LA JAULA
DUNIA
SÁNCHEZ
Desnuda,
desprendida de toda prenda y objeto que la cubriera. Una jaula de cristal, de cristal transparente
como su alma. Ella, encerrada, atrapada en el porvenir de sus deseos.
Acariciaba cada barrote como tersa tela que la abrigara. Pero ya esta
extasiada, cansada de posar en su vida ahí dentro, lejana del calor humano.
Cierto día de atmósfera enrarecida por la arena del más allá de sus fronteras,
por el asfixiante eco del sudor descubrió un agujero. Un agujero en su jaula de
cristal. Por allí iban saliendo diminutos personajes que el contaban, que le
narraban de lo que había perdido, de lo que existía detrás de esos barrotes.
Personajes azules, verdes, amarillos, rojos con el gozo sobrenatural de la
magia. Ella los miraba, sobrecogida, con el anzuelo ya en su sed. Intento
erguirse pero no pudo, aquella jaula de cristal era muy baja. Intentó alarga
sus brazos pero no pudo, era tan estrecha
que aquello la alejo en una sonrisa retorcida de lágrimas fatigosas. Los diminutos seres desaparecieron, invisible
espíritu que se alegra, que fuerza la caída. Se miro sus manos, ahí, agachada
en su jaula de cristal y la vejez se revolcaba ante su sonrisa amarga. Ya no había tiempo para la huída, no había
salida. Entonces, se durmió y soñó y soñó con batallas susurrantes en el fin,
en la conformidad de su corazón a lo largo de los años pasado. Una lágrima caía
por su tez. Sus ojos cerrados, sus manos
oprimidas en la magia de barrotes idos en el más allá del horizonte, de las
fronteras…inexistentes, todos bajo un mismo firmamento.
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