lunes, 8 de junio de 2020

EQUIDISTANTES, COBARDES Y VALIENTES FRENTE A LA ULTRADERECHA


EQUIDISTANTES, COBARDES Y VALIENTES 
FRENTE A LA ULTRADERECHA
IVÁN REGUERA
En los últimos días hemos leído mucho la palabra equidistante. Su significado es el siguiente: “Que es equilibrada y no se inclina ante las partes de un conflicto”. En el caso que nos ocupa, el conflicto es el trabajo del Gobierno en una crisis mundial frente al ruido de los opositores, en especial una ultraderecha acostumbrada a los mensajes de odio, los ultrajes y una constante crispación.

La polémica saltó hace días por un tuit de Santiago Segura (fechado el 24 de mayo) que decía: “Que tristeza esa España de fachas y de rojos, de malos y buenos, de extrema derecha fascista o bolcheviques bolivarianos. Banderas, himnos, caceroladas, odio fratricida y mal rollo perpetuo. Concordia, entendimiento, armonía... Igual suenan a descafeinado, pero son palabras necesarias”. Pero no sonaba a descafeinado, sonaba a equidistante porque metía en el mismo saco a la ultraderecha con el resto de opciones políticas.

Segura equiparó a quienes pretenden tumbar a un Gobierno en medio de una pandemia mundial con los que respetan el juego democrático. ¿Tiene el señor Segura derecho a ser de derechas, si es que lo es? Nadie dice lo contrario, tiene el mismo derecho que el cantante Francisco, José Manuel Soto, Marta Sánchez, Los del Río, Felisuco, Toni Cantó, Albert Boadella, Josema Yuste, Paco Arévalo o Enrique San Francisco, que en una charla realizada con el infame Javier Negre dijo que estaba “muy de acuerdo con muchísimas cosas de Vox”. O que Fernando Sánchez Dragó, el gran fichaje “intelectual” de la ultraderecha que llegó a decir que “no debería existir el sector público” cuando ha cobrado, durante muchos años, muy generosos sueldos de televisiones nacionales y autonómicas.    
Igual de equidistante que Segura se mostró el famoso tenista Rafa Nadal, que declaró en una entrevista: “¿A mí qué más me da si lo hace bien Vox, el PP, Podemos, el PSOE, Ciudadanos o el que sea? Me da igual Casado, Abascal, Arrimadas, Iglesias o Sánchez”. Con esa equidistante contestación, Nadal normalizaba a la ultraderecha de forma bastante evidente. Y no hay quien se trague que le dé igual uno que otro.

Otro representante del deporte español, el portero Pepe Reina, no resultó nada equidistante al mostrarse claramente a favor de la ultraderecha. En su Twitter escribió junto a una foto de la manifestación de Vox: “¡Ah! Pues parece que ha salido gentecilla a la calle, ¿no?”. Lo acompañó con emojis de aplausos, la bandera de España y los hashtags #democracia y #unidossomosmasfuertes.
Y en medio de los equidistantes y los que se mojan están los que callan, que es la mayoría entre “la gente de la cultura” en España. Casi la totalidad de los que se dedican al cine, la televisión, la música o la literatura no se meten en política, no muestran manifestación ideológica alguna. Y las redes solo las usan para hacerse publicidad, para promocionarse.
La suya es una reacción timorata y conservadora, pero también comprensible. Santiago Segura, uno de los protagonistas de La reina de España, vio como la película naufragaba en los cines (400.000 euros recaudados frente a 11 millones de presupuesto) después de que Fernando Trueba dijese, tras recibir el Premio Nacional de Cinematografía, no haberse sentido español “ni cinco minutos” de su vida. 
Fue la típica declaración que a Trueba en ese momento le parecería tremendamente ingeniosa, sobre todo con el ministro Íñigo Méndez de Vigo Montojo, Barón de Claret, delante. Pero lo pagó caro, aunque tampoco es probable que sus haters ultras estuvieran esperando el estreno de La reina de España para llenar las salas. Esa gente no entra a ver una película española ni borracha. Y el film era lo suficientemente malo como para fracasar en taquilla sin necesitar boicots de la derecha. 
Pero el caso Trueba dejó preocupados a muchos. Cuando te juegas los cuartos de esa manera, poca broma con las opiniones políticas. Y todavía se recuerdan otros casos de acoso, como los de los desaparecidos Pepe Rubianes, Federico Lupi o José Luis Cuerda, que nunca ocultaron su desprecio hacia la derecha más rancia y radical. También sufrieron serios ataques de la ultraderecha el espectáculo del humorista Dani Mateo y el de Edu Galán y Darío Adanti (Mongolia). 

Aun así, hay unos cuantos valientes en las redes sociales que dan su opinión con libertad y que se ponen de cara frente a la crecida ultraderecha. Estos son algunos ejemplos:  

DANIEL GUZMÁN

Ganador de dos premios Goya (mejor cortometraje de ficción y director novel), Guzmán se ha manifestado a favor del Ingreso Mínimo Vital y ha apuntado en su cuenta de Twitter a la derechona de los barrios pijos: “Las caceroladas han terminado, los españoles y muy españoles ya pueden seguir jugando al golf”. También protagonizó un rifirrafe con el torero Cayetano Rivera, derechista que animó las algaradas contra el gobierno. Guzmán le escribió: “Cayetano, entiendo tu aburrimiento y malestar por no poder ganar dinero matando animales en estos momentos, pero entiende que ahora hay cuestiones humanitarias, sanitarias y sociales más importantes. Instar a un golpe de estado, quizá, no es lo más conveniente en una democracia”.

ANABEL ALONSO
Cómica de raza, Alonso suele recurrir al humor para pitorrearse del facherío y sus textos breves son un éxito morrocotudo en la redes sociales y carnaza para todo tipo de medios. Alonso hizo mofa hasta del relevo del número tres de la Guardia Civil en medio del escándalo por el informe del 8-M (“A este paso la Guardia Civil se va a quedar en “el guardia civil”) y se enfrentó a los exaltados de los barrios pijos: “Están en su derecho de manifestarse, faltaría más. ¿Pero no pueden esperar un poquito, que avance la desescalada, que no pongan a nadie en peligro y que no contaminen?”.

PAULA VÁZQUEZ
Fue insultada en masa en Twitter con improperios como “puta” o “mugrosa”. Y todo por celebrar que se aprobara el Ingreso Mínimo Vital. Otra actriz, Beatriz Rico, sufrió una avalancha de insultos por algo tan humano como celebrar que España dejaba de contar muertos diarios. Así lo escribió: “Me voy a la cama triste, incrédula y hundida. He compartido feliz la noticia de que hoy, por fin, han anunciado 0 fallecidos. Me están insultando, me “ordenan” que quite el tuit o lo corrija. ¡Hay gente molesta porque las cifras de fallecidos mejoren! Es de terror. ¿Sois personas?”.  

GORKA OTXOA
El actor de Vaya semanita, Pagafantas y Fe de etarras también es contundente y valiente, nunca se anda con medias tintas en su cuenta de Twitter: “Si hay fascismo, no hay democracia. Si no hay antifascismo no hay democracia. Es sencillo”. Sobre la famosa bandera gigante desplegada en el Barrio del Pilar bromeó: “Y nosotros con Fe de etarras queriendo hacer comedia con banderas grandes. Madre mía...”. 

ISMAEL SERRANO
Uno de los que mejor ha resumido el acoso de la ultraderecha es él: “En estos días mi Twitter se llenó de trolls por un tuit que no era especialmente controvertido. Diferentes artistas desde EEUU hicieron un llamado internacional para sumarse a una campaña contra el racismo. Yo decidí apoyarla. De repente cientos de cuentas que no me siguen (incluidos distinguidos diputados de Vox) aparecieron comentando mi tuit, acosándome, insultándome en un claro intento de intimidarme para que desista de escribir y aparque mi cuenta. El empeño de la ultraderecha es trasladar esa sensación de consenso (el Gobierno es un caos, los emigrantes son peligrosos, conspiraciones judeomasónicas) del mundo virtual al real”.

Otro actor que nunca ha ocultado su rechazo a las ideas de la ultraderecha es Antonio de la Torre, que ha defendido el Ingreso Mínimo Vital, ha denunciado las informaciones cocinadas de la Guardia Civil y la infame gestión de Ayuso en la Comunidad de Madrid. También Paco León acusó a Vox de delito de odio (por un demencial ataque a todo el cine español) y Hugo Silva escribió sobre la caravana de Vox: “Alentar a la gente a hacer algo peligroso para todos es tan miserable como hacerlo”. Los tres han demostrado tener agallas.

Ante los equidistantes o los cobardes, están los valientes y los libres. Para advertir de un evidente peligro para el futuro del país y para enfrentarse a gente mezquina y tremendamente dañina. Menos mal.

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