EDUARDO SANGUINETTI,
FILÓSOFO ARGENTINO.
Intentaré que nada
falte en mi desengañada enunciación de suciedades e hipocresías, que nos
proponen las bestias que dictan y rigen en este planeta, la justicia criminal,
la mentira oficializada por corporaciones económico mediáticas mercenarias… y
no puedo dejar de mencionar la cobardía de los pueblos, la patología de sujetos
consumiendo “producto aspiracional” como el iPod Apple, al que les asignan el
milagro de pertenecer al círculo social de cultura chatarra, a la inflexión de
los intelectuales espectrales… Restos humanos respirando la atmósfera podrida
de un tercer milenio con horizonte claramente difuso.
Las ideas dejaron
desnuda la batalla, ya no hay porqué ni para qué… La falsa cultura besa en la
boca al enemigo y luego lo penetra, mientras la manada se distrae y abre los
brazos con signo acogedor y complaciente… luego la manada es tomada como rehén
y asiste con placer a su exterminio.
Un símbolo esconde
un signo, el signo descarga su violencia y un mito no tiene nada que decir. Una
señora habla igual que otra señora que a la vez habla y así… así estamos en el
instante justo, en que Rimbaud se me cae de las manos.
Derribé las
fronteras y los mitos… Los mitómanos siguen tensos, no encuentran ficciones
alegóricas, ni fábulas para pintar su piel: se vuelven herméticos y diurnos. Un
pájaro cae sobre la grafología y Alfred Döblin pasea sólo por Berlín
Alexanderplatz, esperando poder asistir al reestreno del filme de Rainer María
Fassbinder, no ha podido hacerlo en 1980, ya que había muerto en junio de 1959
en Emmendingen.
La representación
del mundo en impresos panfletos laminados y cuanto medio de comunicar el
espectáculo de la sobrevida en exteriores, donde se ha instalado el paraíso
prostibulario, es la meta de los emperadores de cloacas y basurales, que han
instalado a la fauna de la cultura por contacto, habilitando a personajes
ridículos, con ansias de ofrecerlo todo en pos de un futuro con final
calculado, algunos lo denominaban especulación… artistas de la nada, locutores
devenidos en escritores de marquesinas de cadena de librerías “patisserie”,
asesor marketinero presidencial entusiasmado, actores y actrices back-stage,
políticos oficialistas y de los otros, qué más da, prostitutas por tendencia
mostrando sus crías, jugadores del deporte de los pueblos lobotomizados: “el
fútbol”, posando con la “chica” recién sacada del horno, portada de magazine
amarillo cadmio, calentita para el juego del sexo con banderita, chupándole
entre otras cosas el salario y el sudor, modelos veteranas devenidas en ¿periodistas?,
luciendo nuevo rostro, esculpido por cirujano de matadero, cocineros a fuego
lento, pontificando sobre de como el lobo se comió a la oveja y, de ese modo se
acomoda el ajedrez, ya sin piezas, contrarreloj que marca el tiempo por venir.
Repensar la
denominada “cultura” argentina de hoy, significa entablar un diálogo con la
“falsa modestia”: sin problemas espectaculares, sin causas apasionantes, los
diversos sectores que conforman por decreto y bajo presión, la agenda de esta
¿cultura? parecen definitivamente arreglados, sumergidos en una fase de
indefinido y satisfecho estancamiento.
Bastan unos años
para individualizar las características del nuevo “sistema” que se ha venido
soldando en este milenio de las ‘Grandes muertes’, esto es, demarcar la negligente
autocomplacencia de los recién llegados de espacios farandulescos, haciendo uso
de un calculado provecho comercial de “maneras” y “manías” que resultan
“simpáticas”, de una desmesurada avidez de alabanzas sistemáticas de los que
conforman el espectáculo insano y mediocre de la degradada cultura argentina,
que son réplicas empalagosas de las tendencias del Far West Warholiano ‘Made in
Argentina’, modelo tercer milenio.
¿Con qué finalidad?
Deviene de lo manifestado, una intolerancia frente a cualquier manifestación
original, en todas las expresiones que conforman la cultura o del disentimiento
crítico sustentable, con apoyo teórico idóneo que representa el “peligro” de
una discusión seria al volver a poner en juego algunos valores.
Una irritada malevolencia
de los mercaderes de la cultura, ajenos a todo lo que desde el origen ha
construido la historia de la civilización y del arte… Mercaderes que bajo la
máscara de fundaciones, ONG y demás artilugios, saben hacer buenos dividendos
con la enorme hueste de mediocres operadores a sueldo, siempre al servicio de
la ‘causa del lavado’.
Hay demasiados
talentos, muertos sin vigencia, sentenciada la calle por el prostíbulo político
que promueve sus héroes por TV y el universo de la web… La vida guiña su ojo económico
y la mesa de enlace nunca consigue el desenlace. Un imbécil, un enigma, una
clave, que importa.
Paralizados en la
anarquía de la página, adoran la justicia cuando está de su mano. Superman
sonríe… Previsible final… Cualquier parecido con la realidad es simple
coincidencia y pura realidad.
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