CREUHERAS Y AFINOGENOVA
PABLO IGLESIAS
No me negarán que estos dos apellidos –Creuheras y Afinogenova– se las traen y, además, nos traen, en estos días, un retrato muy completo de cierto periodismo. Dejemos a este tipo de periodismo en “cierto” y no añadamos más adjetivos calificativos, que está la profesión muy sensible estos días y no paran de mandarse abrazos y darse las gracias los unos a los otros.
Permítanme, simplemente, formular algunas preguntas y ya se las responden ustedes si les apetece. ¿Cómo es posible que el Juzgado de Instrucción nº 50 de Plaza de Castilla esté investigando al Grupo Planeta (editor de Antena 3, La Sexta y La Razón) y a su presidente, José Creuheras, por falsedad en documento privado, revelación de secretos, denuncia falsa y estafa procesal y que ninguna televisión lo haya contado? ¿Cómo es posible que el tema no se haya hablado en ninguna de las tertulias de las televisiones y las radios de Madrid? ¿Por qué
ninguno de los periodistas que regularmente reivindica la dignidad de la
profesión ha escrito un artículo acerca de esto? ¿Dónde está el mordaz análisis
de Nacho Escolar sobre la imputación de Creuheras? ¿Dónde está el artículo de
Maestre en La Marea? ¿Dónde está el tuit de Pedro Vallín? ¿Qué opina Ramón Lobo
de esto? ¿Qué piensa Ana Pastor de la imputación de su jefe y de la empresa en
la que trabaja? ¿Dónde está la verificación de Newtral? ¿Qué hace Maldita
Hemeroteca que no lo cuenta? ¿No es un tema que merezca la atención de Xabier
Fortes en su programa de la televisión pública? ¿Por qué no lo cuentan Marta
Flich y Risto Mejide en su programa de Cuatro si, al fin y al cabo, se trata de
la competencia?
Sigamos con más
preguntas. ¿Cómo es posible que desde la televisión propiedad del gran amigo y
defensor de Putin, Silvio Berlusconi, se acuse a Inna Afinogenova de defender
la política bélica del Kremlin? ¿Cómo es posible que se dé credibilidad a la
acusación de Marc Marginedas desde El Periódico de Catalunya, que solo se
sostiene por una carta manuscrita en perfecto castellano por un ruso que dice
que trabajó con Inna Afinogenova hace 10 años? ¿Cómo es posible que en el país
en el que la prensa publicó que ETA estaba detrás del 11M se hable con tanta
ligereza de periodistas que dieron noticias falsas? ¿Cómo es posible que
Elizabeth Duval, que compartió candidatura con Inna Afinogenova hace pocos días
para ser elegidas en la dirección del Sindicato de Periodistas de Madrid, no
haya puesto un tuit de apoyo a su compañera? ¿Cómo es posible que muchos
compañeros del periódico en el que escribe Inna se hayan quedado mudos? ¿Cómo
puede ser que Vallín y Maestre, que despreciaron la información de Seymour
Hersh sobre el Nord Stream por apoyarse en una sola fuente, hayan comprado con
entusiasmo la “noticia” de Marginedas? ¿Cómo es posible que haya tantos
silencios mientras revientan a una periodista que se fue de su país por estar
en contra de la política belicista del Kremlin? ¿Por qué los que linchan a
Afinogenova no pronuncian jamás en público el apellido Creuheras? ¿Por qué no
se hacen eco de su procesamiento en sus prolíficas cuentas de Twitter? ¿Por qué
ni uno solo de los periodistas que han mostrado en público su solidaridad con
Xabier Fortes a pesar de la hostilidad evidente de TVE hacia Podemos, ha dicho
ni pío sobre la imputación de Creuheras? ¿Por qué hay una parte de la izquierda
que guarda silencio sobre la imputación de Creuheras y no se solidariza con
Inna Afinogenova?
Respóndanse ustedes
mismos. Yo me quedo con la sensación de que esos dos apellidos, Creuheras y Afinogenova,
representan hoy, como digo, un retrato muy realista de la mayoría de la
profesión periodística en España y también, por desgracia, de la parte de la
izquierda española más cuidada por esos medios. Los adjetivos ya los ponen
ustedes, si quieren.
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