JM AIZPURUA
Y dijo Petrus, el
primo del sabio Salomón que, en su modelo territorial, “no tiene cabida un
referéndum de autodeterminación que el TC ha considerado contrario a la
Constitución y que, desde la perspectiva política, provoca la quiebra de la
sociedad”.
¿La consideración
del TC substituye al criterio popular? ¿Ya no hay Democracia?
¿La “sociedad” se
quiebra con el voto o es ese voto la solución a la sociedad quebrada?
El “españolismo”
cabalga de nuevo y sus monturas son las tradicionales de estupidez y fariseísmo
que le llevaron a perder su Imperio y a perder toda influencia en el devenir
del siglo XXI.
No tienen un
Estado, ni conseguirán tenerlo sin basarse en su plurinacionalidad, y las
posturas necias de la casta poseedora castellano supremacista, solo auguran
enfrentamientos cainitas y caminos de marginación y empobrecimiento. Su ordeno
y mando acabó en la democracia europeísta, y si Cataluña quiere la
independencia no habrá forma civilizada de impedírselo, por muchas ocurrencias
doctas que tenga Marchena, y eso no es derecho; es sentido común.
O se plantea un
argumento atractivo para los catalanes centrífugos, o el Estado ha muerto. Sin
un proyecto de futuro acordado; no hay futuro.
Y son ellos, los
centrífugos, los principales actores para el acuerdo. Los “otros” deben callar,
oír, opinar y votar, todo por ese orden. Ya es claro que su Estado, su España,
no convence a los discrepantes, y su formula del trágala, ya no es de recibo en
el siglo XXI.
Como el tema es de
complejidad superior, debe estar en manos de “sabios” y no de cuñados y su
ámbito europeo necesita de criterios europeos y fórmulas que sean asumidas por
Cataluña, España, la UE y, por supuesto, refrendadas por el voto ciudadano.
Y mientras eso
llega, los demás a actualizar al IPC las pensiones, a pensionar con
generosidad, a mejorar condiciones de vida y salarios y a callarse ante temas
tan complejos como la “nacionalidad” en los que la voz del necio puede llevar
al conflicto.
El Estado es un
organismo en el que perfectamente conviven distintas nacionalidades y en la
habilidad y fortuna del político está la fórmula que logre la correcta
convivencia, el respeto social, y los proyectos de consenso que impulsen el
desarrollo común y armónico.
¡Guarden porras que
eso ya no oculta su estupidez e incapacidad!
Nos están llevando
al absurdo, basados en que la incultura popular lleva a una fácil manipulación
de las masas desde los medios de comunicación en poder de la casta y sus
cipayos. Mantener Ceuta y Melilla,
gritar Gibraltar español, ponerse pulseritas y banderas en los balcones, no
oculta la voluntad de los llanitos británicos, ni de los catalanes
independentistas, y es la peor manera de pretender que pertenezcan a un
proyecto llamado…como se llame. ¿Qué más da?
No importa el color
del gato: lo que importa es que cace ratones. Y en República, Monarquía,
Confederación o Federación, lo que importa es que las pensionistas viudas vivan
con dignidad, la sanidad sea realmente universal, los niños tengan posibilidades
de desarrollo, y los viejos sobrevivan con tranquilidad. ¡Y cultura! Cultura
para una sociedad atrasada, presa de mitos y cruces.
Los tiempos
cambiaron, pero las mentes de algunos: no.
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