sábado, 21 de septiembre de 2019

LA TRAGEDIA DEL WORLD TRADE CENTER.


LA TRAGEDIA DEL WORLD 
TRADE CENTER.
ANASTASIO CABRERA SANTOS
En la mañana del 11 de Septiembre del año 2001, salí temprano de donde vivía en New Jersey y me dirigí a una estación de correos distante unas pocas cuadras de mi vivienda para adquirir sellos de cartas. De regreso, siendo aproximadamente las 9 de la mañana, me encuentro en la calle con una vecina que me dice que había un incendio con mucho humo en una de las torres del World Trade Center (WTC) en Nueva York porque un avión había chocado con una de las torres. Mi primer pensamiento fue que aunque no era probable tampoco era imposible que un avión pequeño, de los muchos dedicados al turismo que sobrevolaban Nueva York, se hubiera estrellado contra una de las torres por error de pilotaje o problemas mecánicos. Mi vecina tambien me dijo que se podía observar una gran humareda desde nuestro edificio si se miraba desde una ventana de los pisos superiores. Mi apartamento lo permitía y pude observar una gigantesca columna de humo distante a unos 5 Km al otro lado del rio Hudson. Me resulto raro que la gran humareda que observe hubiera sido ocasionada por un avión turístico pequeño.

Guillermo, mi hijo menor e Ileana, mi esposa estaban preparándose para el desayuno. Camilo, mi hijo mayor se había marchado antes para asistir a su trabajo como médico residente en el Jersey City Medical Center. Todos nos fuimos a una ventana y desde allí observamos la humareda que después se supo que procedía en la torre norte del WTC. Por la televisión ya empezaban a fluir las informaciones y ya se sabia que había sido un avión grande de pasajeros lo que había impactado. A Guillermo se le ocurrió que debíamos ir en automóvil hasta Exchange Place, un distrito del centro de Jersey City, no lejano de nosotros, enclavado en una ribera del Hudson para observar de cerca la situación y allí fuimos. Exchange Place está en la orilla sur del Hudson, a poco mas de 1000 metros de la otra orilla de Nueva York, al sur de Manhattan donde se encontraban enclavadas las torres del WTC. Ninguna vista del WTC, desde Manhattan o Brooklyn superaba a la que se ofrecía en Exchange Place. Por cierto, quien hubiera visitado Exchange Place de noche habría observado las torres gigantescas de 110 pisos de altura, casi al alcance de las manos, profusamente iluminadas con luces que se reflejaban en el rio; ese espectáculo atraía cada noche a multitud de espectadores y nosotros también lo habíamos disfrutado en varias ocasiones. Otro atractivo turístico de los alrededores de Exchange Place es el “Katyń Memorial”, primer monumento en su clase en honor a la masacre de Katin, un bosque de Polonia, perpetrada por el ejército soviético, ordenada por Beria en épocas de Stalin, donde fueron ejecutados miles de militares polacos a partir de la invasión soviética de Polonia.
Desde la estación de trenes de Exchange Place se llegaba en minutos a Nueva York en un tren que transitaba por un túnel debajo del rio; su próxima estación, estaba en un subsotano del WTC, pero esa ruta fue clausurada el mismo 11 de Septiembre por el derrumbe de las torres que destruyó la estacion. A partir de las 9 de la mañana ya se daban las noticias de que un avión de pasajeros de una línea regular se había estrellado en la torre norte. No mucho después se produjo un segundo estrellamiento, esta vez en la torre sur del WTC por otro avion.

Le comenté a Guillermo que no debíamos demorarnos mucho puesto que probablemente toda el área cercana a la ribera del Hudson estaría invadida por muchos carros de patrulla de la policía. Y asi fue. Llegamos a Exchange Place, y debido a la imposibilidad de encontrar un puesto de estacionamiento me quede en el automóvil mientras Guillermo se acercaba a pie  a la orilla del rio, cámara en mano. De regreso me informa que era imposible distinguir los edificios del WTC pues todo estaba envuelto en humo. Entonces se nos ocurrió ir al hospital de Camilo, situado en un promontorio de Jersey City, no lejos de Exchange Place para observar mejor. Nos enfilamos por la calle Montgomery y en el camino, Guillermo me dice que a través del espejo retrovisor del automóvil ya no se distinguía la silueta de las torres; a eso yo le respondí que lo que él creía ver era absurdo pues las torres no podían desaparecer, eran indestructibles; que el origen del humo proveniente de los pisos superiores invadía y ocultaba todo, que la mayoría de los pisos del edificio sobrevivirían y que todo sería resuelto por los bomberos. En realidad el humo y el polvo envolvieron Manhattan durante varios días. Llegamos al Jersey City Medical Center y en un promontorio a un lado del hospital se había congregado muchísimo personal observando lo que ocurría. Cuando nos sumamos a los observadores nos enteramos que también otro avión se había estrellado, esta vez con la torre sur y que ambas torres ya se habían derrumbado, simultáneamente; todo esto ocurría alrededor de las 10 y media de la mañana. Eso era inconcebible y doloroso.
Entramos al hospital y ya se comentaba lo que probablemente iba a suceder en las próximas horas. El Jersey City Medical Center y otro hospital de la zona, el Palisades Medical Center, ambos cercanos al Hudson, se habían declarado en estado de emergencia. La razón era que las tareas de rescate organizadas en Manhattan, densamente poblada, estarian muy obstaculizadas por la gigantesca movilización del vecindario, la actividad de los bomberos, la policía y el humo que inundaba esa parte de la ciudad; se proponia una ruta mucho más expedita, la fluvial a través del Hudson ya que el WTC se encontraba a corta distancia del rio. Y como el hospital Jersey City, de mucha capacidad, y el Palisades estaban muy cerca del Hudson se convertían en lugares ideales para absorber las emergencias transportadas por via acuatica. También se comentaba que los cadáveres de las numerosas  muertes previsibles, serían también transportados a través del rio y ubicados en el enorme y aledaño parque, el  Liberty State Park de Jersey City. A las 11 AM, Rudolf Giuliani, alcalde de Nueva York ordeno la evacuación del Bajo Manhattan
En el hospital me encontré al Dr. Alan Greenberg, director del programa de Medicina Interna a quien había conocido tiempo atrás. Yo me ofrecí a unirme al personal médico del hospital como voluntario para cooperar con la atención de los necesitados y el accedió. El Dr. Greenberg sabía que yo era un médico extranjero pero sin la licencia americana. Yo decidí regresar a Bayonne para prepararme y regresar en las próximas horas que serían muy intensas; en Bayonne tome mi estetoscopio y regrese al hospital.
El Jersey City Medical Center ubicado entonces en la intersección de la Avenida Baldwin y la calle Montgomery de Jersey City, es un enorme y muy activo hospital con una larga tradición en la ciudad desde la época en que fungía como hospital de Caridad; actualmente su programa de Medicina Interna está afiliado al Hospital Monte Sinai de Nueva York. Allí me encontré médicos de todas las latitudes y entre ellos varios médicos cubanos que hacían sus residencias, mayormente Medicina Interna y entre ellos Camilo. El pronostico de recibir una avalancha de urgencias no se cumplió ya que Nueva York absorbió las emergencias locales y solo un grupo pequeño fue asistido en el Jersey City Medical Center. Tampoco los fallecidos fueron trasladados al Liberty State Park; en su inmensa mayoría quedarían atrapados por mucho tiempo dentro del amasijo de cabillas y concreto de las torres derrumbadas.                                                                                              Un caso anecdótico. En el hospital fue admitido un caso por severa dificultad respiratoria producto del humo y polvo aspirados en su escapada de WTC. Cuando el paciente mejoro medicamente un enjambre de médicos y enfermeras lo rodeaban para oir la historia que contaba. El relato que en el WTC se encontraba en un piso inferior, cuando sintió el estremecimiento del edificio; nadie sabía que había ocurrido pero la alarma cundió por todas partes a pesar de que se anunciaba por altavoces que todos mantuvieran la calma, que no se movieran del lugar y que esperaran por una ayuda que se avecinaba. A pesar de ello todos comenzaron a buscar un escape de una catástrofe que maliciaban iba a ocurrir, bajando despavoridos por escaleras ya que los elevadores ya no funcionaban. Es de suponer que la situación local era de pánico. Bajar por las escaleras se convirtió en una odisea pues desde pisos superiores bajaba una avalancha de gente despavorida contra la cual había que competir y a eso se sumaba una multitud de bomberos que subían; el numero de bomberos rescatista que murieron en el desastre fue de 343. El paciente logro llegar hasta la calle en medio humo y polvo que hacían la respiración casi imposible y desde allí consiguió que se le trasladara hasta un centro hospitalario y recibir tratamiento.

La tragedia de ese dia es de amplio conocimiento en todo el mundo pero en aquellos momentos para los que vivíamos allí, eso era casi inconcebible. Ya se hacía claro que la catástrofe ocurrida era el resultado de un ataque terrorista. Poco después se supo que era una obra de Al-Qaeda y que los perpetradores pertenecían a grupos terroristas árabes pero aun no sonaba Osama Bin Laden como el máximo cerebro planificador. 
El relato del ataque terrorista, sus medios y los ejecutores ha sido publicad ampliamente en todo el mundo. Solo con fines de recordatorio aquí se hace una síntesis de ello. Los aviones involucrados en el siniestro fueron dos Boeing 767 que habían partido del aeropuerto Logan en Boston en vuelo hasta Los Ángeles en California.                                                                                                                           La torre norte fue impactada por un avión de la American Airlines, vuelo   # 11, que se estrelló contra la fachada norte del edificio entre los pisos 93 y 99,  a la velocidad de impacto de 710 Km/h. Este vuelo fue comandado por Mohamed Atta, ingeniero egipcio que realizo estudios de postgrado en Hamburgo. Durante su estancia en Alemania viajo a Afganistan donde tuvo entrenamiento en terrorismo. Este sujeto tomo cursos de pilotaje en La Florida. Se piensa que Atta fue el cerebro pensante inmediato detrás de los ataques del 11 de Septiembre.
La torre sur fue impactada por un avión de United Airlines, vuelo 175  a 870 Km/h,  por la fachada sur, entre los pisos 77 y 85. El control de pilotaje de ese vuelo fue asumido por Marwan al-Shehhi quien era hijo de un clérigo musulman; había sido un estudiante de los Emiratos Árabes Unidos que se trasladó a Alemania en 1996 donde conocio a  y pronto establecio amistad con Mohamed Atta, Ziad Jarrah y Ramzi bin al-Shibh, formando la llamada “célula de Hamburgo”.  La CIA tuvo informes de la Mossad de los planes terroristas de Marwan desde meses antes de los hechos por la Mossad.
El vuelo 77 de American Airlines del 11 de Septiembre  fue secuestrado en el Aerouerto Internacional John Foster Dulles de Washington, DC  y estrellado contra un ala del Pentagono. Cinco terroristas que comandaron esta nave habían pasado el chequeo de armas del aeropuerto. A tres de ellos Nawaf al-Hazmi, Khalid al-Mihdhar, y Majed Moqed no se le encuentran armas y los otros logran pasar cuchillos escondidos en el equipaje de cabina. Hazmi, Mihdhar y Moqed procedían de Arabia Saudita; los dos primeros habían sido escogidos por Osama bin Laden para el ataque terrorista en los Estados Unidos y habían entrado en EEUU con visas de turista.  Hazmi habia entrenado en un campo de instrucción de al-Qaeda y luego había viajado a Malasia para asistir a una conferencia organizada por esa banda. En abril del 2000, Hazmi tomö una lección introductoria de vuelo en el National Air College en San Diego, California. Mihdhar y Hazmi tomaron lecciones de vuelo en mayo del 2000 en el  Sorbi Flying Club también de San Diego.
El vuelo 93 de United Airlines el 11 de Septiembre  fue secuestrado en el aeropuerto de Newark, muy cerca de nuestro domicilio. Pero los pasajeross de este vuelo se rebelaron contra los secuestradores y el avión terminó estrellándose en una pequeña población de Pensilvania sin cumplir su objetivo gracias a la valentía de los viajeros.
Mi suegro, Aurelio Montero, un gallego de casi 90 años, con bastante claridad mental se mantenía al tanto de lo que transmitían los canales de televisión disponibles entonces. La mayoría de los canales que recibíamos anteriormente eran retrasmitidos por una antena que ceso de funcionar pues estaba instalada en una de las torres colapsadas del WTC. Montero expresaba que todo el desastre había sido causado por “los moros”.
La noche de Septiembre 11 recibī una llamada telefónica de mi primo Zenaido Hernández desde Canarias preguntándome los detalles que conocíamos, entonces me propuso a una entrevista telefónica con un grupo de prensa de Tenerife que tuvo lugar esa madrugada.
Los análisis técnicos que aparecieron posteriormente expresaban que el impacto mecánico de los aviones contra la estructura de las torres no fue la  responsable primaria del derrumbe; lo que produjo el colapso fue el calor desprendido por la ignición de la enorme masa de combustible de aviación derramado por los aviones. Cada avión libero dentro de cada torre más de 20,000 litros de combustible (jet fuel) que ardieron en pasillos y espacios de oficinas. El intenso calor liberado actuó sobre el acero de las estructuras de los pisos locales produciendo su reblandecimiento y fusión lo que ocasiono una drástica caída a la resistencia de esas estructuras haciendo que todo el peso del edificio por encima cayera, lo aplastara y esto prosiguiera sucesivamente hundiendo escachando los pisos inferiores; una especie de efecto domino. En el derrumbe de ambas torres murieron cerca de 3000 personas.
 En una comparecencia por televisión Fidel Castro expreso que el público norteamericano fue engañado por su gobierno al decir que el ataque al pentágono había sido realizado por un avión: “solo un proyectil pudo haber causado un hueco redondo geométricamente regular el que supuestamente fue ocasionado por un avión; nosotros, igual que el resto del planeta fuimos engañados”. Declaro además que la verdad sobre el ataque a las torres nunca se sabrá. En su alocución nunca menciono a Osama bin-Laden ni a los militantes de al-Qaeda como responsables de esos hechos. Estas declaraciones de Fidel Castro, iniciador del terrorismo y el secuestro de aviones, obviamente era una maniobra diversionista destinada, en primer lugar a proteger a sus amigos terroristas del mundo árabe, a atajar el enojo mundial por el terrorismo y de paso tildar de mentiroso al gobierno americano.
@Anastasio Cabrera Santos
Nota: Mi experiencia personal
@Autor de la novela Ruta de escape
El Vigía editora


1 comentario:

  1. conocía las grandes dotes como científico del Prof. Anastasio Cabrera pero desconocía su capacidad para narrar y analizar hechos como éste.
    FELICIDADES

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