DESARROLLO INHUMANO EN LA CIVILIZACIÓN
DEL DERROCHE
POR
SERGIO FERRARI
Entre la continuidad de las guerras, la crisis climática y la profundización de las disparidades sociales planetarias, el sistema internacional sigue mostrándose desorientado, por no decir en bancarrota. A nivel global, la desigualdad sigue en aumento. No hay forma de retomar el esfuerzo por reducirla que prevaleció durante las dos décadas que precedieron a la pandemia del COVID-19. Y al mismo tiempo, millones de toneladas de alimentos van a la basura.
El
Informe de las Naciones Unidas “Romper el bloqueo: reimaginar la
cooperación en un mundo polarizado”, publicado a mediados de marzo,
constata que a pesar de que el Índice de Desarrollo Humano (IDH) de 2023-2024
fue récord, las disparidades entre los países enriquecidos y los empobrecidos
son cada vez mayores. Mientras los primeros experimentaron una mejoría sin
precedentes, la mitad de las naciones más pobres del mundo sigue perdiendo y se
encuentra por debajo de sus niveles anteriores a la crisis sanitaria (https://reliefweb.int/report/world/informe-desarrollo-humano-2023-2024-snapshot-espanol).
Según
este índice, Suiza, Noruega e Islandia ocupan los primeros puestos, mientras
que Estados Unidos se sitúa en la posición número 20 y España en la 27. Chile,
en el lugar 44, encabeza la lista de naciones latinoamericanas mejor ubicadas,
seguido por Argentina (48) y Uruguay (52). Honduras (138) se ubica a la cola
del continente. República Centroafricana, Sudán del Sur y Somalia son las
naciones más rezagadas del mundo. (https://hdr.undp.org/data-center/country-insights#/ranks).
Un
país obtiene un IDH más alto en la tabla de clasificación cuando mejoran
su esperanza de vida, nivel de educación e ingreso nacional bruto per cápita
(INB) así como el índice de Paridades de Poder Adquisitivo (poder de compra de
sus habitantes en relación a otras naciones). No faltan las críticas a este
sistema de medición porque el mismo no toma en cuenta todos los criterios que
realmente hacen a un desarrollo humano integral exitoso.
Según
las Naciones Unidas, Estados Unidos, “el país más rico del mundo, ocupa,
un sorprendente vigésimo lugar en la clasificación, dado que el Índice de
Desarrollo Humano incluye indicadores que van más allá de la mera renta per
cápita y tiene en cuenta factores como la esperanza de vida y la educación”.
Al
presentar el Informe 2023-2024, el diplomático alemán Achim Steiner, nacido en
Brasil, y actual administrador del Programa de Naciones Unidas para el
Desarrollo Humano (PNUD), reconoció que la brecha entre países ricos y pobres
sigue aumentando. “A pesar de que nuestras sociedades mundiales están
profundamente interconectadas”, afirmó Steiner, “nos estamos quedando
cortos”. Por esa razón, según el funcionario, se debe aprovechar la
interdependencia entre las naciones, así como las capacidades mutuas, para
hacer frente a los retos compartidos y existenciales y garantizar que se
cumplan las aspiraciones de la gente.
Detrás
de las estadísticas hay un significativo costo humano, precisó Steiner, pues el
fracaso de la acción colectiva para controlar el cambio climático, humanizar la
digitalización y reducir la pobreza y la desigualdad no solo obstaculiza el
desarrollo humano, sino que también aumenta la polarización y erosiona aún más
la confianza en las personas y las instituciones en todo el mundo.
Causas políticas de la injusticia mundial
¿Por
qué se ha invertido la tendencia favorable de dos décadas de reducción
constante de las desigualdades entre países ricos y pobres?, se pregunta el
PNUD. Las respuestas son varias y complementarias, según su informe difundido
en marzo.
En
primer lugar, el mundo confronta una nueva era con el nivel más alto de
conflictos armados desde 1945, con un aumento significativo de víctimas y
desplazados. En 2022, el máximo histórico, los desplazados superaron los 108
millones, más de dos veces y media el nivel de 2010.
En
segundo lugar, las consecuencias de la pandemia, que provocó pérdidas
permanentes, incluidos 15 millones de vidas, ha proyectado una larga sombra
sobre el desarrollo humano. Como lo señala el informe, “Los países pobres, a
menudo con sistemas sanitarios y redes de seguridad social menos resistentes,
han sido especialmente vulnerables a estos impactos”. Significativamente, los
países desarrollados se recuperaron mucho más rápido.
Las
estadísticas confirman esta “recuperación desigual tras la pandemia”: en
2023, los 38 países miembros de la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económicos (OCDE) alcanzaron puntuaciones más altas del Índice de
Desarrollo Humano que en 2019. En tanto, más de la mitad de los 35 países menos
adelantados (PMA) experimentaron un deterioro.
Finalmente,
el cambio climático: “La falta de avances sustanciales en la acción
climática mundial agranda aún más la brecha entre las naciones ricas y las
pobres”, afirma el PNUD. Particularmente en una región tan vulnerable a
catastróficos fenómenos meteorológicos como lo es América Latina y el Caribe,
con frecuentes inundaciones, tormentas, sequías y deslizamientos de
tierra, entre otros. Según la Comisión Económica para América Latina y el
Caribe (CEPAL), en el periodo 2016-2023 se registraron 90 desastres naturales;
más de 52,8 millones de personas se vieron afectadas y 5.600 perecieron.
Por
qué resulta tan problemático lidiar con estas desigualdades, se pregunta el
PNUD, tras lo cual identifica varios factores críticos. Por un lado, una real
falta de cooperación mundial debido a las tensiones geopolíticas y la
falta de una gobernanza eficaz a escala internacional. A pesar de poseer
importantes riquezas y capacidades tecnológicas como para abordar retos
globales sin precedentes, puntualiza el Informe, “las respuestas del mundo han
sido inadecuadas, lo que dificulta cada vez más la búsqueda del desarrollo
sostenible y la paz”. Esta situación repercute negativamente, en especial,
sobre los países y las personas más pobres.
Por
otro, la polarización en distintas esferas de la sociedad mundial, desde la
política hasta la salud pública.
Finalmente,
un aumento del populismo y el nacionalismo en muchas regiones del mundo,
dinámicas que determinan que se prioricen intereses nacionales por encima de la
cooperación y la equidad mundiales. De esta manera se socavan los esfuerzos por
reducir las desigualdades entre las naciones.
Latinoamérica naufraga
El
Informe muestra que seis de cada diez países en América Latina no han podido
remontar el nivel de desarrollo humano registrado antes de la pandemia, lo que
plantea desafíos importantes para los próximos años en esa región.
Sólo
el 37% de esos países (12) mejoró sus indicadores de desarrollo con respecto a
la etapa previa a la crisis del COVID, mientras que el 63% restante (21 países)
aún no logra alcanzar los niveles de desarrollo humano de 2019.
Estos datos
develan los contrastes y la heterogeneidad característicos de la
región, la cual experimentó la mayor caída del Índice de Desarrollo Humano
a nivel global durante 2020-2021. A pesar de una significativa mejoría en 2022,
América Latina aún no ha podido alcanzar sus niveles prepandemia.
La
acción colectiva internacional en esta región también se ve obstaculizada por
lo que el estudio del PNUD denomina la “paradoja de la democracia”. Aunque
una mayoría en América Latina y el Caribe valora la democracia como sistema de
gobierno, de todos modos, existe una creciente insatisfacción con ella,
particularmente entre las mujeres y las poblaciones más vulnerables. Súmese a
ello el impacto negativo de una rápida polarización política en la región,
reflejo de una similar dinámica global. Resultado: la confianza en las
instituciones políticas ha disminuido significativamente casi a un 20%. Es decir, sólo 1 de cada 5 personas expresa confianza en su gobierno (https://www.undp.org/es/latin-america/comunicados-de-prensa/desarrollo-humano-en-america-latina-y-el-caribe-mejora-mas-que-en-otras-regiones-pero-no-logra-recuperar-niveles).
Compleja realidad político-social que parece coincidir, en líneas generales,
con el impacto directo de la pobreza. Según el Anuario 2023 de la CEPAL,
publicado a fines de febrero, 29% de la población, es decir más de 180 millones
de individuos, padece pobreza. (https://www.cepal.org/es/comunicados/edicion-2023-anuario-estadistico-la-cepal-ofrece-un-conjunto-estadisticas-regionales).
El desperdicio potencializa la miseria
A
pesar de las estadísticas y tendencias preocupantes en lo que respecta al
desarrollo humano, ciertos mecanismos denuncian la irracionalidad del actual
sistema.
Mientras un tercio de la humanidad se confronta a la inseguridad alimentaria,
una quinta parte de los alimentos (el equivalente a mil millones de platos de
comidas), se echa a la basura. Así lo revela un nuevo informe de la Agencia de
la las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), difundido
el 27 de marzo. Cada persona desperdicia, como media, 79 kilogramos de
alimentos al año, lo que permitiría ofrecer 1,3 comidas diarias a cada persona
que padece hambre en el mundo (https://news.un.org/es/story/2024/03/1528666).
La
alta cantidad de alimentos se pierde en distintas fases de la cadena
alimentaria, desde la cosecha hasta el punto de venta y consumo. El
problema no se limita a las naciones ricas. La brecha más grande surge entre
las poblaciones urbanas y rurales.
Infradesarrollo humano, hambre creciente, desperdicio monumental. Algo anda muy
mal en el planeta traumatizado por este sistema hegemónico, tan arrogante como
poco visionario.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del
autor mediante una licencia de
Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras
fuentes.
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