ESE DESCONCIERTO LLAMADO SUMAR
JUAN
TORTOSA
La vicepresidenta
segunda y ministra de Trabajo y Economía Social, Yolanda Díaz, durante su
comparecencia este viernes ante la comisión correspondiente del Senado. EFE/
Fernando Villar
Me pregunto cómo
alguien pudo pensar alguna vez que el futuro de la izquierda en España pasaba
por Sumar. Cuando estos días leo y escucho a incondicionales de la causa
Magariños empezar a caerse del caballo y proclamarlo sin pudor a los cuatro
vientos, no puedo menos que preguntarme qué les llevó a aquel enamoramiento
incondicional que apenas les ha durado un año.
¿Era tan difícil ver que se trataba de la nada envuelta en celofán? ¿Qué les prometieron, qué panorama de futuro les dibujaron? Y lo que es más interesante, ¿quién lo hizo? ¿cuáles eran los objetivos? ¿dónde estaban las ventajas de un invento que a todas luces dejaba claro que se trataba de fagocitar a Podemos, buscar su desactivación y anular su proyección pública?
¿Por qué se intentó
demonizar a Podemos en lugar de sumar de verdad y apostar por una izquierda más
fuerte todavía de lo que en un momento dado llegó a ser, una izquierda que
consiguió poner en jaque al bipartidismo y que, más consolidada aún, hubiera
logrado en algún momento dar carpetazo a la correlación de fuerzas de los
últimos cuarenta años?
De todas las
posibilidades que el liderazgo de Yolanda Díaz tuvo de construir una
interesante alternativa de futuro, ella y quienes les rodeaban eligieron la
peor. ¿Por qué decidió ponerse de perfil cuando sus compañeras en el Gobierno
de coalición eran vituperadas en el Congreso mientras peleaban por sacar
adelante iniciativas de progreso? ¿Por qué las ninguneó en Magariños? ¿Por qué
en su momento no hizo nada para que Irene Montero continuara de ministra? ¿Por
qué dejó sin voz a Ione Belarra en el Grupo Parlamentario forzando así la
marcha de los representantes de Podemos al Grupo Mixto?
¿Para qué sirvieron
los procesos de escucha? ¿Las primarias para cuándo? ¿Qué iniciativas políticas
han puesto en marcha que incomoden a sus socios de coalición? ¿Qué peso
específico tienen en estos momentos en el Gobierno de Sánchez? El rifirrafe
entre las distintas sensibilidades políticas que aún forman parte de Sumar, a
la hora de conformar la lista de candidatos para las elecciones europeas, ha
sido vergonzoso: Jaume Asens volviendo al ruedo (tras haber proclamado que se
marchaba de la política) para ocupar en nombre de los Comunes el segundo
puesto, Compromís amenazando con marcharse al grupo mixto en el Congreso si no
conseguía el tercer lugar, Izquierda Unida comprobando cómo la lideresa hacía y
deshacía sin contar con ellos y peleando con Verdes Equo y Más Madrid por el
cuarto puesto...
Es verdad que las
izquierdas tienen que confluir alguna vez, se sabe que es la única manera de
volver a recuperar el terreno perdido, pero parece claro que habrá que
reinventar cómo. Sumar no es eficaz. Lo sabe Izquierda Unida, lo sabe el PCE,
lo sabe Compromís, lo saben los Comunes: así no se va a ningún lado. Falta el
argamasa, el pegamento que una esa oferta política que seduzca a tanta gente
como en estos momentos anda desconcertada, preguntándose qué demonios pasa,
gente que anda cabreada con mucha razón y que muy probablemente se quede en
casa en las próximas convocatorias electorales como las izquierdas no espabilen
de una vez.
Es una obligación
dar con la tecla, los mimbres están, el contenido político se encuentra en los
planteamientos ideológicos de aquel primer Podemos que consiguió poner nervioso
al sistema hasta el extremo de llevarlos a reaccionar con la violencia que lo
hicieron para intentar acabar con ellos cuanto antes. No lo consiguieron,
porque la esencia sigue viva. Si aquellas confluencias fueron posibles, han de
volver a serlo. Quizás con nuevos nombres y nuevas caras, pero la potencia y la
personalidad del proyecto nacido en 2014 permanece. Quienes pusieron toda la
carne en el asador para destrozarlo saben que no han acabado con él. De ahí la
apuesta esta vez por un Gobierno de coalición de izquierda light, de ahí que
los miembros de Sumar en el ejecutivo tengan mucho menos peso y se les respete
menos que al bloque de Unidas Podemos en el anterior Consejo de Ministros.
Podemos está vivo
–el CIS lo acaba de certificar- y sus ideas mucho más. Puede que cueste que eso
se materialice en apoyo electoral a corto plazo pero, desde luego, lo que
acabará disuelto como un azucarillo en el agua, y más pronto que tarde será esa
entelequia, ese desconcierto llamado Sumar de donde empiezan a marcharse profesionales
de la supervivencia que tanto lo apoyaron en sus inicios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario