CIEN AÑOS DE VIOLETA PARRA: LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES HECHA CANCIÓN
POR LORENA GJIK
El cuatro de octubre de 1917, el mismo
año de la revolución rusa, nace Violeta del Carmen Parra Sandoval. En este año,
cuando se cumplen 100 años desde que llegó a la tierra, es importante rescatar
la vida de la cantautora, no solo como artista sino que también como una mujer
de ideales claros, que derrumbó los exigentes estereotipos de la sociedad,
luchando por sus sueños y convicciones.
A los nueve años comenzó a tocar la
guitarra, donde las necesidades de una familia numerosa la hicieron entrar en
el mundo artístico muy joven, tocando en bares e incluso cantinas junto a sus
hermanos. La vida le dio varios golpes a Violeta, el primero fue la enfermedad
de su padre, que terminaría con su vida en 1931, lo que significó que la futura
cantautora dejara sus estudios para trabajar.
En 1937 comenzó a cantar en el restauran
de santiago El POPULAR, donde conoció al trabajador ferroviario y militante del
partido comunista Luis Cereceda. La búsqueda de una carrera artística y
sustento la llevó a recorrer varios lugares de chile, trasladándose a
Valparaíso, donde trabajó con una compañía de teatro, y más tarde decidió
migrar al norte para buscar la raíz del folclore chileno que estaban escondidas
por la cueca, canciones españolas y mexicanas.
El llevar esta vida, con sus
convicciones y términos por delante, en una sociedad machista le trajo varios
dolores. En 1949 Violeta Parra se separa de Luis Cereceda, debido a varios
altercados, a causa no del carácter errático de Violeta como dirían algunos,
sino de las expectativas que la artista no podia ni queria cumplir como mujer
de la época.
Años más tarde su esmero la llevó a
participar por primera vez en el festival de la juventud y los estudiantes en
su quinta versión. Su estancia en Europa le permitió conocer la Unión Soviética
y grabar una serie de canciones inspiradas en el folclore chileno.
La violencia contra las mujeres en su
historia
Mucho se dice de la Violeta, que era muy
apasionada, que es contradictoria su muerte, que fue una buena artista, que
está sobrevalorada, lo cierto es que la vida de esta hija de trabajadores y
campesinos acarreó las penas de cualquier mujer. La precariedad, la miseria y
la enfermedad le hicieron entender desde qué lado debía estar, y lo difícil que
es ser mujer y artista en un país, que no valora a las mujeres ni a los
artistas.
Mientras viajaba cantando y divulgando
el folclore de los campesinos chilenos, sufrió la muerte de su hija Rosita
Clara, desamores, rechazo de lugares que no querían difundir su trabajo,
engaños y tropezones. Pero lo personal es político, y entendía que la violencia
que acompañaba sus pasos era un problema de desigualdad, donde los pobres no
tenían acceso a una buena vida, y donde las mujeres debían esperar a ser
casadas para llevar vidas decentes. Sus letras, sus penas, telares y pinturas
le cantaban al pueblo pobre, a los estudiantes que cuestionan la educación, a
los trabajadores que debían tener en cuenta cuánto valía el trabajo que hacían.
Sus acciones no podían estar lejos de su
arte, desde París, enviaba canciones al comité central (del PC) para la campaña
presidencial de Allende, cada una de ellas fue rechazada, al igual que Pedro
Lemebel, sufrió el rechazo y la censura del PC, debido a que eran letras muy
excesivas, demasiado directas.
El año 1967 con pistola en mano y
después de mucho intentarlo, Violeta Parra se suicidó, algunos dicen que fue
por amor, otros dicen que fue la muerte de Rosita Clara. La misma intensidad
con la que vivió sus días, la llevo a ponerle fin a su vida. Pero no podemos
olvidar que cada una de las penas de esta mujer no puede ser vista desde una
visión romántica, al contrario debe ser visto como parte de un contexto
enmarcado por la violencia de género, por la pobreza de miles de trabajadores,
por políticos que le cierran las puertas a quienes dicen defender.
Desde el 2004 se celebra en el día del
cumpleaños de Violeta Parra, el día de la música chilena, por lo que desde
entonces a lo largo del país se realizan distintos eventos. Sin embargo como
mujer, estudiante de música, trabajadora del arte callejero y ocasionalmente
compositora creo que queda corto. Con toda su travesía, la Violeta no buscaba
difundir la música de Chile a secas, buscaba desenterrar la música que cantaban
las familias de las pampas, los campesinos, los salitreros, los trabajadores y
sus familias, el legado que ella deja no es el de hacer música para lucir la
voz o las guitarras en un escenario con focos, el legado que nos deja es la
lucha y el compromiso que implican cantar sobre cosas claras, duras y reales
siendo mujer, cantarle a la miseria, a la soledad y a la represión.
La energía de quienes pretendemos
dedicar nuestras vidas a la música, no puede ser impulsada solo por la
satisfacción personal, debemos tener claro quienes queremos que nos escuchen, a
quienes le cantamos y a quienes nos entregamos, los gobiernos, municipios y
empresarios que tienen partidos a sus disposiciones se han esmerado por dejar
olvidada esta parte de la Violeta, convirtiendo su nacimiento en día donde se
realizan muchos conciertos, lo que no es malo, sin embargo la situación de los
artistas en Chile no cambia nada. Cada cierto tiempo muere algún actor o actriz
en la pobreza, todos los meses hay trabajadores del arte sin un sueldo estable
y todos los meses la música independiente tiene que hacer esfuerzos inhumanos
por salir. Recordarla tiene que significar rescatar sus convicciones y ponerlas
en práctica, con la fuerza de una generación que quiere derribar todas las
barreras que nos pone el capitalismo y el patriarcado.
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