CANARIAS TIENE UN LÍMITE, EL 20 DE ABRIL
LO PUEDE DETERMINAR
ARTURO
BORGES ÁLAMO,
Miembro
del Comité Nacional del PCC
Y pasa por la protección de los
espacios naturales, la generación de redes de solidaridad y sostenibilidad en
relación a los medios de transporte al alcance de la clase trabajadora y por
dar más importancia a los entornos rurales, motores del sector primario en
Canarias.
La potente eclosión de las luchas en defensa de la tierra y de las condiciones de vida del pueblo canario, hace ahora 20 años, y que dieron origen a procesos organizativos como el de Asamblea por Tenerife y otros en otras islas, vuelve a manifestarse en estos días por el nulo caso que los sucesivos gobiernos de Canarias han prestado a unas justas reivindicaciones que ahora llevan a la convocatoria de nuevas movilizaciones para el 20 de abril, en Tenerife, Gran Canaria, La Palma, El Hierro, La Gomera, Lanzarote, Fuerteventura e incluso en La Graciosa.
Fue en 2022 cuando, en una
concentración frente a un hotel en el que, con motivo del Día Mundial del
Turismo, se celebraba un acto del Gobierno de Canarias, se produjo la
intervención de una activista que lo decía todo: «Lo sentimos, pero aún no nos
hemos acostumbrado a los desahucios a familias vulnerables, a las muertes en urgencias
por la falta de personal médico, a las clases abarrotadas de alumnos en
infraestructuras descuidadas, a los trabajos de esclavitud por salarios de
miseria y a los incontables expolios del patrimonio natural y cultural de las
islas», denunciaba el texto leído, así como que
«el paro juvenil en Canarias es el primero de España y el más grande de
Europa». Señalando además, «sabemos que el trabajo que nos da su modelo
(turístico) es de miseria y nos empuja a ser exiliados económicos para trabajar
por cuatro duros en los países ricos; y más importante, sabemos que la
verdadera riqueza que sostiene nuestras vidas no está en las cuentas bancarias
de ningún inversor nacional o internacional, sino en la tierra que habitamos y
nos sostiene, y en el trabajo de las personas que aquí viven».
Se rechaza el modelo económico de
tan nefastas consecuencias, modelo sostenido por la oligarquía canaria y los
partidos que se prestan a su gestión, cada vez más dependiente, cada vez más
lejos de la soberanía alimentaria, energética, tecnológica, económica, etc. Se
planifica y se legisla, en función de los intereses de la oligarquía. Está
agotado y no es sostenible ni ambientalmente, ni socialmente ni económicamente,
tampoco en cuanto a los objetivos de salud sostenible de Naciones Unidas.
Pesa mucho la frustración de las
victorias parciales habidas en las luchas contra el macroproyecto turístico de
Cuna del Alma en el pueblo pesquero del Puertito de Adeje, así como contra la
construcción de un hotel en la Playa de La Tejita, ambos situados en el sur de
la isla de Tenerife, que han llevado ahora a una huelga de hambre, desde el
jueves 11 de abril, a diez jóvenes activistas con el objetivo de que se
paralicen dichos proyectos.
También, en las otras islas,
además del modelo económico común en general, sobran motivos específicos en
todas y cada una de ellas por diversos proyectos contrarios al desarrollo
sostenible y a favor de la especulación, la corrupción y la destrucción
medioambiental en un escenario de agudización de las desigualdades sociales y
deterioro de los servicios públicos por la dilapidación de ingentes cantidades
de dinero público en macroproyectos empresariales.
Es el caso, por ejemplo, del
proyecto del tren en Gran Canaria que es un disparate que no resuelve los
problemas de movilidad de la isla y que hipoteca al escaso territorio
disponible, fragmentándolo y afectando terrenos agrarios, y tener un impacto
ambiental muy negativo. Al entrar en competencia con las líneas más rentables
de Global, estas se verán obligadas a reducir líneas y frecuencia. Con ello se
reducen las interconexiones con los pueblos del interior de la isla y en
consecuencia el impacto sobre el vehículo privado (principal problema de
movilidad interinsular) es nulo o de incremento de este.
El impacto ambiental del tren es
tremendo, ya que afecta a suelos productivos agrícolas e industriales, tiene un
impacto negativo sobre poblaciones y patrimonios públicos y económicamente no
es rentable.
Detrás de este proyecto se
esconden intereses privados de grupos de la construcción, especuladores y del
sector de auto privado. El conflicto entre capital y territorio se sitúa
también en el conjunto del archipiélago con tener una forma de explotación
irresponsable con el patrimonio especial de un espacio con las singularidades
reconocidas, además el capital ha creado unas divergencias entre las distintas
islas en función de los intereses de explotación turística dejando una
distribución demográfica desigual y un condicionante sobre los sectores
económicos de cada una de las islas.
Canarias es un territorio que no
sólo se distingue del resto del territorio español por su desarrollo económico,
sino también por su condición geográfica y situación medioambiental. Así, la
especulación del suelo canario para la construcción en masa de elementos
habitacionales e infraestructuras hoteleras ha sido una constante en el último
siglo, que ha llevado a luchas cada vez más sonoras y marcadas en nuestro
archipiélago.
La destrucción de nuestro medio
movida por los hilos del capitalismo más feroz y una economía basada en la
explotación intensiva de la clase trabajadora y el medio natural, sin duda
contribuye a su vez de manera activa al desarrollo del cambio climático, un
fenómeno caracterizado por su irremediable aumento de temperaturas, tormentas,
inundaciones, aumento del nivel del mar, etc. afectando así a la actividad
humana y a la vida digna de las clases populares.
Nuestro territorio condicionado
por su insularidad, hace que miles de trabajadores y trabajadoras se desplacen
a sus centros de trabajo a diario, principalmente hacia zonas metropolitanas y
grandes núcleos turísticos, sin una solución real a los problemas de movilidad
que se han generado y, por supuesto, para la reducción de los índices de
contaminación.
A pesar de que existe transporte
público, no existe en Canarias un Plan de Movilidad pensado por y para la clase
trabajadora, es necesario trabajar en generar propuestas que incidan en lo
económico, en el consumo de recursos y cambio cultural respecto a la idea de
movilidad en nuestra tierra. Así, también se hace necesario plantear si la
concentración de administraciones e instituciones en las capitales es
fundamental en el siglo XXI, pues las zonas rurales siguen siendo las grandes
perjudicadas, existiendo una diferencia en el desarrollo de la vida de una
persona en capital de isla respecto a zona rural.
De hecho, las zonas rurales
destacan sobre todo por su abandono constante de las políticas de
sostenibilidad y medio ambiente, y en los últimos años, han sido las grandes
expoliadas en beneficio de las capitales de provincia, ciudades y zonas
turísticas. Se han cosificado nuestros espacios naturales, provocando
auténticos atentados medioambientales en pro de un supuesto desarrollo
económico que se traduce en beneficio económico en manos de unos pocos
oligarcas.
En suma, el límite pasa por la
protección de los espacios naturales, la generación de redes de solidaridad y
sostenibilidad en relación a los medios de transporte al alcance de la clase
trabajadora y por dar más importancia a los entornos rurales, motores del
sector primario en Canarias.
Otra cosa es ir mucho más lejos,
dando un giro radical en las políticas económicas, sociales y medioambientales,
es decir, cambiar las relaciones de producción en el marco de un proyecto de
clase dotado del contenido que precisa la mayoría social, compuesta por la
clase trabajadora, profesionales autónom@s, pequeños y medianos empresari@s,
pensionistas, jóvenes, personas en situación de dependencia, etc.
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