ESCRIBIR, COMO RESISTENCIA
AL PATRIARCADO
ILKA
OLIVA CORADO
A Manuela Sáenz la
siguen recordando por su relación sentimental con Simón Bolívar y no por su
hazaña revolucionaria. Relegarla a ser la “Libertadora del Libertador”, y rendirle honores por esto, es una terrible
falta de respeto a su legado de rebelión y feminismo, pero también es un ejemplo muy claro de lo
que hace el patriarcado con las mujeres, en donde la ideología no tiene nada
que ver.
En una entrevista
realizada a Alice Munro, le preguntaron si imaginó ganarse algún día el Nobel,
ella contestó que nunca, por ser mujer,
aunque claro está, -comentó- que ha habido mujeres que lo han ganado.
Pero con esta respuesta Alice, una ama de casa que se dedicó a escribir para
matar el tedio de los días interminables en el oficio doméstico, dejó muy claro
lo que somos las mujeres en un mundo hecho por hombres para hombres.
Virginia Woolf,
decía: “Me atrevo a adivinar que Anónimo, que escribió tantos poemas sin
firmarlos, era a menudo una mujer”. La película, La esposa, protagonizada
por la gran Glenn Close y basada en la
novela de la escritora Meg Wolitzer, evidencia de forma magistral las palabras
de Virginia, que no son más que la realidad de millones de mujeres a través de
la historia. Películas como esta se hacen tal vez cada 30 años, ojalá se
hicieran más seguido para educar a esta sociedad que somos, infestada de
misoginia.
En su tiempo, la película Tomates verdes fritos,
causó espanto por su carácter de feminismo radical, de empoderamiento a las
mujeres y de visibilidad homosexual, porque sí el amor entre mujeres ha existido
desde siempre. Y desde siempre también, los patrones de crianza impuestos bajo
conceptos patriarcales e infestados de estereotipos han apedreado a mujeres
valientes como Ninny (La encantadora de abejas) que se han enfrentado a ese
yugo y han decidido ser ellas mismas aunque el castigo sea la muerte en la
guillotina o en la hoguera.
Un sistema que cría
a mujeres como Idgie, temerosas de sentir, de ser, de entregarse, porque es muy
difícil romper la norma, salir del yugo, y van con la corriente hasta que
llegan mujeres como Ninny que las impulsan a ser ellas mismas y a amar. Es lo
que sucede con Evelyn, que al conocer a Ninny comienza a amarse a sí misma y a
crear su propia revolución en casa: nada como el amor propio para enfrentar al
patriarcado y nada como la unidad entre mujeres para fortificarnos. Gracias a mujeres como Ninny, mujeres como
Idgie logran salir del círculo de la violencia de género a tiempo y logran
salvar sus vidas y reconstruirse a sí
mismas y reconstruir también sus familias, si tienen hijos, porque estos
también sufren las secuelas emocionales.
El sistema nos
educa como Idgie, algunas logramos transformarnos como Evelyn y lo ideal sería
llegar a ser como Ninny. Es un camino largo pero no imposible de recorrer. Pero
todas importamos, todas somos necesarias y todas debemos luchar desde donde
estemos y con lo que tengamos, así seamos
como Idgie, Evelyn o Ninny.
Y una forma de
lucha y de resistencia es hacer lo que amamos, hacer lo que amamos nos permite
florecer, estar, ponernos en pie, caminar, vernos frente al espejo y
encontrarnos a nosotras mismas. Vivir de lo que amamos es un privilegio que
resulta muy caro pagar en este mundo convulsionado por un sistema capitalista y
neoliberal que explota y muchas veces es imposible; pero buscar unos minutos del día a quema
ropa, contra viento y marea y hacer lo que amamos debe ser nuestra forma de
encarar ese sistema que a las mujeres nos maltrata el doble por nuestro género.
El deporte fue
vedado para las mujeres durante siglos, otras murieron y fueron violentadas
para que nosotras hoy tengamos la oportunidad de ejercitarnos, debemos
ejercitarnos como amor propio pero también como resistencia, como una lucha
contra el patriarcado.
Leer, leer, leer, a
todas horas, un libro, una nota de una revista, un artículo, un poema, pero
leer todos los días, por todas aquellas que no pudieron y murieron luchando
para que nosotras hoy podamos hacerlo.
Plantar, la
experiencia de plantar una semilla nos permite dar vida y no porque sea nuestra
misión de género, pero tocar la tierra con nuestras manos nos ayuda a entender
el amor que han sentido nuestras
ancestras campesinas, y ayuda a crear un lazo inquebrantable con nuestros
valores humanos, porque a la tierra pertenecemos, no ella a nosotras. La savia
de la vida la da la madre tierra. Pero plantar porque nadie puede deprimirse al
ver una flor en su esplendor, plantar es un antídoto contra la depresión.
Y después de hacer
lo que amamos, que nos nutre, que nos fortifica, hay que hacer lo que es una
responsabilidad de género: escribir. La palabra nos ha sido negada
milenariamente, escribir es una forma de romper la norma, de dar un paso, de
avanzar, de elevar la voz, de denuncia, de existencia, de florecer, de resistencia y es también por
ende una forma de visibilizar y honrar a todas aquellas a las que
el patriarcado a través de la historia de la humidad vedó, negándoles
sus derechos. Y a todas aquellas que
fueron silenciadas a fuerza de tortura.
Escribir es seguir
abriendo el camino para las que vienen atrás, porque de eso se trata plantar un
árbol. Hacer visibles y ejercer nuestros derechos nos permite mantenerlos
vigentes para las generaciones que vienen. Sin olvidar que muchas dieron sus
vidas para que nosotros tengamos la oportunidad de tener una semilla para
plantar.
Escribiendo podemos
hacer visible que mujeres como Manuela Sáez aún siguen a la sombra del
patriarcado. Podemos relatar que los días de lluvia en lugar de ser tristes
como muchos creen, son días de mucha vida para el ecosistema y de tristeza no
tienen nada. Escribiendo podemos relatar cómo nos sentimos viviendo micro
machismos todos los días. Contar sobre la elaboración de un pastel casero,
relatar sobre una mañana de sol, sobre una reunión familiar, sobre nuestras
emociones, exponer nuestro pensamiento crítico. Crear un diario y escribir todos los días debe ser un hábito de toda mujer, desde que
es niña.
Y las mujeres que
están en camino a ser como Ninny deben dar la mano a todas las que están en la
etapa de Idgie, para lograr transformarlas y así unas a otras irnos ayudando en
este proceso de resistencia ante el patriarcado.
¿Qué escribirán
hoy?
Blog de la autora:
https://cronicasdeunainquilina.com
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