URNAS OTRA VEZ E INFORMACIONES PRIVILEGIADAS
POR DOMINGO SANZ
Se de buena tinta
que el dos de agosto de 2019 Tezanos, el del CIS, le dijo a Sánchez, el de La
Moncloa, que Podemos caería hasta aquel 10% del Partido Comunista durante la
anterior transición.
Por tanto, lo que
no nos puede sorprender es que Sánchez haya decidido que su socio preferente y
también monstruo de sus insomnios, Iglesias, muerda el polvo lo antes posible.
Si no ha querido hacerlo voluntariamente, votando gratis una investidura
monocolor tras desdecirse de sí mismo y de casi todo lo demás, comerá barro en
las urnas, sueña Sánchez mientras duerme, por fin, tranquilo, hasta el diez de
noviembre.
Son las ventajas de
vivir en La Moncloa, lo que no nos cansaremos de repetir por el bien de las
víctimas propiciatorias, que puede serlo todo aquel que no disfrute de ese
bunker. Desde allí tienes margen para hacer lo que más te conviene en el peor
momento para los adversarios que más te molesten, aunque al país le cueste una
pasta y, lo que es peor, la temeridad inexplicable se salde con un desprestigio
total de la democracia.
Pocas cosas hay más
peligrosas que esa clase de decepciones en el país de Europa Occidental al que
sus propias élites han castigado con más años de dictaduras y autoritarismos,
siempre de derechas.
Pero hemos llegado
a la cima de esta montaña de mierda porque, desde los primeros pasos que
pudimos dar sin que cualquier secuaz del asesino Franco te pudiera destrozar la
vida, lo de robar la información comprada con el dinero de todos siguió siendo,
sin el menor pestañeo de los responsables, el mecanismo habitual para la toma
de decisiones desde las presidencias de los gobiernos.
Nunca nos
hubiéramos enterado de la apropiación indebida de información más grave de nuestra
historia reciente, incluida toda la basura de la factoría “Villarejo”, si
Victoria Prego hubiera podido guardarse durante más tiempo, quién sabe si
también sin dormir, la confidencia que le compartió Suárez sobre las encuestas
de 1978 que certificaban República si se nos daba la palabra sobre la forma de
estado, en lugar de colarnos la monarquía en el trágala de una Constitución
medio asumida por un franquismo confuso y en desbandada, pero que siempre se
supo protegido, en beneficio mutuo, por Juan Carlos I.
Afirmamos que
aquella información privilegiada y robada a todos nosotros fue la de
consecuencias más graves porque, de haber dado la palabra al pueblo, o de no
haber quedado impune tal delito, la situación actual sería bien distinta.
Pero regresemos a
lo que hace mes y medio Tezanos le dijo a Sánchez.
Lo sorprendente es
que no se trata de información privilegiada que hayamos conseguido gracias a
contactos infiltrados en la fontanería gubernamental.
La “buena tinta” de
aquella noticia estuvo escrita, y en letra bien grande, en la última página de
El Mundo de ese mismo dos de agosto. Seguro que usted, que está leyendo, ya me
ha perdonado la broma.
Podemos concluir,
por tanto, que, tras cuarenta años de democracia a la española, es decir, sin
derrotar previamente a la dictadura ni limpiar, al menos del ejército, de la
justicia y de las fuerzas represivas el infinito veneno que el franquismo había
inoculado en toda la sociedad, hemos conseguido que la prensa nos haga llegar
algunas de las informaciones que el presidente del gobierno consigue con
nuestro dinero.
Pero también hemos
confirmado, de forma tan inapelable como decepcionante, que el hecho de que
todos podamos conocer hoy lo que le dice a Sánchez el hombre de su confianza en
la demoscopia, no ha servido en absoluto para que los líderes de las varias
oposiciones al gobierno tomen decisiones inteligentes que les permitan parecer
menos culpables de un fracaso como el de las cuartas elecciones generales en
cuatro años, por primera vez dos durante el mismo año natural.
En marzo de 2016 el
PP y Podemos impidieron que Sánchez ocupara La Moncloa con los muy precarios 90
escaños conseguidos el 20D de 2015, que ya hay que ser casi masoquista para
intentarlo.
En aquella ocasión,
puede que Rajoy supiera que le convenía la repetición electoral, como así
sucedió, pero que un profesor de la Facultad de Políticas como Iglesias se
creyera lo del zarpazo electoral al PSOE por unas encuestas realizadas en
tiempos convulsos es algo que raya en el ridículo.
Esta vez, si acaso
están tomando decisiones con las encuestas en la mano, las de Iglesias y de
Rivera de no condenar a Sánchez a seguir en La Moncloa con 53 diputados menos
de los necesarios para la mayoría absoluta ha vuelto a ser contraproducente,
veremos si también suicida.
Como poco
inteligente lo fue la decisión de Junqueras que, al no dejar que los
presupuestos se debatieran, proporcionaría a Sánchez la oportunidad de
conseguir muchos más diputados de los que tenía desde el único lugar del estado
español que proporciona una posición de privilegio real para mejorar posiciones
con la convocatoria a urnas: de nuevo, La Moncloa.
La ventaja
conseguida el 28 de abril por los de ERC sobre su adversario local pero, al
mismo tiempo, socio de gobierno en la Generalitat, solo les habrá durado estos
meses y los sueldos de sus diputados, quizás por eso Rufián ha estado tan
nervioso al comprobar que peligraba la investidura. Y le ha dado tantos
argumentos a Sánchez para recordarle su no a los presupuestos.
Lo cierto es que,
con la sentencia contra sus propios presos políticos por medio, cualquier
palabra de cualquier político solo es especulación.
Yo soy de los que
piensan que ERC, Podemos y otros le concedieron a Sánchez la moción de censura
como a ese niño llorón a quien se le termina dando un caramelo, a pesar de que
no es bueno para los dientes y que se sabe que el consentido volverá a berrear
en cuanto se le acabe el dulce.
Quizás durante un
instante de lucidez sospecharon que algo no cuadraba, pero ya era tarde: debió
ser cuando Rajoy no hizo nada por mantener La Moncloa en manos del PP, para
desde allí convocar las elecciones inevitables.
Es probable que ni
Iglesias ni Junqueras hayan pensado jamás que no sea tan apetecible lo de
gobernar un Consejo de Ministros en Madrid tras el 1 de octubre de 2017 y la
victoria independentista de diciembre bajo la represión de un 155 en Catalunya.
Así que quizás no
nos percatamos del bipartidismo PP/PSOE de siempre, pero en horas bajas,
haciendo el teatro de sacar a Rajoy, mientras los espectadores Iglesias y
nacionalistas varios pagaban la entrada de sus votos gratis, pero que no se
enteraron de lo que se movía entre bambalinas.
No quiero ser mal
pensado y estoy seguro que Rajoy, entre copa y copa de aquella sobremesa hasta
las tantas de la noche en un restaurante con los suyos, no mantenía contactos
discretos con Sánchez para pactar las intenciones mutuas, digo yo que Villarejo
ya nos lo habría contado, pero reconozca usted que si lo hubieran organizado a
conciencia no les habría salido mejor.
Diez y seis meses
después, el camino de regreso hacia el bipartidismo PP/PSOE está más despejado
que en cualquier otro momento de los últimos cuatro años.
P.D.
Otra variable que no hay
que descartar en la decisión de Sánchez nos lleva al dinero. “Esto solo son
negocios”, que dijo aquel, y en épocas de precariedad, como sin duda atraviesan
los cuatro partidos con pretensiones, pero sobre todo un PP con dificultades
para disponer del dinero ilegal atesorado durante años, la ventaja del BOE para
repartir prebendas no es pequeña y, que sepamos, nadie con esa pluma de firmar
en la mano ha renunciado jamás a utilizarla
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