PERÚ. LOS TRABAJADORES...
POR GUSTAVO ESPINOZA M.
Hoy, domingo 30 de abril, es un día de contrastes. En Nicaragua, se conmemora a Tomás Borge, el aguerrido y valeroso Comandante guerrillero que personifica el legado de Sandino y que cerrara los ojos hace 11 años.
En otras latitudes, se recuerdan trascendentes episodios: el izamiento de la bandera roja en el del Reichstag del Berlín derruido, y en señal de la derrota de la Alemania Nazi en el 45; y 30 años después, la caída de Saigón, el último reducto norteamericano en Vietnam del sur, y por tanto la victoria del socialismo en la Patria de Ho Chi Minh, después de una guerra que conmovió al mundo.
Pero mañana, 1° de
Mayo, se celebra de modo jubiloso en todas partes el Día Internacional de los
Trabajadores. Y aquí podríamos utilizar la expresión “mañana” en una doble
acepción: mañana, es decir, dentro de algunas horas; y mañana, vale decir en el
futuro, en el porvenir de los pueblos, donde los trabajadores, en el Perú y el
mundo habrán de librar la batalla principal contra la opresión capitalista, y
alcanzarán la victoria. Entonces
“mañana” será el futuro.
Mariátegui nos dijo
que el 1 de Mayo no podía reducirse a la evocación de los Mártires de Chicago.
Ese fue su punto de partida; pero desde entonces, mucha agua ha corrido bajo
los puentes, y mucha sangre obrera también. Ahora, como antes, el 1° de Mayo sigue siendo un día de unidad del
proletariado revolucionario; y por tanto, día de acción y de lucha.
La Clase Dominante
antes abominaba esta fecha emblemática. La reprimía con fiereza, o la ignoraba.
Hoy, ha cambiado de táctica: la proclama como suya, y busca cambiarle su
esencia. Por eso la llama “El Día del Trabajo”. Y luego dirá que “todos
trabajan”, por tanto, es el “día de todos”.
No es así, Éste, es el Día Internacional de los Trabajadores, del Proletariado
Universal.
Quienes niegan
esto, no sólo pretenden negar la realidad, sino también desconocer la historia.
Por eso, hoy mismo afirman solemnemente que “la lucha de clases, ya no existe”;
que se trata, de un “concepto obsoleto”. Pregonan, entonces “la concertación”,
“el dialogo”, “el acuerdo civilizado” entre explotadores y explotados. La vida,
les da la espalda.
Entre los que
piensan así, hay dos clases de gentes: Los que saben que se trata de una
estratagema, y la usan por conveniencia; y los que no advierten lo que ocurre
porque “no sienten” lo que acontece hoy. Viven adormilados y entumecidos por el
sedativo que impone la “Prensa Grande” a través de su “mensaje”. A estos, hay que despertarlos y hacerlos ver
la realidad.
No se requiere de
mucho cacumen dialéctico para entender que el mundo cambia, evoluciona. Aunque
los fenómenos son los mismos, los sujetos de la historia no son ahora, iguales.
En ese marco, la Clase Obrera de hoy, no es igual a la clase Obrera de la
Comuna de Paris en 1871, o de la Revolución Rusa en 1917. Es distinta porque ha
cambiado. Pero ha cambiado de forma, no de esencia.
En otras palabras,
la estructura de la Clase Obrera, se ha modificado en relación al pasado; pero
como no ha desaparecido la explotación capitalista, tampoco ha desaparecido la
fuerza social que habrá de sustituirla. La Clase obrera de hoy -y de mañana-
cumplirá el mismo papel que la anterior, sólo que en nuevas condiciones.
Es bueno que se
recuerde algo que nos dijera el viejo Marx en 1848: “Mediante la explotación
del mercado mundial, la burguesía ha dado un carácter cosmopolita a la
producción”. Le ha conferido un carácter distinto, que hoy llamamos
“globalización”. Ella ha internacionalizado los mercados, la producción y,
naturalmente, la explotación humana. Si las grandes corporaciones se trasladan
ahora a países lejanos, es porque buscan
“mano de obra barata”, que les aligere los costos, sin disminuirles la
ganancia.
Por eso, en el
mundo de hoy ha crecido la riqueza en manos de pocos, y ha aumentado la miseria
en hogares de millones. Los ricos son cada vez menos, pero más ricos; en tanto
que los pobres son más en cantidad, pero también en pobreza.
Por eso, la
sociedad de nuestro tiempo se ha dividido en dos segmentos nítidos: los
propietarios de los grandes medios de producción; y los desposeídos de los
mismos. Los primeros, son los explotadores de siempre; y los segundos, los
oprimidos de nuestro tiempo, los proletarios de hoy, la Case Obrera de nuestros
días.
Ya no es sólo el
proletariado fabril, que sigue siendo la columna vertebral de la Clase, sino
todo el amplio espectro de personas que no tienen acceso a la propiedad de los
medios de producción y que se ven
forzados a trabajar para un patrón a cambio de un sueldo o un salario.
Este universo integra, en la condición de
Proletarios de nuestro tiempo, a los obreros fabriles, empleados técnicos,
médicos que trabajan en una clínica privada, ingenieros, abogados que no son
dueños de empresas, intelectuales, trabajadores agrícolas, mineros, a más de la
inmensa burocracia estatal.
Todos se han
proletarizado, aunque ni tengan aún conciencia de ello. Por eso se dice sin rubor que “la clase
media” ha desaparecido”. En realidad, se ha pauperizado de tal manera que hoy
forma parte del Proletariado de nuestro tiempo.
Por eso, el
Sindicalismo de Clase, los involucra a todos. Y todos deben luchar por los
intereses inmediatos de los trabajadores: la organización sindical, el derecho
de huelga, la jornada de trabajo, el salario, el pliego de reclamos las
condiciones de vida; y por los intereses históricos: la justicia, el bienestar
general, la igualdad , el fin de la opresión y el socialismo; un orden social más humano que practique la
solidaridad, y no la competencia.
Que este 1° de Mayo sirva para que los trabajadores
afirmen sus principios de clase, y los hagan valer: la Defensa Consecuente de
los Intereses de los Trabajadores, la Unidad Sindical, la Democracia Interna y
la Independencia de Clase; Sin olvidar, por cierto su deber esencial: la
actividad política consciente que esta no puede ser ni electoral ni partidista,
sino esencialmente de Clase (fin)
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