lunes, 30 de septiembre de 2019

ANSU FATI, ESPAÑOL POR VÍA EXPRESS


ANSU FATI, ESPAÑOL POR
 VÍA EXPRESS
MIGUEL RUIZ
Conseguir la nacionalidad española supone para la gran mayoría de solicitantes una espera que puede ser de varios años. En el pasado mes de abril había 363.427 expedientes sin solucionar en nuestro país. La ley establece que se debe dar una respuesta a la petición en el plazo de un año pero hay personas que llevan el triple de ese tiempo o incluso más sin recibir noticias. La ministra de Justicia, Dolores Delgado, reconoció hace unos meses que había “un atasco importantísimo” en la tramitación de solicitudes. Hay, sin embargo, algunos privilegiados que pueden adquirir la condición de ciudadano español en apenas 90 días. Ese ha sido el caso del joven futbolista del FC Barcelona Ansu Fati, nacido hace 16 años en Guinea Bissau. ¿Cómo se explica?



Los modos habituales de adquisición de la nacionalidad española son por origen, por posesión de estado, por opción y por residencia. Pero hay una quinta vía que recoge el artículo 21 del Código Civil. Se conoce como carta de naturaleza y tiene carácter excepcional ya que no está sujeta a las normas generales de procedimiento administrativo. Es el gobierno el que mediante un Real Decreto tiene la potestad de concederla de forma discrecional “tras valorar la concurrencia de circunstancias excepcionales”, según se afirma en la web del Ministerio de Justicia. Para justificar la concesión de la nacionalidad a Fati, otorgada en el Consejo de Ministros celebrado el pasado 20 de septiembre, a petición de la Real Federación Española de Fútbol y apoyada por el Consejo Superior de Deportes, el Ejecutivo afirma que el solicitante lleva desde 2009 en España, que ha completado su formación en nuestro país y que se trata de un futbolista con gran potencial. Esta decisión le permitirá a Fati disputar con la selección española el Mundial sub 17 que se disputará en Brasil a partir del 26 de octubre. El jugador del Barcelona no fue el único deportista al que se concedió la nacionalidad española ese día. También la obtuvo la regatista Nicole Van Der Velden, de nacionalidad holandesa. En este caso, la solicitud partió de la Real Federación Española de Vela para que pueda participar en las pruebas clasificatorias para los Juegos Olímpicos de Tokio.

Es bastante habitual que se conceda esta medida de carácter graciable a los deportistas. Tiene su justificación en que su carrera profesional es limitada y una espera larga ocasionaría un perjuicio para sus intereses. Según un informe elaborado el pasado mes de mayo por la Fundación Civio, desde 1994 se han otorgado 94 a atletas, incluidos ya Fati y Van Der Velden. Eso convierte a este colectivo en el segundo más beneficiado por esta opción potestativa del Gobierno. Solo les superan los sefardíes, los descendientes de los judíos que vivieron en la Corona de Castilla y la Corona de Aragón hasta su expulsión en 1492 por los Reyes Católicos. Por detrás de los deportistas nacionalizados quedan sectores como el de la cultura, la política, las víctimas del terrorismo y el de la ciencia, del que, por ejemplo, apenas 21 representantes lograron la ciudadanía en los últimos 25 años.

Hasta el pasado mes de mayo, según Civio, los distintos gobiernos españoles han otorgado la carta de naturaleza a 5.627 personas, de los que 5.254 fueron sefardíes. Este grupo desde 2015 obtiene la nacionalidad de forma directa sin pasar por el Consejo de Ministros. La profesora titular de Derecho Internacional Privado de la Universidad de León, Aurelia Álvarez, defiende que en ese mismo caso deberían estar los nietos de los exiliados o los saharauis. El Gobierno no tiene la obligación de hacer públicas las nacionalizaciones concedidas mediante carta de naturaleza. Lo hace o no según le interese, pero si deben salir publicadas en el BOE (excepto las de los sefardíes). Si se deniega tampoco tiene que dar razones para justificarlo.


Entre los agraciados con la nacionalidad española mediante la carta de naturaleza encontramos a actores como Fernando Fernán Gómez, Benicio del Toro, Federico Luppi o Jorge Perrugorría; directores de cine como Alejandro González Iñárritu; cantantes como Ricky Martin; escritores como Mario Vargas Llosa, Ian Gibson y Augusto Roa Bastos; familiares de casas reales, como la hermana de la Reina Sofía, Irene de Grecia; expresidentes de países, como el costarricense José María Figueres, o el colombiano Belisario Betancur; y empresarios millonarios como Gustavo Cisneros. Algunos de los deportistas más conocidos agraciados con esta medida son los balonmanistas Talant Dujshebaev y Arpad Sterbik, la nadadora Nina Zhivanevskaya,  los baloncestistas Mirotic, Ibaka o Sancho Lyttle y los atletas Joan Lino y Orlando Ortega.

En ocasiones, la concesión terminó saliendo rana. Fueron los casos del esquiador de origen alemán Johan Muhlegg, al que le retiraron las medallas de oro ganadas para España en los Juegos Olímpicos de Invierno de 2002 tras dar positivo por darbepoetina; el atleta Ilias Fifa, sancionado con cuatro años por dopaje e investigado por presunto tráfico de sustancias dopantes; o la atleta nigeriana Josephine Onyía que, tras dar positivo hasta en cinco ocasiones, fue suspendida de por vida.

Ser deportista tampoco es sinónimo de tener asegurada la concesión de la carta de naturaleza. Esas diferencias de trato causan protestas, como la del atleta marroquí Moha Bakkali, que tras hacerse pública la concesión de la nacionalidad a Ansu Fati, ha declarado que “cuando hay interés, la burocracia cuenta menos. Y mientras tanto, una cantidad loquísima de gente esperando a que resuelvan sus expedientes. Un servidor lleva más de 16 años en España y el ministerio de Justicia aún no sabe nada”. La numerosa presencia de deportistas nacionalizados en algunas disciplinas, como el atletismo, provocó la protesta hace algunos años de los atletas nacionales, que pidieron que se limitara su presencia en la selección y que no representaran a España si previamente ya lo habían hecho con otro país.

A los conceptos de discrecionalidad y excepcionalidad por los que se caracteriza la carta de naturaleza se agarran algunos juristas, como Fernández Rozas, Pantaleón Prieto, Rodrigo Bercovitz o Lete del Río, para criticar la existencia de esta vía, ya que al no estar reglada puede acabar provocando arbitrariedades y abusos al situarse al margen de los requisitos exigidos en las otras maneras de lograr la nacionalidad, estableciéndose privilegios. Sin embargo, otros expertos como Cerdeira Bravo de Mansilla o la propia Aurelia Álvarez la defienden como ejemplo de equidad ponderadora e integradora y como instrumento corrector de algunas deficiencias del sistema jurídico español.

Tanto los Gobiernos del PSOE como los del PP han recurrido a esta fórmula. Cuando más casos se aprobaron fue bajo el mandato de Rodríguez Zapatero. En 2009 hubo 347, casi uno por día. En lo referente al deporte fue en 2015, año previo a Juegos Olímpicos, donde hubo más nacionalizaciones, con un total de 11.

¿Rémora histórica injustificable en el mundo actual o mecanismo que permite a los responsables de turno del Estado, desde su particular perspectiva, atender causas de interés general? Entre esas dos visiones se mueve este atajo hacia el pasaporte español al que solo unos pocos agraciados pueden acceder.

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