La ultraderecha ya es
'pacifista'
ANA PARDO DE VERA
La líder del partido de extrema derecha
Rassemblement
National (RN), Marine Le Pen.- EFE
Las elecciones europeas que se celebrarán en junio, marcadas sin remedio por la invasión rusa a Ucrania y el genocidio de Israel en Gaza, ahora con Irán en el papel estelar (poca broma), reflejan penosamente cómo a ciudadanos y ciudadanas nos preocupa cada tramo de nuestra vida diaria, sean el laboral, familiar, climático, comercial, energético ... mientras nuestros gobernantes se empeñan en meternos con calzador los temas de rearmamento y las amenazas que ellos mismos han generado, por acción u omisión.
Nos
dijeron que Ucrania ganaría la guerra si Europa y EE.UU. la apoyaban y le
suministraban las armas necesarias. Dos años después, nada se vislumbra de la victoria ucraniana y sí mucho de la
resistencia rusa. Las encuestas confirman una ascenso del hartazgo
de la población en la Unión Europea con esta situación, en la que nadie parece
plantearse en serio una negociación mientras sigue muriendo gente. Este
cansancio, además, viene incrementado al ver el doble
rasero de la UE con Palestina y Ucrania; entre Netanyahu y Putin. A
Putin, ni agua. A Netanyahu, palmaditas en el moflete de niño gamberro y
abrazos contra Irán. Un cinismo vomitivo al que la población europea no es
ajena, lógicamente.
Hace
días, en una encuesta publicada por Ipsos para
Euronews, recogida por La Vanguardia, y realizada en 18 países de la UE, nos recordaban cuáles son esas
preocupaciones prioritarias de los y las europeas a los que los partidos y
gobiernos parecen ignorar, al menos, en el trazo grueso de sus intereses
electorales europeos. Queremos, primero, que se luche contra la inflación y la pérdida de poder adquisitivo que
estamos sufriendo; un 68% de ciudadanos/as UE lo considera prioridad máxima. En
segundo lugar, buscamos que se reduzca la desigualdad social rampante que
campa en los países UE, según un 64% de la población. El crecimiento económico es nuestra tercera
preocupación, que tiene que ver con las dos anteriores y su redistribución.
Ninguna de las tres primeras inquietudes de los europeos y europeas consultados
están relacionadas con más inversión en armamento; es más, según el sondeo de
Ipsos, la defensa en Europa o la ayuda a Ucrania caen notablemente entre nuestras
preocupaciones ante
la falta de resultados con Rusia. Queremos mejores salarios, más trabajo,
servicios públicos que garanticen el ascensor social, precios moderados,... La
paz, no la guerra.
Todos
estos datos, sumados al ascenso de la ultraderecha en las encuestas -que solo es la continuación de su acceso a las
instituciones de los países europeos-, nos llevan a concluir que los intereses
prioritarios de los poderes gobernantes -políticos y económicos,
fundamentalmente- van por un lado y la ciudadanía europea, por otro, un abono muy jugoso para la antipolítica empeñada en convencernos
de que las democracias no sirven para nada porque lo que tú votas no se refleja
en las políticas que se ejecutan.
En
este sentido, por ejemplo, se habría reconducido el discurso de la
francesa Marine Le Pen, líder de Reagrupamiento Nacional (RN),
que a su vez encabeza las encuestas en Francia, muy por delante de la
formación Renacimiento del presidente Emmanuel Macron. Le Pen, en su esfuerzo por diluir las buenas
relaciones pasadas de su partido con Putin, no tiene empacho en criticar el
afán militarista del presidente francés, el primero en Europa que apuntó al envío de tropas a
Ucrania, sabiendo lo que eso conlleva: una guerra abierta y oficial entre la OTAN y Rusia (súmenle
otra entre Irán e Israel, et voilà!)
El
discurso presuntamente pacifista de RN es exactamente lo que parece, una vez
más: el certero detector de malestar que tiene la extrema derecha, el
fascismo, para localizar las preocupaciones y los miedos de la sociedad,
y, a partir de ahí, proponer la eliminación del enemigo político -no se
contempla el término "adversario" en esas latitudes- y soluciones
sencillas y antidemocráticas (xenofobia, racismo, más seguridad por menos
libertad, negacionismos de todo tipo ...) para los problemas tan complejos como
los que atravesamos hoy. Es tan simple, tan repetido a lo largo de la Historia,
tan descarado en su planteamiento que parece mentira que sigamos cayendo en la
trampa. Con la inestimable ayuda, sí, de quienes nos dicen de qué tenemos que
preocuparnos; sin éxito, por qué será.
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