martes, 28 de marzo de 2017

SUSANITA TIENE UN SILLÓN



SUSANITA TIENE UN SILLÓN
DAVID TORRES
No hace falta asistir a ningún mitin en directo: basta con ver las fotos para comprobar que el PSOE es un partido donde los líderes les crecen en las sillas. La última foto muestra a Susana Díaz floreciendo entre los dos ex presidentes y los dos ex cerebros grises de la formación. En la perspectiva podían contemplarse más de dos décadas de gobierno, ocho años de mayoría absoluta, varias cordilleras de barones y una fructífera oposición. Es difícil contar con más apoyos: en la silla de Susana todavía no se sabe si hay más respaldos o más culos. Ya dijo e. e. cummings que un político es un culo con el que todos se sientan, salvo un hombre.

Sin embargo, para llevarle por una vez la contraria a cummings, Susana Díaz es evidentemente una mujer. El futuro se presenta en femenino singular, blindado por un pasado imperfecto, masculino y plural, tal y como anunciara Mariano en aquel debate con imprudente metáfora: la niña de Rajoy. Sin embargo, esa fuerza es precisamente su debilidad, a poco que uno repase la historia reciente y la menos reciente de la formación, las innumerables traiciones, negligencias y bostezos de una pseudo-izquierda empeñada en quitarle el trabajo a la derecha en cuanto rozaba un pelo del poder.

Díaz ha subrayado la ocasión histórica de que por primera vez una mujer del pueblo aspire a comandar las riendas de un país sin contar con la herradura de la realeza. Se equivoca de medio a medio, porque quienes la han aupado hasta ese puesto, quienes la sostienen en lo alto, son la aristocracia misma del partido: los Felipes, los Zapateros, los Guerras y Rubalcabas que han hecho y deshecho a su antojo en el organigrama del psocialismo español dejando el camino regado de cadáveres y de chaquetas de pana. También de oportunidades perdidas y de promesas sin cumplir. Todo lo que pudo haber sido y no fue. Por poner sólo un ejemplo, aunque hay cientos: la equiparación salarial entre hombres y mujeres.

Probablemente la única verdad que dijo Díaz en la ardua ceremonia de su glorificación fue una referencia, expresada sin el menor pudor, a la digna profesión de su padre: “Soy de la casta de los fontaneros”. Sí, pero no de los honrados fontaneros de grifo y llave inglesa, sino de los fontaneros políticos, los fontaneros del Watergate, la casta del retrete y la cloaca que levantó el tapón para que saliera por el sumidero un secretario general elegido por las bases y colocarla luego a ella a martillazos.

Susanita no engaña ya a nadie, excepto a los que quieren dejarse engañar. Que son legión, la misma legión de ilusos, pardillos y cegatos profesionales que han tragado sin rechistar, uno detrás de otro, los sapos de la OTAN, los GAL y la reconversión industrial; el interminable suma y sigue de un psocialismo de cartón-piedra que ha entregado el país, atado de pies y manos, a la banca y a la derecha. Los culos que la flanquean, aristocráticos como ellos solos, están ahí para demostrarlo. Porque éste es un país de culos, desde el de aquel caballo que llevaba al Conde-Duque de Olivares hasta el sillón de consejero de Gas Natural.

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