NO ES CON SÁNCHEZ NI CON EL PSOE PERO
ES CON LA DEMOCRACIA
JUAN CARLOS MONEDERO
El presidente del Gobierno,
Pedro Sánchez, en el
Congreso. / J.P. Gandul (EFE)
"Hemos olvidado la
guerra en el afán de construir la paz de los españoles, pero no hemos olvidado
ni olvidaremos nunca la victoria".
Torcuato Fernández
Miranda (21 de diciembre de 1973)
¿Que el PP no lleva robando desde
antes de que fuera un partido?
En España, el mayor
tráfico de influencias tiene lugar en la jefatura del Estado, donde los
progenitores colocan siempre a su hijo o hija en el puesto que ellos dejan.
Todo queda siempre en casa. No es extraño que en España se prospere más con
buenas influencias que con buenas notas.
Al Partido Popular le da absolutamente igual que la esposa de Pedro Sánchez firmara cartas recomendando proyectos y empresas, igual que para cursar una denuncia les da igual que se haya hecho o no conforme a la ley. Este partido lo fundó un Ministro de Franco, Manuel Fraga, que hizo la campaña en Galicia con dinero del narco, lo que a su vez explica por qué el Presidente del PP, Núñez Feijóo, veraneó con un delincuente de la cocaína durante años mientras las madres de negro se manifestaban contra la droga que mataba a sus hijos. El PP ha sido condenado ya tres veces por robar a España y entre sus dirigentes ya hay decenas de ladrones que se gastaban el dinero robado a los españoles en cocaína y "volquetes de putas". El responsable del milagro español del gobierno de Aznar, el Ministro del PP Rodrigo Rato, está condenado por robar muchísimo dinero a los ciudadanos representados por esa bandera que los delincuentes del PP llevan en la muñeca diciendo que la quieren tanto. Ni los que quieren romper España han robado tanto a España como los patriotas del PP. Sería bueno para España, en especial para sus arcas, que la derecha no la quisiera tanto.
Si a los
"populares" les molestara que en el entorno de los políticos se
hicieran recomendaciones económicas, tendrían que echar a Núñez Feijóo, que
hizo lo mismo con sus familiares y, de manera aún más bochornosa, a Isabel Díaz
Ayuso, que ha metido en esas recomendaciones a padres, hermanos, primos, amigos
y conocidos, con el añadido sorprendente de que quien tuvo que dimitir en el PP
fue Pablo Casado por denunciar la mordida del hermano de la presidenta por
vender carísimas mascarillas cuando la pandemia se llevaba en los hospitales y
residencias de Madrid a decenas de miles de personas. La españolidad de, aproximadamente, la mitad
de los españoles está puesta en duda para la derecha desde, al menos,1873, y
esta condición de malos españoles les hace susceptibles, siempre, de, llegado
el caso, ser fusilados. Empezamos nuestra historia echando a moriscos y judíos,
y el papel de la Inquisición lo representan, con togas en vez de sotanas,
personajes a los que siempre les caen algunas migajas de las mesas de los
ricos.
Razones clásicas
para una dimisión
La decisión de
Pedro Sánchez de ponerse en stand by cinco días es sorprendente y tenemos que
reconocer que nos falta información para poder calibrarla. A Sánchez sabemos
que le gusta cambiarle el ritmo a todo el mundo y su habilidad consiste
precisamente en esos cambios de giro que hacen derrapar a los delanteros más
finos de los demás equipos. Hasta hoy, y ya tiene una edad, lo que ha
demostrado es una enorme sangre fría y una capacidad vulcaniana de ejecutar
incluso a sus mejores amigos.
Tiene razón la
directora de Público cuando afirma que no da "puntada sin hilo". La
expresión de amor que contiene la carta, aun siendo seguramente cierta (¿por
qué hay que dudar de ella?), no deja de tener trazas del ajedrez aleatorio de
Iván Redondo, ese que quiere dejar a todo el mundo con el polo de las pilas
invertido. Con esa declaración de amor por encima de la política, seguro que
Netflix baraja ya hacer una serie que se llame Lady Di y Mr. Handsome, HBO otra
que se llame Los juegos del calamar de Pedro Sánchez y Filmin una tercera,
siempre más frugal, Sánchez: diez días de mayo. La última vez que nadie tuvo a
todo el país aferrado a un plazo fijo fue en circunstancias mucho más trágicas.
Las razones para una dimisión de la
presidencia del gobierno que puede brindar la ciencia política serían las
siguientes:
Una guerra civil
dentro del partido. No es el caso, pues Pedro Sánchez tiene laminado al PSOE
desde que le cortó en su día la cabeza y luego les derrotó en las primarias. Es
verdad, sin embargo, que le estará esperando en la "bajadita". No
hemos escuchado a la vieja guardia del PSOE y tampoco a algunas ministras y
ministros pronunciarse sobre el asunto.
Un escándalo para
el que no se pudieran rendir explicaciones. Aquí todo son especulaciones, pues
no hay información veraz sobre nada de esto. Es cierto que Begoña Gómez es
empresaria y ha hecho negocios, pero no está demostrado ni hay indicios de que
haya cometido ilegalidades. Aunque se pueda afirmar que debiera haberse
abstenido de algunas recomendaciones por su vinculación con el Presidente del
gobierno, es evidente que en la construcción mediática de su
"condena" se ha mentido acerca de subvenciones falsas e, incluso,
confundiendo su persona con otra empresario del mismo nombre. Para la derecha,
la verdad es simplemente un recodo del camino.
La quiebra de la
mayoría parlamentaria. Aquí lo que hay es debilidad: la incapacidad que está
demostrando Sumar; el desgaste que supone para una parte del PSOE el apoyo de
Bildu y ERC; el cansancio del chantaje permanente de Junts, incluso después de
ponerse en marcha la amnistía; y la difícil conformación de mayorías debido a
las diferencias ideológicas de los grupos que configuran la investidura son
elementos que señalan cierto agotamiento.
Una amenaza
inconfesable de los poderes fácticos. Es lo que le pasó a Adolfo Suárez y hoy,
en un mundo globalizado y lleno de espías, los riesgos se multiplican.
Igualmente, esto permanece en el misterio, dando pábulo a supuestos usos de la
herramienta Pegasus y a todo tipo de narraciones conspiranoicas que, aunque carezcan
de pruebas, colaboran a la especulación. El silencio absoluto de Pedro Sánchez
puede entenderse con los tintes pasionales de un amor desaforado o con
cualesquiera otras explicaciones. Sánchez no ha ayudado al respecto. Cuando
decides dimitir ¿tiene sentido darte cinco días de plazo? ¿Para qué necesitas
ese tiempo? ¿Qué razones cobran fuerza pasadas esas horas? Como hace Dios,
Sánchez nos ha dado pocas pruebas de existencia.
Una ocasión para
encontrar una ventaja electoral: aunque no sea la razón principal (en una
decisión política siempre juegan varios vectores), aquí se puede afirmar que
Pedro Sánchez ya ha ganado. El PSOE se ha reforzado en las catalanas;
prácticamente, con esa apelación sentimental al líder enamorado y asediado por
los franquistas, ha asestado la puntilla a Sumar (no olvidemos que los elogios
desbordados de Yolanda Díaz a Pedro Sánchez, como si fuera un elegido por los
dioses, brinda en bandeja el apoyo electoral al PSOE por parte de los votantes
rosados); el gobierno sale de la parálisis en la que estaba (sea a través de
una moción de confianza o de la vía que se ponga en marcha para sustituir a
Sánchez); pone a bailar a todos los partidos de la investidura al son del PSOE;
deja a la derecha, después de años tendiéndole la mano y blanqueándola -aquí sí
que se la ha blanqueado-, como lo que son: furibundos enemigos de la democracia
que no aceptan los resultados electorales cuando pierden; engrasa su elección
en algún cargo internacional, sea el Consejo Europeo, la OTAN u otro que surgiera.
El apoyo a Sánchez
por parte de todo el espectro parlamentario, salvo en el caso del PP y VOX,
tiene que ver con lo que la andanada contra Begoña Gómez supone de ataque
personal. Está claro que forma parte de un montaje orquestado -de eso sabemos
mucho en Podemos-, donde se juntan, bien organizados, medios de comunicación de
la derecha y la extrema derecha, el Partido Popular y algunos jueces que,
curiosamente, ya llevan acumulados trienios en esto de ayudar a la derecha. El
corrompido Consejo General del Poder Judicial está prolongando la jubilación a
los 72 años a jueces que se han significado en dictar sentencias en la
dirección afín a la ideología de la derecha. No en vano, Ignacio Cosidó dijo
que iban a controlar el Tribunal Supremo a través de la Sala Segunda (la que ha
absuelto al sinvergüenza de Manos Limpias), Cayetana Álvarez de Toledo dijo que
los jueces iban a detener lo que no habían detenido las urnas y no son ni uno
ni dos los hijos de los jueces amables con el PP que ascienden al calor del
partido. La necesaria vinculación de los jueces con los principales partidos
para prosperar en la carrera judicial hace el resto. Que por eso lleva el CGPJ
cinco años fuera de la Constitución y siguen hablando de justicia y de derecho,
que es como si el Chapo Guzmán jugase un partido de fútbol benéfico contra las
drogas.
La marcha sobre
Roma de la derecha
En Sevilla, en
2003, los promotores inmobiliarios dijeron: vamos a gastarnos en un ataque
mediático y judicial la mitad de lo que podemos embolsarnos si nos cargamos a
la izquierda en la alcaldía. Y fueron contra Antonio Torrijos, entonces
teniente de alcalde de IU. Por supuesto, lo sacaron de juego. Por esa capacidad
de fuego, la derecha siempre ha querido ser dueña de los principales medios
generales y locales de toda España. Y de la judicatura.
Por algo similar,
los jueces quieren ser los que elijan a otros jueces. Es una garantía para
poder seguir haciendo determinadas cosas. No estaría mal que cada vez que un
juez dice que deben ser ellos los que deben elegir a otros jueces para el CGPJ,
se les abriera una investigación como sospechosos de algo, en términos
parecidos a lo que ellos han hecho investigando a los políticos de la
izquierda. Si repasamos lo que ha hecho la derecha, se nos acaba la amabilidad.
El bipartidismo que
ya ha vuelto empobrece a España. La mitad del bipartidismo (PP) impulsó esas
trampas del uso espurio de jueces y medios, mientras la otra mitad (PSOE)
siempre ha mirado para otro lado. Así ocurrió con IU (en el caso de Julio Anguita,
quien disparó fue el PSOE), con el independentismo vasco, con el catalán, con
casi toda la dirigencia de Podemos -de manera muy exagerada e integral-, con
Mónica Oltra, con Ada Colau y con muchos particulares (incluidos titiriteros,
muchachos de Altsasua, los seis de Gijón, el SAT, raperos y tantos otros, donde
también miró para otro lado una parte de la izquierda que ahora quiere sacar
cabeza y hace el ridículo. De hecho, es una constante que las persecuciones a
políticos cuando estaban en la órbita de Podemos, desaparecieron cuando se
fueron a otras formaciones. Y nunca se han dado cuenta, como le pasa ahora a
Sánchez, que, si les hace falta, irán a por ellos como han ido a por sus
antiguos compañeros.
En conclusión, de
aquellos fangos, estas Manos Sucias, los jueces fascistas y prevaricadores,
Núñez Feijóo e Isabel Díaz Ayuso.
Pero si los jueces,
los medios o los que manejan los secretos tumban a Pedro Sánchez ¿cómo vamos a
pararles? Mussolini marchó hacia Roma en 1923 porque las urnas no le favorecían.
La policía y el ejército podían pararles y así se lo hicieron saber a las
autoridades. Fue el rey Victor Manuel III el que dejó entrar en Roma a
Mussolini, el que impidió la represión de los escuadristas y el que le concedió
su apoyo. Es obligatorio preguntarnos qué está haciendo Felipe VI que no
obedece a su obligación de arbitrar el buen funcionamiento de las
instituciones, como le marca el artículo 56 de la Constitución. Ese artículo
fue el que justificó el discurso del Emérito el 23F y el del propio Felipe VI
el 3 de octubre. ¿No son hoy los jueces, en convivencia con panfletos
mentirosos, los que están poniendo en peligro la democracia? ¿O prefiere
guardar silencio para que la derecha no vuelva a insultarle?
En Roma, tenía que
haber sido el pueblo el que debía haber parado al fascismo.
Conviene tomar
nota.
Sánchez es muy
probable que se marche, pero debiera quedarse
Creo que cuando la
flecha está en el arco, tiene que salir. Es probable que Sánchez se marche.
Seguro que en lo personal está tocado, por las razones que sea y, como veíamos,
marchándose tiene ventajas personales y de partido que quizá quedándose no le
convengan. Esa generación de políticos no entienden igual el sacrificio que sus
mayores. Después de amagar con irse es difícil que no lo haga de no ser que, al
volver el lunes, protagonice un capítulo de infarto que deje ñoña a la boda
roja.
Puede, por tanto,
asumir la derrota y marcharse, pensando que deja a su partido bien situado y
empezando a pensar en su propio futuro; o puede regresar con el cuchillo entre
los dientes y girando hacia la izquierda. Quizá, incluso, haciéndonos
partícipes a los españoles de esas cosas que parece que nunca puede saber el
pueblo.
En cualquier caso,
hoy hay que decirle a la extrema derecha de este país que todos los demócratas,
aunque no vayamos a votar al PSOE (y no hay que hacer trampas con eso), debemos
hacer valer que el resultado de las urnas se respeta. Y vamos a exigirles, a
los del PP y VOX, y también a quienes les votan, que vamos a defender la
democracia. Porque apoyar hoy la estrategia del PP, es formar parte de los que
apuestan por el fascismo contra la democracia, aunque sean nuestros vecinos.
Estuvieron 40 años
silenciándonos, torturándonos, encarcelándonos, exiliándonos y fusilándonos. Uno
de sus jefes lo dijo: "Hemos olvidado la guerra en el afán de construir la
paz de los españoles, pero no hemos olvidado ni olvidaremos nunca la
victoria". Nosotros tampoco olvidamos. No va de defender a Pedro Sánchez
ni a un PSOE que, torpe, no ha sido capaz de convertir el acto de Ferraz en un
acto de defensa de la democracia y, como siempre, lo ha convertido en un acto
de partido. Da igual. Hoy nos toca, a los que siempre hemos sido generosos,
defender, con todo, a la democracia, poniéndonos al lado de quien es el
presidente legítimo de todos los españoles y españolas.
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