemanes de prueba; vayan a Baleares.
Nosotros siempre
una menos. ¿No será que ellos tienen una más?
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