ADA Y MANUELA: DOS MUJERES
Y UN DESTINO
IMMA
AGUILAR NÀCHER
Hace
ya algunas semanas que muchos estamos pensando en la imperiosa necesidad de más
mujeres en este conflicto enquistado entre hombres incapaces de gestionar y
solucionar, empeñados en conservar sus conquistas, sin estrategia y pendientes
de sus cortos futuros electorales. Es muy posible que piensen que es una mirada
en exceso apocalíptica de la política de España 2017, pero no crean que es muy
distinta del sentir público mayoritario.
Pienso
en Ada y Manuela. Así, con sus nombres de pila, nombres de mujer. Coinciden en
la inicial del apellido, la procedencia no política y en el mismo cargo. Las
alcaldesas de Barcelona y Madrid comparten destino y responsabilidad: feminizar
la política. El lenguaje de ellas es otro. Hemos escuchado a Carmena decir “La
negociación es preciosa”. Extraña frase en boca de un político masculino. Tanto
como este diálogo de alcaldesas tras el atentado en Barcelona: “Sé que estáis
sufriendo. Os quiero”. dijo Manuela. “Queremos a Manuela y a su ciudad”,
respondió Ada.
Veo
en Twitter una foto de Manuela Carmena, la primera edil de Madrid, en el metro,
leyendo un libro, con su bolso en el antebrazo y su blusa de lunares. Esta
imagen me recuerda algo que me contaron miembros de su equipo: “Viene todos los
días andando y nos recuerda que el médico le ha pedido que camine a diario.
Sabemos lo que viene después. Manuela lleva una libretita y va tomando nota de
todo lo que encuentra: agujeros en las calzadas, árboles sin podar, basuras
acumuladas. Y está obsesionada con las colillas en el suelo.”
En
el ayuntamiento de Madrid se produce una situación especial ya que todos los
portavoces de los grupos municipales, excepto el PP, son mujeres. Es la ciudad
de las mujeres. El futuro del consistorio es incierto. Carmena avisó de que la
condición para aceptar era estar sólo una legislatura, pero su comunidad de
entusiastas clama por su continuidad. La alcaldesa se resiste pero no dice ni
sí ni no. Será candidata en 2019. No tiene excesiva oposición, ni dentro ni
fuera, y goza de una gran popularidad, al estilo del “viejo profesor”. La sabia
jueza. Su presencia o no en el cartel electoral determinará las decisiones del
resto de formaciones políticas. El tándem Carmena-Errejón suena a la gran
apuesta electoral.
Ada
Colau. Un caso de estudio. Su imagen internacional es excelente. Casi un
personaje, representa la feminización de la política o, si quieren, la
materialización de lo personal en la política. Es una alcaldesa madre, esposa,
activista y política. Su épica se debe a su pasado defensor de los desfavorecidos
por la pérdida de sus viviendas, los afectados por las hipotecas. Sus discursos
remiten a las mujeres y al pueblo. Tiene una nueva forma de hacer política. La
suya. La política Colau. La falla enorme que ha abierto el proceso
independentista le ha hecho daño y se le nota que ha padecido. Ya la vimos
demudada, sin color, dolida y asustada en las horas posteriores al terrible
atentado de Barcelona.
Ahora,
quizás su posición angustiosamente equidistante entre no ser independentista y
defender el derecho a decidir desluce su imagen porque es tiempo de radicales.
Si Ada Colau consigue capitalizar la resaca del conflicto España-Catalunya,
podría recuperar el espacio progresista-catalanista ahora arrinconado.
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