ANSU FATI, ESPAÑOL POR
VÍA EXPRESS
MIGUEL RUIZ
Conseguir la
nacionalidad española supone para la gran mayoría de solicitantes una espera
que puede ser de varios años. En el pasado mes de abril había 363.427
expedientes sin solucionar en nuestro país. La ley establece que se debe dar
una respuesta a la petición en el plazo de un año pero hay personas que llevan
el triple de ese tiempo o incluso más sin recibir noticias. La ministra de
Justicia, Dolores Delgado, reconoció hace unos meses que había “un atasco
importantísimo” en la tramitación de solicitudes. Hay, sin embargo, algunos
privilegiados que pueden adquirir la condición de ciudadano español en apenas
90 días. Ese ha sido el caso del joven futbolista del FC Barcelona Ansu Fati,
nacido hace 16 años en Guinea Bissau. ¿Cómo se explica?
Los modos
habituales de adquisición de la nacionalidad española son por origen, por
posesión de estado, por opción y por residencia. Pero hay una quinta vía que
recoge el artículo 21 del Código Civil. Se conoce como carta de naturaleza y
tiene carácter excepcional ya que no está sujeta a las normas generales de
procedimiento administrativo. Es el gobierno el que mediante un Real Decreto
tiene la potestad de concederla de forma discrecional “tras valorar la
concurrencia de circunstancias excepcionales”, según se afirma en la web del
Ministerio de Justicia. Para justificar la concesión de la nacionalidad a Fati,
otorgada en el Consejo de Ministros celebrado el pasado 20 de septiembre, a
petición de la Real Federación Española de Fútbol y apoyada por el Consejo
Superior de Deportes, el Ejecutivo afirma que el solicitante lleva desde 2009
en España, que ha completado su formación en nuestro país y que se trata de un
futbolista con gran potencial. Esta decisión le permitirá a Fati disputar con
la selección española el Mundial sub 17 que se disputará en Brasil a partir del
26 de octubre. El jugador del Barcelona no fue el único deportista al que se
concedió la nacionalidad española ese día. También la obtuvo la regatista
Nicole Van Der Velden, de nacionalidad holandesa. En este caso, la solicitud
partió de la Real Federación Española de Vela para que pueda participar en las
pruebas clasificatorias para los Juegos Olímpicos de Tokio.
Es bastante
habitual que se conceda esta medida de carácter graciable a los deportistas.
Tiene su justificación en que su carrera profesional es limitada y una espera
larga ocasionaría un perjuicio para sus intereses. Según un informe elaborado
el pasado mes de mayo por la Fundación Civio, desde 1994 se han otorgado 94 a
atletas, incluidos ya Fati y Van Der Velden. Eso convierte a este colectivo en
el segundo más beneficiado por esta opción potestativa del Gobierno. Solo les
superan los sefardíes, los descendientes de los judíos que vivieron en la Corona
de Castilla y la Corona de Aragón hasta su expulsión en 1492 por los Reyes
Católicos. Por detrás de los deportistas nacionalizados quedan sectores como el
de la cultura, la política, las víctimas del terrorismo y el de la ciencia, del
que, por ejemplo, apenas 21 representantes lograron la ciudadanía en los
últimos 25 años.
Hasta el pasado mes
de mayo, según Civio, los distintos gobiernos españoles han otorgado la carta
de naturaleza a 5.627 personas, de los que 5.254 fueron sefardíes. Este grupo
desde 2015 obtiene la nacionalidad de forma directa sin pasar por el Consejo de
Ministros. La profesora titular de Derecho Internacional Privado de la
Universidad de León, Aurelia Álvarez, defiende que en ese mismo caso deberían
estar los nietos de los exiliados o los saharauis. El Gobierno no tiene la
obligación de hacer públicas las nacionalizaciones concedidas mediante carta de
naturaleza. Lo hace o no según le interese, pero si deben salir publicadas en
el BOE (excepto las de los sefardíes). Si se deniega tampoco tiene que dar
razones para justificarlo.
Entre los
agraciados con la nacionalidad española mediante la carta de naturaleza
encontramos a actores como Fernando Fernán Gómez, Benicio del Toro, Federico
Luppi o Jorge Perrugorría; directores de cine como Alejandro González Iñárritu;
cantantes como Ricky Martin; escritores como Mario Vargas Llosa, Ian Gibson y
Augusto Roa Bastos; familiares de casas reales, como la hermana de la Reina
Sofía, Irene de Grecia; expresidentes de países, como el costarricense José
María Figueres, o el colombiano Belisario Betancur; y empresarios millonarios
como Gustavo Cisneros. Algunos de los deportistas más conocidos agraciados con
esta medida son los balonmanistas Talant Dujshebaev y Arpad Sterbik, la
nadadora Nina Zhivanevskaya, los
baloncestistas Mirotic, Ibaka o Sancho Lyttle y los atletas Joan Lino y Orlando
Ortega.
En ocasiones, la
concesión terminó saliendo rana. Fueron los casos del esquiador de origen
alemán Johan Muhlegg, al que le retiraron las medallas de oro ganadas para
España en los Juegos Olímpicos de Invierno de 2002 tras dar positivo por
darbepoetina; el atleta Ilias Fifa, sancionado con cuatro años por dopaje e
investigado por presunto tráfico de sustancias dopantes; o la atleta nigeriana
Josephine Onyía que, tras dar positivo hasta en cinco ocasiones, fue suspendida
de por vida.
Ser deportista
tampoco es sinónimo de tener asegurada la concesión de la carta de naturaleza.
Esas diferencias de trato causan protestas, como la del atleta marroquí Moha
Bakkali, que tras hacerse pública la concesión de la nacionalidad a Ansu Fati,
ha declarado que “cuando hay interés, la burocracia cuenta menos. Y mientras
tanto, una cantidad loquísima de gente esperando a que resuelvan sus
expedientes. Un servidor lleva más de 16 años en España y el ministerio de
Justicia aún no sabe nada”. La numerosa presencia de deportistas nacionalizados
en algunas disciplinas, como el atletismo, provocó la protesta hace algunos
años de los atletas nacionales, que pidieron que se limitara su presencia en la
selección y que no representaran a España si previamente ya lo habían hecho con
otro país.
A los conceptos de
discrecionalidad y excepcionalidad por los que se caracteriza la carta de
naturaleza se agarran algunos juristas, como Fernández Rozas, Pantaleón Prieto,
Rodrigo Bercovitz o Lete del Río, para criticar la existencia de esta vía, ya
que al no estar reglada puede acabar provocando arbitrariedades y abusos al
situarse al margen de los requisitos exigidos en las otras maneras de lograr la
nacionalidad, estableciéndose privilegios. Sin embargo, otros expertos como
Cerdeira Bravo de Mansilla o la propia Aurelia Álvarez la defienden como
ejemplo de equidad ponderadora e integradora y como instrumento corrector de
algunas deficiencias del sistema jurídico español.
Tanto los Gobiernos
del PSOE como los del PP han recurrido a esta fórmula. Cuando más casos se
aprobaron fue bajo el mandato de Rodríguez Zapatero. En 2009 hubo 347, casi uno
por día. En lo referente al deporte fue en 2015, año previo a Juegos Olímpicos,
donde hubo más nacionalizaciones, con un total de 11.
¿Rémora histórica
injustificable en el mundo actual o mecanismo que permite a los responsables de
turno del Estado, desde su particular perspectiva, atender causas de interés
general? Entre esas dos visiones se mueve este atajo hacia el pasaporte español
al que solo unos pocos agraciados pueden acceder.
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