El triunfo del "A
por ellos"
ROSA MARÍA ARTAL
Ninguno
de los dos convoyes frenó, aceleraron. Desde el Parlament se aprueba declarar
la República Independiente catalana. Por solo 70 votos a favor. Con los huecos
dejados en el hemiciclo por el bloque españolista y en un proceso
dramáticamente agónico, sin posibilidad de salvación. Los medios se quedan sin
habla. Se han atrevido. Aunque fuera un tirarse por la ventana, al río ya, de
perdidos. La escenografía del Parlament, de las votaciones, el hecho insólito,
impacta. Se enmudece menos al ver el otro bólido que parte desde la Cámara Baja
de las Cortes: se lanza el artículo 155 en duro. Los senadores del PP aplauden
como si hubieran ganado la guerra. Un minuto y veinte segundos de júbilo y
reconocimiento a su caudillo. La sangre
vertida en la contienda, la que está por venir y el estiércol podrido del campo
escenario no es sustento de vida.
Todos
se mantienen en pie todavía. Muy lejos de rendirse, en realidad. Con las
posturas cada vez más enfrentadas, más enconadas. Catalunya esgrime los dos
millones de ciudadanos que pedían derecho a decidir y no van a evaporarse. A quienes
quieren independencia total y a quienes no la desean ni en sueños. Rajoy, como
presidente de la Generalitat de facto, ha anunciado elecciones inmediatas y la
disolución del Parlament en consecuencia. "He decidido", "he
disuelto", ha dicho. Serán el 21 de Diciembre. El presidente ha
comparecido tras el consejo de ministros que ha cesado a Puigdemont, todo el
Govern y director general de la policía autonómica entre otros cargos.
Rajoy
atribuye todas las culpas a Puigdemont. Como los grandes medios y periodistas.
Dice que “estamos ante una violación palmaria de las leyes, y esto tiene
consecuencias". No políticas y veremos si judiciales para un partido
imputado por corrupción con acusaciones tan graves de la fiscal como que “está
plena y abrumadoramente” probado que el PP se financió con una caja B
procedente de la corrupción de Gürtel. Quienes creen que no toca hablar de
esto, se equivocan: toca, está relacionado. El presidente afirma también que
"este proceso ha servido para desenmascarar mentiras" y en eso no se
puede estar más de acuerdo. Cayeron todas las caretas y todos los disfraces,
para mostrarnos la descarnada verdad que vivimos.
La
irracionalidad e irresponsabilidad abordando conflictos reales y serios. Se han
elegido las peores armas: la fuerza, embestir, aplastar. Pocos países más dados
al enfrentamiento entre compatriotas, lo recordaba un comentario en otro
artículo anterior. Grandes dosis de desarrollo se han perdido por esta causa.
No hay más, se ha dicho todo. Cada cual ha elegido bando y arma. Compañeros de
viaje, ataques y defensas. Vendas para las heridas o para tapar los ojos. La
razón sigue en la retaguardia en buena parte.
Es
curioso cómo acude a la mente el lenguaje bélico al abordar el tema catalán y
los problemas de mayor envergadura aún –sí-
que se están enmascarando. Las pasiones están haciendo perder
significado a palabras rotundas que ya no pueden albergar lo que sentimos. Todo
es fascismo y su contenido se devalúa. Golpismo también se usa a discreción y
no en sus acepciones correctas. Verdad y mentira son otras señaladas víctimas
de este procedimiento. Todo depende de la óptica con la que se mira.
El
reparto de responsabilidades no es simétrico, igual nunca lo es a pesar de cómo
se piden a gritos equidistancias. Están ganando los “A por ellos”,
probablemente por su número muy superior, por su cohesión ensamblada en
diferentes intereses o presiones, por sus apoyos poderosos. Lo hemos llamado de
varias formas. En mi caso, el Régimen del 78 atrincherado, los que se autodenominan
constitucionalistas a pesar de aquello del 135. Coincidimos en la composición:
bipartidismo extendido, con la Corona, los poderes económicos, parte de la
judicatura y empresas de comunicación convencionales. Frente a ellos más que
independentismo, incluso en Catalunya, es lo que se opone a su poder hermético
y resistente al mínimo cambio o evolución. Otros han querido ver la guerra
contra aquella sociedad indignada que emergió el 15M.
Y
en su lugar tenemos ese resurgir de un nacionalismo español que, como todos, no
puede ser más simbólico, banderas ondeantes, sentimientos de aglutinación per
se. Como todos. Europa se fue al traste,
el mundo, por otro período de parapetarse en fronteras y soñar con
expansionismos imperiales que culminaría en la II Guerra Mundial. Los “oe”,
previamente abandonados, andan aupando ahora gobiernos de ultraderecha
populista, demagoga para entendernos, en la UE y ya tienen colocado a su Trump
en Estados Unidos. Se desgañitan destacados republicanos por los niveles de
degradación y mal gusto a los que el presidente ha llevado a la Casa Blanca.
Una encuesta entre oficiales del ejército, del ejército, repito, considera que
es desfavorable a los intereses norteamericanos. Pero gran parte de sus
votantes le siguen ciegos todavía y, por su Trump, “matan”. La realidad no
importa ya, ha sido sustituida por lo que se siente o se cree.
Resaltaba
Ignacio Escolar que los partidarios de la mano dura, los “a por ellos”
españoles, son votantes del PP, de Ciudadanos, y también en parte del PSOE. De
ahí su apoyo al “indecente” Rajoy como
le llamó Pedro Sánchez. Algo ven también en Podemos, según opinaba el director
de eldiarioes, que se ha reflejado en comentarios de Bescansa o Espinar sobre la idea de España. El triunfo de este
sector, tan visceral, de la sociedad lleva a reflexiones preocupantes. Su concepto de patria es muy particular.
Según
el equidistante Aristóteles la oclocracia es la degeneración de la democracia.
Y estamos hablando ahora de oclocracia. Basada en xenofobia, además. Los
catalanes despiertan un odio desmedido y furibundo en numerosos ciudadanos del
resto de España. Solo quieren victoria sobre ellos con humillación, de ahí los
aplausos de sus representantes más precisos: los senadores del PP. Ése no es sustrato democrático para que
crezca nada. Sano.
Los
votos del futuro inmediato condicionan un presente demoledor. Catalunya
intervenida. Rajoy, dotado de poder absoluto, triunfante bajo el amparo de la
legalidad de la Gürtel. Con su abandono de los desfavorecidos. El PSOE dándole
apoyo imprescindible en su andadura, su autoritarismo incluido. Rajoy ha
hundido al PSOE de Pedro Sánchez dicen hasta informadores progresistas. A
cierta edad, más allá de 16 años, las responsabilidades de los actos son
plenas. Nadie ha obligado a Sánchez a cargar con este conglomerado. Hace tiempo
que está muy clara su ubicación y sus intereses, por mucho que le duela a la
izquierda nostálgica. Ciudadanos nació para eso. Unidos Podemos anda un tanto
desmarcado y desdibujado en un momento crucial.
Lo
cierto es que poco queda por hacer. Son errores históricos que nos van a
diezmar a todos. Peor que lo malo visto, es lo pésimo por llegar. Varios
voceros del grupo reivindican ese nacionalismo español de Manolo Escobar, su
carro y su romería, y el cantar de vivas que siempre se oye así pasen los años
como si fuera El Mesías de Händel. Tenían que plantar cara a La Estaca de
Llach, con un desconocimiento abyecto de nuestra historia y cultura.
La
intervención de Cataluyna sí es volver 40 años atrás, o más. El desprestigio
que se han labrado los ejecutores intensifica la impresión. El triunfo de los
embestidores nos involuciona a todos. No sueñen con gobiernos de izquierda, ni
de centro izquierda. Piensen más en libertades constreñidas. Y en riesgos para
ejercerlas. Pudo ser de otra manera y no fue. Por intereses. Puede ser de otra
manera y parece que no lo será. Al menos hasta que los jóvenes con trabajos
precarios o emigrados, los descartados de cualquier edad, o los ancianos de
pensiones menguantes, miren la realidad bajo los discursos caducos.
Bajémonos
del carro y la peineta de una vez, y busquemos los caminos en los que durante
décadas, siglos, se perdieron las buenas intenciones, conquistados una y otra
vez por los demonios. Los del poeta Gil de Biedma por ejemplo. Si siempre, de
todas las historias de la historia, la de España acaba mal es, porque extenuado
de luchar contra ellos, el pueblo termina encargándoles el gobierno y la
administración de su pobreza. O acudan a otro poeta, Salvador Espriu, el que
siempre se quiso ir a nortes mucho más
arriba y más racionales. Superadas las recriminaciones de los hermanos de la
congregación, se quedó, porque al final nos tira esto.
Acudan
a quien sea, pero no a manipuladores y aprovechados, mediocres de medio pelo. A
quien eleve algo el espíritu y nos haga creer en futuros mejores que esta
desolación de hoy.
No hay comentarios:
Publicar un comentario