ANN....13(CONTINUARÁ)
DUNIA SANCHEZ
13
Y que es del casero
madre. Una escena se introduce en mi memoria a través del tiempo. No, nos
dejaba que nos acercáramos a él. Ella decía, no es buena persona únicamente,
solo su trato es con mayores. Y tu Ann, no lo mires, no te aproximes. Si lo ves
por la calle como si no lo conocieras. Tenía mala fama ese hombre. Cojo el
paquete y lo abro ahora. La impresión son lágrimas de alegría que se escurren
por mi rostro. Un sofoco de emoción tilda mi entereza y las abrazo contra mi
pecho. Son cartas, las cartas que mi madre escribió cuando nos vio deslizar
bajo los cielos de la libertad, de tratar la vida cara a cara sin sus palabras,
sin sus conversaciones. Elijo una y ahí está la verdad, la casualidad, el
camino que ella tomó para que todo no más que fuera un mal sueño. Me fijo en su
letra. Pero madre, no fue un mal sueño. Siento su ida, su muerte prematura,
para mí. Y no es que lo idolatre pero su carisma…Leo no sé porqué una de las
cartas, una hoja amarillenta donde la tinta negra para querer desaparece y no se
va, quiere quedarse…quedarse conmigo.
Ahí está ese hombre, el casero, lo nombra
como una persona asquerosa, rebozada de suciedad en sus ojos oscuros. Por ello
te decía Ann que no te acercarás a él, era un sustancia mala, un colmillo
apresando a la infancia. Tenía fama y es lo correcto, de gustarle las niñas.
Las niñas como tu , Ann. Tan inocente, tan natural, tan ingenua. No sabías
hasta qué extremo ese hombre, si puede llamársele hombre había desgraciado a
otras familias, por su desdobles, por su mano de cuchillos asesinos asestando
con criaturas en su infancia. En aquella época no más que deseaba escupir en su
mirada maliciosa, en sus manos aberrantes. Ay hija mía, si nuestra condición
hubiera sido otra. No callaría, lo hubiera matado. Sí, matar, con esas tijeras
que en las madrugadas elaboraba mi trabajo. Sí, matar. No te comento más sobre
este tema doloroso, en el que tuve que usar mis artimañas para persuadir de que
te tocara, de que te mirara….de que tocara. Como comprenderás ahora que tienes
estas cartas en mano el sufrimiento y la pena brotaban cada amanecer hasta que
ustedes, mis hijos se fueran acostar, hasta que ustedes supieran danzar con el
viento. Qué me dices que no pueda saber madre, me digo en estos instantes. Mi
cuerpo cimbra cuando palpo su letra, parece estar presiente ¡Uhmm¡ ese olor de
su persona. Y ¡chas¡ una puerta de la casa se ha cerrado bruscamente,
permanezco inmóvil, intacta en el tiempo. Me levanto del sillón y dejo las
cartas sobra la mesilla. Voy de nuevo a la ventana, a esa ventana donde la
pardela picoteaba…CONTINUARÁ
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