ATRAPADO
JOSU AIZPURUA
El banco bulle de
electoralismo y cada uno tira su mitin particular. Ya todos conocemos el pie
del que cojea el compañero, pero aún y así, resulta más entretenido que dar de
comer a las palomas.
Cuando se fueron
los demás, Bartolo me sorprendió con una confidencia: me puse en guardia. Pero
no era lo que pensaba pues cuando me dijo que se sentía “atrapado” me puse en
lo peor y pensé en cómo salir del apuro en el banco con un “atrapado”.
Pero no era una mujer atrapada en el cuerpo de un hombre, por fortuna para mí, y cuando me lo explicó me dejo noqueado. Era un rico atrapado en el cuerpo de un pobre.
Y lloró amargamente
por el poco caso que los nuestros habían hecho de su problema. A los trans
hasta les habían hecho un Ministerio e Irene se había desvivido por elles, o
como se diga, pero por Bartolo; nadie movió un dedo.
Me aseguró que
desde niño él gustaba de las bicicletas BH, pero tenía una patineta de madera,
que arrastraba con los pies y si le adelantaba una bicicleta se iba a su casa a
llorar. Nunca pudo ser feliz.
Y siguió creciendo
en su desdicha y su cuerpo de rico le pedía grandes banquetes, pero su mesa era
frugal y barata. Sus ropas de mercadillo y sus ansias; de marcas relumbrantes.
Ya no quería votar
más, los nuestros le habían defraudado y se resignaba a quedarse atrapado de
pobre y seguir viendo pasar a los ricos por la calle.
-
¡Soy un rico atrapado en el cuerpo
de un pobre! Y nadie se ocupa de mí. -
- Solo necesito un apoyo bancario, pero ya
ni me reciben. –
Sorprendido y
apenado por la enorme frustración de Bartolo, me volví hacia mi zona, pero mi
cabeza estaba en el drama recién descubierto y caí en la cuenta de que los
nuestros no habían hecho nada por él.
No encuentro estadísticas
sobre los que puedan sentirse igualmente atrapados, pues los fachas lo niegan:
no hay mas que ricos, ellos, y los demás son pobres. No caben los atrapados.
Y miro a mi
alrededor y comprendo a Bartolo. Veo gentes descontentas con su suerte, que no
se resignan a ser comparsas de los ricos y quieren competir para salir de su
desgraciada pobreza. Esa pobreza indigna que te convierte en proscrito ante tu
familia y amigos.
¿Los nuestros
deberían hacer algo?
¿Y si yo fuera un
jóven atrapado en el cuerpo de un viejo? ¡vaya lío!
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