LA MEMORIA QUE HABITO 2
DUNIA SANCHEZ
Humanidad. Y qué es lo humano. Lo humano tiene un compendio de referencias que se absorbe cuando somos vacío. Lo humano de ser y estar. Lo humano del todavía hay esperanza. Lo humano de un sueño. Lo humano de una paz. Lo humano de tender la mano al amigo, a los seres queridos. Lo humano del respeto. Lo humano en la actitud cuando el desastre nos emancipa de las ganas de sentir, de vivir. Lo humano de una sonrisa cuando la inocencia viene a nosotros. Lo humano de una razón que no desate la catástrofe. Humanidad…Ahora, sola, después de que se halla desintegrado el sistema político social económico sanitario de un país. Donde el caos nos consume en el desinterés, en una elocuente desgana en ser el pilar de una nueva vida. En este rincón, desconectada con todo, con esos monstruos de una tierra donde las prisas, la gravedad de las guerras avanzan terroríficamente. Donde somos seres no pensantes, alimentando a la inteligencia artificial todo aquello que nos gustaría hacer. Ellos gobiernan, nosotros pegados al curso de sus movimientos . Si fue un gran avance, pero también como todo lo que proviene de un buen descubrimiento viene su lado maligno.
Tan mal
que nos hemos estropeado, conversamos con robots y ellos responden a todas
nuestras necesidades. Humanidad, donde está. Y yo aquí, todavía humana o me
considero humana, ajena a lo podrido que andan nuestras ideas. Ahí abajo luchan
contra la nada, con el descontrol del egoísmo e injusticia. Me fijo en unos
ojos, en unos ojos claros. Se levanta. Se viste. Coge su bolo y sale. La ciudad
en un mutismo total. La ciudad rota total. La ciudad escena de gases letales.
Pero a esos ojos claros le es lo mismo. Sale. Pasea por una ciudad donde aun
quedan restos del ayer. Por una ciudad donde el cielo es pesado y cenizo. Y esa
mirada clara se pierde en los restos de un parque, un parque de su juventud, de
su infancia. Solo su mirada percibiendo la muerte lenta de las arboledas, todo
es ruina, todo es un canto fenecido en la memoria y se da cuenta que habita en
el lamento de esta tierra. Esa mirada se viste ahora de estrella, allá en la
cumbre, allá donde se deposita la calma, donde los días se hacen lento . Y anuncio un atisbo de felicidad. Porqué no,
estoy en mi derecho. A lo lejos se divisa una linterna que se balancea de su
movimiento. Una linterna que desprende un andar tranquilo hasta aquí, hasta
donde estoy. La vida
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