LA TRAGEDIA DEL WORLD
TRADE CENTER.
ANASTASIO CABRERA SANTOS
En la mañana del 11
de Septiembre del año 2001, salí temprano de donde vivía en New Jersey y me
dirigí a una estación de correos distante unas pocas cuadras de mi vivienda
para adquirir sellos de cartas. De regreso, siendo aproximadamente las 9 de la
mañana, me encuentro en la calle con una vecina que me dice que había un
incendio con mucho humo en una de las torres del World Trade Center (WTC) en
Nueva York porque un avión había chocado con una de las torres. Mi primer
pensamiento fue que aunque no era probable tampoco era imposible que un avión
pequeño, de los muchos dedicados al turismo que sobrevolaban Nueva York, se
hubiera estrellado contra una de las torres por error de pilotaje o problemas
mecánicos. Mi vecina tambien me dijo que se podía observar una gran humareda
desde nuestro edificio si se miraba desde una ventana de los pisos superiores.
Mi apartamento lo permitía y pude observar una gigantesca columna de humo
distante a unos 5 Km al otro lado del rio Hudson. Me resulto raro que la gran
humareda que observe hubiera sido ocasionada por un avión turístico pequeño.
Guillermo, mi hijo
menor e Ileana, mi esposa estaban preparándose para el desayuno. Camilo, mi
hijo mayor se había marchado antes para asistir a su trabajo como médico
residente en el Jersey City Medical Center. Todos nos fuimos a una ventana y
desde allí observamos la humareda que después se supo que procedía en la torre
norte del WTC. Por la televisión ya empezaban a fluir las informaciones y ya se
sabia que había sido un avión grande de pasajeros lo que había impactado. A
Guillermo se le ocurrió que debíamos ir en automóvil hasta Exchange Place, un
distrito del centro de Jersey City, no lejano de nosotros, enclavado en una
ribera del Hudson para observar de cerca la situación y allí fuimos. Exchange
Place está en la orilla sur del Hudson, a poco mas de 1000 metros de la otra
orilla de Nueva York, al sur de Manhattan donde se encontraban enclavadas las
torres del WTC. Ninguna vista del WTC, desde Manhattan o Brooklyn superaba a la
que se ofrecía en Exchange Place. Por cierto, quien hubiera visitado Exchange
Place de noche habría observado las torres gigantescas de 110 pisos de altura,
casi al alcance de las manos, profusamente iluminadas con luces que se
reflejaban en el rio; ese espectáculo atraía cada noche a multitud de
espectadores y nosotros también lo habíamos disfrutado en varias ocasiones.
Otro atractivo turístico de los alrededores de Exchange Place es el “Katyń
Memorial”, primer monumento en su clase en honor a la masacre de Katin, un
bosque de Polonia, perpetrada por el ejército soviético, ordenada por Beria en
épocas de Stalin, donde fueron ejecutados miles de militares polacos a partir
de la invasión soviética de Polonia.
Desde la estación
de trenes de Exchange Place se llegaba en minutos a Nueva York en un tren que
transitaba por un túnel debajo del rio; su próxima estación, estaba en un
subsotano del WTC, pero esa ruta fue clausurada el mismo 11 de Septiembre por
el derrumbe de las torres que destruyó la estacion. A partir de las 9 de la
mañana ya se daban las noticias de que un avión de pasajeros de una línea
regular se había estrellado en la torre norte. No mucho después se produjo un
segundo estrellamiento, esta vez en la torre sur del WTC por otro avion.
Le comenté a
Guillermo que no debíamos demorarnos mucho puesto que probablemente toda el
área cercana a la ribera del Hudson estaría invadida por muchos carros de
patrulla de la policía. Y asi fue. Llegamos a Exchange Place, y debido a la
imposibilidad de encontrar un puesto de estacionamiento me quede en el
automóvil mientras Guillermo se acercaba a pie
a la orilla del rio, cámara en mano. De regreso me informa que era
imposible distinguir los edificios del WTC pues todo estaba envuelto en humo.
Entonces se nos ocurrió ir al hospital de Camilo, situado en un promontorio de
Jersey City, no lejos de Exchange Place para observar mejor. Nos enfilamos por
la calle Montgomery y en el camino, Guillermo me dice que a través del espejo
retrovisor del automóvil ya no se distinguía la silueta de las torres; a eso yo
le respondí que lo que él creía ver era absurdo pues las torres no podían
desaparecer, eran indestructibles; que el origen del humo proveniente de los
pisos superiores invadía y ocultaba todo, que la mayoría de los pisos del edificio
sobrevivirían y que todo sería resuelto por los bomberos. En realidad el humo y
el polvo envolvieron Manhattan durante varios días. Llegamos al Jersey City
Medical Center y en un promontorio a un lado del hospital se había congregado
muchísimo personal observando lo que ocurría. Cuando nos sumamos a los
observadores nos enteramos que también otro avión se había estrellado, esta vez
con la torre sur y que ambas torres ya se habían derrumbado, simultáneamente;
todo esto ocurría alrededor de las 10 y media de la mañana. Eso era
inconcebible y doloroso.
Entramos al
hospital y ya se comentaba lo que probablemente iba a suceder en las próximas
horas. El Jersey City Medical Center y otro hospital de la zona, el Palisades
Medical Center, ambos cercanos al Hudson, se habían declarado en estado de
emergencia. La razón era que las tareas de rescate organizadas en Manhattan,
densamente poblada, estarian muy obstaculizadas por la gigantesca movilización
del vecindario, la actividad de los bomberos, la policía y el humo que inundaba
esa parte de la ciudad; se proponia una ruta mucho más expedita, la fluvial a
través del Hudson ya que el WTC se encontraba a corta distancia del rio. Y como
el hospital Jersey City, de mucha capacidad, y el Palisades estaban muy cerca del
Hudson se convertían en lugares ideales para absorber las emergencias
transportadas por via acuatica. También se comentaba que los cadáveres de las
numerosas muertes previsibles, serían
también transportados a través del rio y ubicados en el enorme y aledaño
parque, el Liberty State Park de Jersey
City. A las 11 AM, Rudolf Giuliani, alcalde de Nueva York ordeno la evacuación
del Bajo Manhattan
En el hospital me
encontré al Dr. Alan Greenberg, director del programa de Medicina Interna a
quien había conocido tiempo atrás. Yo me ofrecí a unirme al personal médico del
hospital como voluntario para cooperar con la atención de los necesitados y el
accedió. El Dr. Greenberg sabía que yo era un médico extranjero pero sin la
licencia americana. Yo decidí regresar a Bayonne para prepararme y regresar en
las próximas horas que serían muy intensas; en Bayonne tome mi estetoscopio y
regrese al hospital.
El Jersey City
Medical Center ubicado entonces en la intersección de la Avenida Baldwin y la
calle Montgomery de Jersey City, es un enorme y muy activo hospital con una
larga tradición en la ciudad desde la época en que fungía como hospital de
Caridad; actualmente su programa de Medicina Interna está afiliado al Hospital
Monte Sinai de Nueva York. Allí me encontré médicos de todas las latitudes y
entre ellos varios médicos cubanos que hacían sus residencias, mayormente
Medicina Interna y entre ellos Camilo. El pronostico de recibir una avalancha
de urgencias no se cumplió ya que Nueva York absorbió las emergencias locales y
solo un grupo pequeño fue asistido en el Jersey City Medical Center. Tampoco
los fallecidos fueron trasladados al Liberty State Park; en su inmensa mayoría
quedarían atrapados por mucho tiempo dentro del amasijo de cabillas y concreto
de las torres derrumbadas.
Un caso anecdótico. En el hospital fue admitido un caso por severa
dificultad respiratoria producto del humo y polvo aspirados en su escapada de
WTC. Cuando el paciente mejoro medicamente un enjambre de médicos y enfermeras
lo rodeaban para oir la historia que contaba. El relato que en el WTC se
encontraba en un piso inferior, cuando sintió el estremecimiento del edificio;
nadie sabía que había ocurrido pero la alarma cundió por todas partes a pesar
de que se anunciaba por altavoces que todos mantuvieran la calma, que no se
movieran del lugar y que esperaran por una ayuda que se avecinaba. A pesar de
ello todos comenzaron a buscar un escape de una catástrofe que maliciaban iba a
ocurrir, bajando despavoridos por escaleras ya que los elevadores ya no
funcionaban. Es de suponer que la situación local era de pánico. Bajar por las
escaleras se convirtió en una odisea pues desde pisos superiores bajaba una
avalancha de gente despavorida contra la cual había que competir y a eso se
sumaba una multitud de bomberos que subían; el numero de bomberos rescatista
que murieron en el desastre fue de 343. El paciente logro llegar hasta la calle
en medio humo y polvo que hacían la respiración casi imposible y desde allí
consiguió que se le trasladara hasta un centro hospitalario y recibir
tratamiento.
La tragedia de ese
dia es de amplio conocimiento en todo el mundo pero en aquellos momentos para
los que vivíamos allí, eso era casi inconcebible. Ya se hacía claro que la
catástrofe ocurrida era el resultado de un ataque terrorista. Poco después se
supo que era una obra de Al-Qaeda y que los perpetradores pertenecían a grupos
terroristas árabes pero aun no sonaba Osama Bin Laden como el máximo cerebro
planificador.
El relato del
ataque terrorista, sus medios y los ejecutores ha sido publicad ampliamente en
todo el mundo. Solo con fines de recordatorio aquí se hace una síntesis de
ello. Los aviones involucrados en el siniestro fueron dos Boeing 767 que habían
partido del aeropuerto Logan en Boston en vuelo hasta Los Ángeles en
California.
La torre norte fue impactada por un avión de la American Airlines,
vuelo # 11, que se estrelló contra la
fachada norte del edificio entre los pisos 93 y 99, a la velocidad de impacto de 710 Km/h. Este
vuelo fue comandado por Mohamed Atta, ingeniero egipcio que realizo estudios de
postgrado en Hamburgo. Durante su estancia en Alemania viajo a Afganistan donde
tuvo entrenamiento en terrorismo. Este sujeto tomo cursos de pilotaje en La
Florida. Se piensa que Atta fue el cerebro pensante inmediato detrás de los ataques
del 11 de Septiembre.
La torre sur fue
impactada por un avión de United Airlines, vuelo 175 a 870 Km/h,
por la fachada sur, entre los pisos 77 y 85. El control de pilotaje de
ese vuelo fue asumido por Marwan al-Shehhi quien era hijo de un clérigo
musulman; había sido un estudiante de los Emiratos Árabes Unidos que se
trasladó a Alemania en 1996 donde conocio a
y pronto establecio amistad con Mohamed Atta, Ziad Jarrah y Ramzi bin
al-Shibh, formando la llamada “célula de Hamburgo”. La CIA tuvo informes de la Mossad de los
planes terroristas de Marwan desde meses antes de los hechos por la Mossad.
El vuelo 77 de
American Airlines del 11 de Septiembre
fue secuestrado en el Aerouerto Internacional John Foster Dulles de
Washington, DC y estrellado contra un
ala del Pentagono. Cinco terroristas que comandaron esta nave habían pasado el
chequeo de armas del aeropuerto. A tres de ellos Nawaf al-Hazmi, Khalid
al-Mihdhar, y Majed Moqed no se le encuentran armas y los otros logran pasar
cuchillos escondidos en el equipaje de cabina. Hazmi, Mihdhar y Moqed procedían
de Arabia Saudita; los dos primeros habían sido escogidos por Osama bin Laden
para el ataque terrorista en los Estados Unidos y habían entrado en EEUU con
visas de turista. Hazmi habia entrenado
en un campo de instrucción de al-Qaeda y luego había viajado a Malasia para
asistir a una conferencia organizada por esa banda. En abril del 2000, Hazmi
tomö una lección introductoria de vuelo en el National Air College en San
Diego, California. Mihdhar y Hazmi tomaron lecciones de vuelo en mayo del 2000
en el Sorbi Flying Club también de San
Diego.
El vuelo 93 de
United Airlines el 11 de Septiembre fue
secuestrado en el aeropuerto de Newark, muy cerca de nuestro domicilio. Pero
los pasajeross de este vuelo se rebelaron contra los secuestradores y el avión
terminó estrellándose en una pequeña población de Pensilvania sin cumplir su
objetivo gracias a la valentía de los viajeros.
Mi suegro, Aurelio
Montero, un gallego de casi 90 años, con bastante claridad mental se mantenía
al tanto de lo que transmitían los canales de televisión disponibles entonces.
La mayoría de los canales que recibíamos anteriormente eran retrasmitidos por
una antena que ceso de funcionar pues estaba instalada en una de las torres
colapsadas del WTC. Montero expresaba que todo el desastre había sido causado
por “los moros”.
La noche de
Septiembre 11 recibī una llamada telefónica de mi primo Zenaido Hernández desde
Canarias preguntándome los detalles que conocíamos, entonces me propuso a una
entrevista telefónica con un grupo de prensa de Tenerife que tuvo lugar esa
madrugada.
Los análisis
técnicos que aparecieron posteriormente expresaban que el impacto mecánico de
los aviones contra la estructura de las torres no fue la responsable primaria del derrumbe; lo que
produjo el colapso fue el calor desprendido por la ignición de la enorme masa
de combustible de aviación derramado por los aviones. Cada avión libero dentro
de cada torre más de 20,000 litros de combustible (jet fuel) que ardieron en
pasillos y espacios de oficinas. El intenso calor liberado actuó sobre el acero
de las estructuras de los pisos locales produciendo su reblandecimiento y
fusión lo que ocasiono una drástica caída a la resistencia de esas estructuras
haciendo que todo el peso del edificio por encima cayera, lo aplastara y esto
prosiguiera sucesivamente hundiendo escachando los pisos inferiores; una
especie de efecto domino. En el derrumbe de ambas torres murieron cerca de 3000
personas.
En una comparecencia por televisión Fidel
Castro expreso que el público norteamericano fue engañado por su gobierno al
decir que el ataque al pentágono había sido realizado por un avión: “solo un
proyectil pudo haber causado un hueco redondo geométricamente regular el que
supuestamente fue ocasionado por un avión; nosotros, igual que el resto del
planeta fuimos engañados”. Declaro además que la verdad sobre el ataque a las
torres nunca se sabrá. En su alocución nunca menciono a Osama bin-Laden ni a
los militantes de al-Qaeda como responsables de esos hechos. Estas
declaraciones de Fidel Castro, iniciador del terrorismo y el secuestro de
aviones, obviamente era una maniobra diversionista destinada, en primer lugar a
proteger a sus amigos terroristas del mundo árabe, a atajar el enojo mundial
por el terrorismo y de paso tildar de mentiroso al gobierno americano.
@Anastasio
Cabrera Santos
Nota: Mi
experiencia personal
@Autor de
la novela Ruta de escape
El Vigía
editora
conocía las grandes dotes como científico del Prof. Anastasio Cabrera pero desconocía su capacidad para narrar y analizar hechos como éste.
ResponderEliminarFELICIDADES