POR: EDUARDO SANGUINETTI,
FILÓSOFO
¿En
nombre de que deidad los pueblos han creído que la prosperidad de las
macroempresas equivaldría al de la comunidad y que el crecimiento económico
crearía puestos de trabajo estupendos para todos? Los partidos obreros de la
izquierda ‘new age’ mercenaria, la derecha genocida y el peronismo en
Argentina, se plegaron a este simulacro, incluso exigiendo en algunas
oportunidades al Estado que financie a las empresas privadas, así de ese modo
podrían seguir explotando a millones de trabajadores, cuyas vidas se remiten a
una espantosa rutina de vida-sobrevida, empleo precario, desempleo, de no ser
así: ¡represión!, respuesta a los interrogantes de los que piensan y tienen
conocimiento del “apocalipsis” hecho de detalles ‘monstruosos’, que
desarticulan el sentido de la ‘salud’ en la Argentina del desastre.
Los
capitales que huyen del circuito fiscal privan de recursos a las estructuras
económicas y sociales del Estado estafado. Y ¿quiénes son los dueños de las
riquezas evadidas?, en Argentina no son otros de quienes hoy detentan el poder
y gobiernan: ¡las admirables “fuerzas vivas” de la “nación” perjudicada!
Pero
quienes se indignan, ¿denuncian el fraude? Sólo quienes sabemos que nuestra
libertad es una vía única, la que nos arranca de la sombra, para simplemente
“ser destino” denunciamos, quienes sabemos que nuestra libertad nos obliga a
comprometerla, con valentía en dignidad de ser y saber; no ignoro tampoco que
los que nos indignamos, nos rebelamos y desobedecemos dentro del marco de
ciertas suposiciones, somos apenas unos pocos.
Si
no creyera en la eficacia de mis palabras dejaría de denunciar de manera
cotidiana a los miserables de este mundo, el real y el virtual, y, estimado
lector, cuántos/as alcahuetes, traidores y cobardes en puestos de poder,
cuántos/as mentirosos, bocones, ladrones, hipócritas, ignorantes, psicópatas,
mezquinos, envidiosos, ávidos y resentidos, que en el día a día intentan, casi
siempre con éxito, truncar nuestros destinos y destruir nuestras vidas.
Sobre
Argentina sobrevuela una tragedia, ya no hay quién en su sano juicio lo niegue:
el aterrador blindaje de medios a los atroces actos del gobierno de Macri y sus
aliados, de todos los colores, no amerita ninguna discusión, solo denunciarlo e
intentar dejar de lado la repugnancia que nos provoca a nosotros, los que nos
negamos a ser engañados, esclavizados y sojuzgados. ¿Es qué alguien ha muerto?,
¿qué plan funesto de supervivencia le aguarda a millones de argentinos con el
gobierno de Macri?
Dicen
que el cuerpo hallado en el Río Chubut, en el marco de la investigación por el
joven Santiago Maldonado tenía en uno de los bolsillos del pantalón el DNI del
artesano, ¿cirujanos operando con serrucho?
Es
todo increíble, porque el caso de Maldonado no se lo cree nadie. La idea
central, dicen en la BBC de Londres, es encubrir a Gendarmes y detrás de los
Gendarmes hay Gendarmes de alto rango que podrían perder todo. Perderlo todo
significa negocios en curso, pero a no preocuparse… todo está justificado para
los disfuncionales funcionarios y sus acólitos, “los malignos” devenidos en
medio y mensaje, los tramposos, “agentes dobles, triples, múltiples ad
infinitum”. Desde la aparición del psicoanálisis, el sentido no pertenece solo
a la consciencia, sino a la inconsciencia, pero, ¿a qué pertenece el sin
sentido?, ¿tiene sentido un virus?, ¿existiría un sentido más allá de la imagen
invertida generada por la ficción de algún sentido?; la ficción del sentido
proviene del modelo mecánico del lenguaje, de la suposición de un “para”
metafísico, externo al propio organismo (uso, significado).
El
pensamiento que debería sentar reales hoy, en este tercer milenio, como un
nuevo ideal de vida en libertad y verdad no confía en la representación
política, pues considera la cesión del poder como una invitación al abuso.
Escapar
de la realidad por la pantalla de la TV, convierte al ciudadano en un títere del
sistema, tal el caso de los argentinos, que votarán a sus verdugos, los
candidatos “todo terreno”, que se presentan a las elecciones legislativas en
Argentina, en octubre. Candidatos ridículos, peligrosos en la ubicuidad de su
ausencia, esperando con ansiedad indisimulable ser elegidos por la denominada
“voluntad popular”: frase replicada hasta el cansancio por funcionarios en acto
de intentar “decir algo” para legitimar su permanencia en el poder… “voluntad
popular” que no es más que el acto bajo presión de un pueblo temeroso y
sometido, en estado de anestesia, aplaudiendo la desmesura en espectáculo
electoral.
Candidatos
sin propuestas, sólo con ánimos ¿simulados? de lanzarse difamaciones entre sí,
mentir y mentirse, cual juego especular en opereta de ocasión…apuntalados por
los denominados medios de comunicación, devenidos en medios publicitarios que
blindan y construyen “la realidad en exteriores”, conducidos por infiltrados de
Servicio de Inteligencia vernácula, los maestros de ceremonia de este teatro
“bufo”, que van relatando las causas célebres con un estilo de manual, la pauta
y el apriete de estas bestias, hace lo que antes hacían los teléfonos, la
cadena nacional de TN y sus satélites hacen el resto, descalificar a todos los
que aún tienen alguna verdad que relatar.
No
hay que ser demasiado inteligente para entender que los gordos/as, los
piqueteros/as de los medios hegemónicos no cesan de decir bestialidades,
animaladas, brutalidades, crueldades, irracionalidades, atrocidades,
salvajadas… desde su mirada brutal psicopática, dibujan el paisaje ¿natural?
donde transitan las muchedumbres afanosas en intentar justificar el absurdo de
un sistema prostibulario, que lo ha tomado todo; he ahí el dilema cual pliegue
de espectáculo que embauca, que anestesia, que es falaz, que miente… que
degrada nuestra condición de “ser”.
La
cobardía, la pacatería, la ignorancia y la mezquindad de los candidatos
blindados, los hacen referentes de un pasado abolido, sin dejar un espacio al
porvenir en este milenio donde el paradigma de vida-sobrevida, se ha modificado
de manera sustancial… candidatos, ajenos a las prisas y urgencias de
comunidades que permanecen congelados ante un sistema degradado y degradante…
comunidades empobrecidas… cada día más cerca del automatismo como modo de vida.
En
el “espectáculo electoral” la incertidumbre crece y la impostura se instala, en
noticias que devienen en rumores mediático-farandulero; política-policiales que
adquieren en el peor de los casos, tras haberse repetido un par de veces en
medios de publicidad, el peso indiscutible, cual clero secular, de historias
fabuladas de lo que jamás ha tenido sitio.
Es
bien conocido el “malestar de la legítima inteligencia” ante el estado de las
cosas, sobre todo en el escenario en que se debaten las diferentes representaciones
de la “realidad”… La simulación del simulacro, de la farsa electoralista,
despiertan en la legítima inteligencia un estado de repulsión y hartazgo muy
difícil de disimular, pues la “voluntad de verdad”, tan subestimada y devaluada
en el mercadeo de la libertad negociada a cualquier precio, se encuentra
exiliada de este tiempo y espacio.
En
toda esta trama de traiciones veladas, de artificios instalados para esconder
la trampa, se manipula el estado de ¿derecho? paquidérmico, al universalizar
soluciones a problemas endémicos, a modo de consuelo de un pueblo con
beneficios de limosna, o ¿soborno? Se sepulta así, el sentido de República y se
elimina su destino.
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