domingo, 22 de octubre de 2017

EL GENIO DE LA NO POLÍTICA

EL GENIO DE LA NO POLÍTICA
Rajoy nunca va a sentarse a dialogar, porque dialogar es un acto político y él no está aquí para esos líos, sino para seguir flotando con elegancia de bailarín y eficacia de matador en el área

No hay otro como él. Nadie gestiona el vacío como lo hace el presidente del Gobierno. Hay que reconocerlo. El vacío, para quienes no sean Rajoy o astrofísicos, es ese espacio de la política flotante que consiste en perpetuar el pellejo propio sin hacer política, “sin meterse en líos e historias”. Flota, Mariano, flota fuerte. Descartada hoy en España la opción de bajar a tierra y mojarse el culo haciendo política, la gestión del vacío se convierte en asunto prioritario de Estado y en zona de confort para un presidente que se mueve en esa franja como lo hace Leo Messi en la zona de tres cuartos de la cancha, o Rudolf Nuréyev en las tablas del ballet de París. No hay otro como él. Que nadie le pida al presidente una buena gestión del rescate bancario que nos dejó una roncha pública difícil de transcribir, que ese no es su terreno. Que nadie le exija eficacia cuando hay desastres con forma de hilillos de plastilina, que ese no es su oficio. Que nadie pretenda medidas reales contra la corrupción, que eso ya tal, ni tampoco que dé la cara como presidente cuando las cosas vienen mal dadas, que ese no es su perfil bueno. Y, por supuesto, que nadie espere que Rajoy intente solucionar con política el problema de Cataluña, porque eso no va a pasar. Ese no es su mundo, como no es el mundo de Messi subirse a unas tablas vistiendo mallas, ni el de Nuréyev dejar sentados a tres defensas y colocar la bolita en un lugar imposible. No. Rajoy nunca va a sentarse a dialogar, porque dialogar es un acto político y él no está aquí para esos líos, sino para seguir flotando con elegancia de bailarín y eficacia de matador en el área. Es época de especializarse en lo que uno es bueno y flotando en el vacío no hay otro como él.
Ningún otro sería capaz de lograr tanto gestionando la no-política. Ningún otro es capaz de dejar crecer los problemas para que estos lo hagan crecer a él. Lo hemos visto hacer cosas increíbles que parecen sencillas pero, como lo de Messi, no lo son. Lo hemos visto aumentando su apoyo, escondido mientras sus rivales se desangraban discutiendo si el presidente era muy corrupto o corrupto a secas como para volver a darle el Gobierno. Lo hemos visto disfrutando de una sangría interna en el PSOE para hacerlo presidente e hipnotizando a un Albert Rivera que presumía sonriente de un pacto anticorrupción que Rajoy no pensaba cumplir ni por asomo. Aquella jugada debería haberla narrado el que narró el gol de Maradona contra Inglaterra. Lo hemos visto salir airoso tras aparecer en debates de candidatos en forma de Soraya, en teles de plasma o escapando de periodistas que, claro, le hablaban de política, que no es su tema. Lo hemos visto saltando sobre asuntos de Estado con una elegancia que ya la quisiera para sí cualquier bailarín ruso. Ahora lo vemos convirtiendo un tema político como Cataluña en una gran gestión de la nada, del vacío que él controla como nadie. Una gestión que estirará todo lo posible, como Nuréyev estiraba las piernas. Espectacular. Hay que ser muy bueno para encontrarte de frente un problema que no tiene otra solución que la política y, tras negar que la realidad sea real, llenar de hostias y banderas los balcones y los colegios para luego acabar preguntando: ¿pero entonces, ha declarao usted la independencia o no la ha declarao? Hay que ser muy bueno para hacer que Pedro Sánchez, el hombre que lo llamaba indecente hace cuatro días, el mismo al que mató quedándose quieto, salga hoy con la misma cara de felicidad de Rivera ante la prensa, avisando de que Rajoy, el jefe del vacío, lo hará aparecer en la foto del 155 a cambio de una promesa política –por tanto irrealizable por Rajoy-- de reformar la Constitución algún día. Víctor Hugo Morales, aquel periodista argentino que narró emocionado el eslalon de Maradona, debería, desde ya, salir a las ruedas de prensa posteriores a los Consejos de Ministros para, al ser preguntado por cómo van las cosas, responder: no hay otro como este pibe, cómo baila en el vacío…

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