MANOS SUCIAS, ABOGADOS BLASFEMOS,
GOLPISMO DEL PP Y ‘LAWFARE’
Tras
las últimas elecciones, los populares han tomado una pendiente sin frenos para
expulsar como sea y sin recato, ni moral, ni espíritu democrático, al gobierno
legítimo constitucional
JESÚS
LÓPEZ-MEDEL
Manos
limpias. / Malagón
El Partido Popular
vive, desde 2004, en un estado de sobreexcitación, de no aceptación y de
rebeldía por estar en la oposición. Vive incluso en modo desestabilización
institucional. Parte de la sociedad ha acabado asumiendo y normalizando esta
actitud. Ha terminado por contagiarse de ese nerviosismo y agresividad. Y esto
es grave.
La mal llamada polarización por la conservadora Real Academia de la Lengua podría dar a entender que existen dos polos extremos iguales –aquí está su manipulación– pero al mismo nivel, que son la derecha ultra y la izquierda ultra –ésta muy minoritaria y sin representación en el Parlamento–. Y esto es mentira, primero porque no tienen nada que ver. Por los hechos (y los discursos) los conoceréis y desde luego los planteamientos de Vox son inequívocos en cuanto a la negación rotunda de un “Estado social” , “democrático” y “de derecho”.
Pero hay algo peor
que esta facción nostálgica del régimen dictatorial. Y eso es el PP. El
liderazgo de Aznar sigue iluminando ese sendero de extrema derecha que
emprendió: la mezcla de sus intereses económicos, sus ideas ultraderechistas
–que ocultó mientras hablaba de Azaña y que consiguió engañar a algunos o a
muchos (me incluyo)–, su etapa final, más propia del ridículo payaso de
Berlusconi (padrino en la maldita boda) y, a partir de ahí, el engaño masivo
que fue la mentira de lo que sucedió el 11-M.
El liderazgo de
Aznar sigue iluminando ese sendero de extrema derecha que emprendió: la mezcla
de sus intereses económicos y sus ideas ultraderechistas
A Aznar le sucedió
el corcho flotador de M. Rajoy. Su capacidad para no mojarse dejó unas huellas
que, a mí (que había sido portavoz en Administraciones), me sacudieron. Que
colocara como portavoz a un personaje tan corrupto como falso llamado Eduardo
Zaplana me alejaron definitivamente. La actuación tras las elecciones de 2004
me dejó fuera de juego y me exilié a otras actividades fuera de España
relacionadas con los DD.HH. Cuatro años escuchando lo de “gobierno ilegítimo”
me saturó desde el primer momento. En 2018 volvió el PSOE. Y otra vez la misma
matraca, que, seis años después, no ha cesado. ¡Qué mal perder tiene la derecha
que cuando pierde, cuestiona siempre los resultados! ¿Es eso ser demócrata?
Y en estas llegó
Feijóo. Aunque el autocalificado como periódico progresista llevaba años
dándole bendiciones, yo me atrevería –solo dos meses después de llegar a
Madrid, de la mano de la ya entonces trumpista Ayuso– a calificarle como el
arte de la simulación. Desde entonces se ha mostrado como un hombre sinuoso,
escurridizo, queriendo aparentar una bonhomía muy hipócrita.
Tras las últimas
elecciones, el PP, totalmente desinhibido, ha tomado una pendiente sin frenos
para expulsar como sea y sin recato, ni moral, ni espíritu democrático al
gobierno legítimo constitucional surgido de la elección de los ciudadanos en
julio del año pasado. No aguanta más en la oposición. Si tienen que morder (en
sentido figurado), muerden, si tienen que mentir, les sale muy bien. Pese a su
apariencia estirada, el líder es un agitador y hasta cuando pronuncia “Sánchez”
la cara se le contrae y emite señales de odio. Está contagiado de Ayuso
Para que toda esta
agitación, cargada de bilis y mentira, tenga éxito, además de la desvergüenza
–que les sobra–, se necesitan dos ingredientes fundamentales. En primer lugar,
una extensa red de medios y pseudomedios financiados en gran parte con el
dinero público de las comunidades peperas, que más que informaciones lo que
hacen es divulgar bulos, invenciones y falsedades.
Luego viene un
chiringuito mafioso, o de perturbados juntarrecortes, que acude al juez
(generalmente, y no es por casualidad, les toca por reparto uno de los suyos)
y, venga, a volver a injuriar. De esos hay bastantes: unos son escasamente
conocidos pero hay otros que son muy activos querellándose contra quienes les
caen mal. Entre ellos, están Hazte oír,
la Asociación de Abogados blasfemos que peca contra el segundo mandamiento al
utilizar pérfidamente el nombre de Cristo. Sobre esta panda de posesos –que
contribuye a crear aún más ateísmo–, no he oído a los obispos pedirles que no
utilicen el nombre del cristianismo para dedicarse a presentar querellas a
troche y moche…
Lo de Manos Sucias
es de traca. Es sabido que, junto con su ideología fascista declarada, se
dedican constantemente a extorsiones y estafas. Para ello, utilizan
torticeramente los tribunales. Amenazan, pero si cobran retiran las denuncias.
Ese es su modus operandi. Hasta hace muy poco estaban condenados por la Audiencia
Nacional, pero hace escasos días el Tribunal Supremo ha revocado la sentencia
anterior. En la Sección que les ha absuelto están Marchena y Llanera. Menuda
pareja.
Lo peor de todo
esto, de la crispación creada por la ultraderecha y la actuación de chiringuitos,
jueces y pseudoperiódicos, es que esa bronca se traslada a la ciudadanía
El otro elemento
fundamental para alcanzar el éxito en la estrategia desestabilizadora es la
implicación de jueces y magistrados que, de forma desleal a su exigible
independencia, se convierten en activistas políticos. Los hay y no son pocos.
Entre ellos está el disparatado juez que ha acordado abrir diligencias penales
contra la esposa del presidente, sobre la base, exclusivamente, de unos
recortes de prensa que el propio denunciante admite que podrían ser noticias
falsas. El juez Juan Carlos Peinado tiene detrás una historia de disparates.
También tiene el mérito de tener una hija concejala del PP en Pozuelo. Desde
luego, el juez Peinado ha cumplido la máxima aznariana: “Quien pueda actuar,
que actúe”
Hay bastantes más y
no me resisto a mencionar a una magistrada de la Audiencia Nacional. Como es
sabido, son muy numerosas las querellas interpuestas por esos letrados con
caperuza contra personas del PSOE por la amnistía. El cilicio lo guardan para
pinchar a los que odian porque son muy cristianos, oiga, pero odiar y joder al
prójimo lo hacen con prodigalidad. Pues bien, todas las querellas están siendo
inadmitidas de plano, así directamente. No obstante, la jueza a la que me
refiero, sorprendentemente la admitió y acordó “la apertura de diligencias.
esenciales para determinar si había infracción penal con la proposición de
ley”.
Eso no tenía
recorrido y era insostenible, pero quiso dar la nota y se dejó llevar por su
ideología. La magistrada María Tardon fue concejala del PP en Madrid, y está en
la lista para ir al CGPJ cuando se renueve. Con ello, acaso quiso hacer méritos
para ser elegida cuando llegue el momento. Dos semanas después tuvo que
declarar su inadmisión (no tenía otra salida), pues Patxi López y otros
diputados eran aforados y, por tanto, no le correspondía a ella, sino al
Tribunal Supremo enjuiciarlos. ¿Y por qué no lo remitió? Porque, mientras, el
alto tribunal estaba inadmitiendo todas las querellas, simplemente porque lo
denunciado no tenía relevancia penal. He entrado en el detalle de explicar esto
para que los lectores conozcan cómo funcionan las mentes de algunas señorías
Lo peor de todo
esto, del ambiente que se vive, de la crispación creada por los políticos de la
ultraderecha y la actuación de chiringuitos, jueces y pseudoperiódicos, es que
esa bronca se traslada a la ciudadanía. Y ya ha habido alguna agresión a
personas solo por sus ideas.
Habría que ver qué
pasaría si hicieran lo mismo con sus señorías, de piel tan sensible
Concluyo con una
pequeña pincelada. Poco después de decir el presidente de Vox desde Argentina
que le gustaría ver un día colgado a Pedro Sánchez sin que pasase nada, en la
calle Ferraz de Madrid pasearon a un monigote gigante que representaba al
presidente del Gobierno. Le insultaron, lo golpearon como si fuese una piñata y
acabaron quemándolo. El asunto llegó al juzgado dirigido por Concepción Jerez,
activa dentro del sindicato derechista de APM, que estimó que no existía delito
de odio, lo cual parece jurídicamente correcto, pero de eso a añadir que era un
“acto festivo” va a un trecho largo.
Habría que ver qué
pasaría si hicieran lo mismo con sus señorías, de piel tan sensible. Así como
con el impoluto líder de la oposición. A quien se le ocurriera, le caería un
buen paquete.
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