REFLEJOS DE LA «TRATA DE
NEGROS» EN EL CINE
POR PEPE GUTIÉRREZ-ÁLVAREZ
El 23 de agosto se
“celebró” el Día Internacional del Recuerdo de la Trata de Esclavos y de su
Abolición, una fecha que ha pasado desapercibida sobre el acontecimiento
histórico más infame en la historia de la humanidad: la “trata de negros cuyas
consecuencia sigue pagando África, y de cuyos beneficios económicos seguimos
disfrutando en los países esclavistas, entre ellos nuestra Catalunya. El
aniversario fue orientado a subrayar las modernas formas de esclavitud que
existen actualmente en el planeta.
Según el último
informe de la Walk Free Foundation existen 40,3 millones de esclavos. El 71% de
estos son mujeres. 15,4 millones de mujeres sufren la esclavitud del matrimonio
forzoso y 24,9 millones de personas son trabajadores esclavos. El cine y sus
creadores han denunciado la esclavitud en muchas de sus obras y siguen
haciéndolo La trata de personas para la explotación sexual, los trabajos
forzados, el tráfico de órganos. Se mantiene la compra-venta de seres humanos,
una realidad que ha existido siempre aunque durante el siglo XIX y XX recibió
golpes muy fuertes. Esta “tradición” resulta perfectamente compatible hoy con
el sistema capitalista que impera en el mundo.
Decía Voltaire que
la historia de la Humanidad se podía resumir a la historia de sus crímenes, y
este es un buen ejemplo; superior incluso al judeocidio nazi, aunque sus
víctimas no han encontrado quienes hayan realizado denuncias a la altura de las
exigencias. El sistema esclavista recibió un buen golpe a finales del siglo XX
con la abolición del “apartheid” en Sudáfrica, lo que no quieta que las
diferencias sociales derivadas del sistema sigan vigentes todavía en Sudáfrica
y otro país. Que el régimen de “apartheid” haya seguido vigente en otros
rincones del mundo como es el caso notorio de Palestino, y lo está haciendo el
sionismo en Israel que goza de beneplácito de la primera potencia mundial; los
Estados Unidos. Hasta la campaña de los Derechos Civiles y las revueltas negras
de la segunda mitad de los años sesenta, en EEUU funcionaron sistemas no muy
diferentes al del “apartheid”. Lo podemos ver en el cine en películas tan
impresionantes como “Mudbound”, estos días estrenada en Netflix
La literatura
primero, el cine después, ha denunciado la esclavitud en muchas de sus obras
–unas más grandes que otras- y siguen haciéndolo. Recientemente, el británico
Steve McQueen, haciendo suyas también las palabras de Patricia Morrison, volvió
a mencionar los terrores del averno. “Mi sufrimiento solo se podía comparar con
las ardientes agonías del infierno”, dice Solomon Northup en12 años de
esclavitud, una película que narraba la historia real de este hombre, un hombre
libre de raza negra que vivía en el estado de Nueva York y que fue secuestrado
y vendido como esclavo. Oscar a la Mejor Película y Mejor Guion, además de
Mejor Actriz Secundaria, la película de McQueen era un relato de terror al que
no pudieron dar la espalda ni académica, ni críticos ni público.
Un año antes, en
2012, Quentin Tarantino había rodado su personal ucronía sobre la esclavitud,
Django desencadenado, un western en el que la víctima se vengaba del verdugo y
que despertó la ira de los inflamados enemigos del cineasta (del que no soy
defensor como autor). Le tacharon de irrespetuoso con la memoria de los
esclavos y de abusar de la violencia, ¡como si los ‘castigos’ físicos ideados
por los esclavistas norteamericanos no hubieran sido tan violentos! Mala leche
a raudales y un malévolo sentido del humor ridiculizando a los siniestros
villanos de la historia con capuchas del Ku Klus Klan cabrearon muchísimo a
Spike Lee, que este mismo año, al recoger el Oscar al Mejor Guion Adaptado por
‘Infiltrado en el KKKlan’, quiso recordar “el genocidio del pueblo negro”. Lee
posee una filmografía de alegatos testimoniales que está reclamando la
necesaria revisión en unos tiempos en el que el racismo aparece inscritos en
partidos políticos como VOX.
Millones de
africanos vendidos como esclavos y que ya forman una parte esencial del cine de
Hollywood con películas indispensables de la historia del cine. Indispensables
y, tristemente, en algunos casos destacados altamente racistas. El nacimiento
de una nación (1915), de D. W. Griffith, una obra maestra técnica y de
narrativa cinematográfica, rezumaba odio segregacionista y ensalzaba un
supuesto heroísmo de los encapuchados racistas. Nada que ver con el recorrido
por los abyectos siglos de esclavitud que ha hecho Steven Spielberg en algunas
de sus películas, como la muy controvertida Amistad (1997) y, especialmente,
Lincoln (2012). En ésta, el concienzudo Daniel Day-Lewis interpretaba al
histórico presidente en sus últimos cuatro meses de vida luchando contra
poderosos intereses para aprobar la Decimotercera Enmienda y abolir de manera
permanente la esclavitud. “El futuro de la dignidad humana está en nuestras
manos”, se dice, pero la batalla se está fraguando cada vez que, por citar un
ejemplo, un negro es asesinado por la policía, en esas cárceles USA hacinadas
de herederos de los esclavos de antaño.
Un realizar del
talento de Richard Fleischer realizó en 1975 Mandingo un clásico que va directo
al estómago con un James Mason impresionante, y en la que recreaba la vida en
las plantaciones de algodón. Otros cineastas clásicos Richard Thorpe en 1939 y
Michael Curtiz lo hicieron a través del antiesclavista Mark Twain en 1960 con
‘Las aventuras de Huckleberry Fin’, Harry A. Pollard en 1927 con La cabaña del
tío Tom y la lista sobre la esclavitud sigue con decenas de títulos más, todos
ellos centrados en la dantesca historia de millones de africanos esclavizados
en EE.UU. Pero los negros no han sido, a pesar de la necesaria insistencia del
cine de Hollywood, los únicos esclavos de la historia. Stanley Kubrick firmó en
1960 la película más culta y admirable sobre la esclavitud de toda la historia,
Espartaco “Tendremos un gran ejército. Una vez que estemos en marcha,
liberaremos a cada esclavo en cada pueblo y aldea. ¿Alguien puede obtener un
ejército más grande que ese?”. Espartaco hizo temblar Roma, y sobrevivió como
símbolo de la contestación proletaria de manera que decenas de revistas
militantes tomaron su nombre.
Stanley Kubrick
firmó en 1960 la película más culta y admirable sobre la esclavitud de toda la
historia, Espartaco. Kirk Douglas le daba épica y grandeza, el guionista Dalton
Trumbo le otorgó profundidad intelectual, Kubrick, por supuesto, la convirtió
en arte… Tony Curtis, Laurence Olivier, Peter Ustinov, Charles Laughton, Jean
Simmons… la elevaron con sus interpretaciones. William Wyler, en 1959,
transformó en un extraordinario e inolvidable espectáculo la historia de Judá
Ben-Hur, hijo de nobles convertido en esclavo y enviado a galeras y al que dio
vida un monumental Charlton Heston. “Os digo que el día en que Roma caiga, habrá
un grito de libertad como nunca antes ha oído el mundo”, aunque ese grito no
fue el del catolicismo que a través de San Pablo aceptó la esclavitud y guardó
complicidad con los esclavistas. El británico Michael Apted desarrolló el tema
de la esclavitud desde el punto de vista político en 2006 con Amazing Grace,
Werner Herzog, en su última colaboración con Klaus Kinski, detalló cómo
funcionaba el comercio de esclavos en Cobra verde (1987) con un potente Klaus
Kinski; Federico Fellini subrayó la decadencia, la degeneración del ser humano
en Satyricon (1969), donde dos estudiantes indecentemente frívolos se
disputaban la propiedad del adolescente Gitone; Michael Curtiz, apoyado por la
energía de Errol Flynn, arropaba de dignidad a los esclavos británicos del siglo
XVII en El capitán Blood (1935) La lista muy considerable y merece ser
recuperada.
Anotaciones qué y
allá que han ido creciendo con el tiempo, y que actualmente forma parte de una
suerte subgénero militante de altura. Se
está produciendo una nueva hornada de cineastas negros, de hombres y mujeres
que no se quedan a mitad de camino. Reflejan el crecimiento de una ira
organizada desde la que se fragua una marea de rechazo de la Norteamérica
supremacista blanca tan cabalmente representado por Trump´. Lo están haciendo
en una batalla en la que la conciencia democrática antirracista está llamada a
ganar terreno en un mundo en el que la esclavitud no deja de aumentar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario