¡VIVA LA DEMOCRACIA!
JUAN HENRÍQUEZ
Las opiniones aquí vertidas no valen para fascistas. Y no porque
lo diga un servidor, sino porque serán ellos, los fascistas, quienes no las
compartan. En consecuencia, cabe deducir, que lo aquí revelado va dirigido en
exclusiva a demócratas de convicción, al margen de la ideología que se tenga, o
practique. Sin ir más lejos, el que suscribe, lo hará prescindiendo de su
condición de socialista, acogiéndome, sólo y únicamente, a mí nivel de
ciudadano universal y librepensador. Al menos me comprometo intentarlo.
El proceso abierto por el Gobierno Catalán y los grupos
soberanistas, o independentistas, del Parlamento Catalán que lo apoyan, hacia
la declaración de Independencia, culminado en el Pleno del pasado jueves, 26 de
octubre de 2017, en el que, con la ausencia en el hemiciclo de sus señorías
catalanes del PSOE, PP y Ciudadanos, se votó por 70 votos a favor, 10 en contra
y 2 abstenciones, la declaración por la que se anuncia la Independencia de
Cataluña, base de la República catalana.
Simultáneamente al anuncio de la Independencia de Cataluña, el
Senado español, reunido en pleno extraordinario, aprueba, con veinticuatro
horas de diferencia, la aplicación del artículo 155 de la CE, por la que se
autoriza al Gobierno español, que preside el popular, aunque de ello tenga
poco, Mariano Rajoy, para que tome medidas de intervención sobre la Autonomía
Catalana, reduciéndose tal injerencia, de momento, a la destitución del
Gobierno catalán, con su presidente, Carles Puigdemont, a la cabeza, al igual
que disuelve el Parlamento de Cataluña, convocando elecciones autonómicas para
el próximo 21 de diciembre. Pero cuidado, que aquí eso de “muerto el perro, se acabó la rabia”, no funciona. Aquí la última
palabra, aún no está dicha. Hay “caso Cataluña” para rato; y no va la cosa con
doble intencionalidad.
Pero para llegar a éste final sin acabar, han ocurrido
centenares de tropelías ilegales, de una y otra parte, sin que la democracia se
haya resentido. Un Gobierno español haciéndose el loco, cómo sí nada pasara,
mientras en Cataluña, el Gobierno y el Parlamento catalán, contraviniendo las
órdenes y acuerdos del TC, aprobando leyes cómo la del referéndum, que, a pesar
de la insistencia y repetitiva advertencia de Rajoy, va y se celebra, con todo
tipo de carencias y al margen de la legalidad, eso sí, con la policía nacional
dando porrazos a diestro y siniestro, sin que por ello la gente se amedrentara
y huyera, al contrario, fueron más de dos millones los que ese día salieron de
casa con la intención de votar. Un resultado referentista de escasa
credibilidad, sin ningún control garantista y sin soporte técnico.
Un Gobierno catalán, con su Presidente a la cabeza, que primero
lo fue Artur Mas, hasta que hace dos años lo sustituyó Carles Puigdemont, y que
durante más de cinco años no ha dejado de retar y desafiar al Gobierno español,
que ha hecho oídos sordos, sin que nada de lo que hacían o decían, incluyendo
millones de personas en la calle, le importaran demasiado. Hete aquí uno de los
mejores secretos guardados, y no
desvelados, por ambos gobiernos y líderes, Rajoy y Puigdemont. Sus respectivos
partidos necesitaban de una tregua pública para desviar la atención de los
atropellos de corrupción que relevantes políticos de sus filas habían cometido
y por los que estaban siendo juzgados. La familia Puyol entrando en fila de uno
a la cárcel, y los jueces sentenciando la existencia de la caja “B” del PP. Esa
era sin duda una de las explicaciones por la que ambos líderes, uno jugando el
papel de loco saltarín, Puigdemont, y el otro haciéndose el sueco, Rajoy, cómo
sí con él no fuera la cosa. Pero también hay otra explicación, mucho más
creíble y aceptada por la opinión pública, como la de invalidar a ambos líderes,
por necios y petardos, para un escenario de diálogo y solución pactada.
Supongo que, con éste desafío independentista alargado en el
tiempo, con irregularidades, ilegalidades y desatinos, de ambos lados, aunque
en honor a la verdad hay que decir más desde la parte soberanista catalana, el daño
causado al territorio y pueblo catalán, a su economía y al bienestar social, ha
sido muy fuerte, y, de otra parte, difícil de recuperar. Luego hemos comprobado,
o han salido a la luz, cómo determinados poderes en manos de los dirigentes
catalanes, en su inmensa mayoría independentistas o soberanistas, seguidos por
fieles ejecutores sectoriales y profesionales, adiestraban o manipulaban a la
población. Los Mossos d´Esquadra siguiendo las instrucciones de sus jefes para
permitir todo tipo tropelías contra símbolos y entidades españolas; los
profesores independentistas o soberanistas, adiestrando a los niños en las
escuelas para odiar a España y a los españoles; y, la TVE3 repitiendo a diario
el mensaje de Puigdemont y su equipo, sobre la Independencia catalana, vetando
cualquier opinión contraria. Esto, nos guste o no, tiene nombre propio:
FASCISMO.
Dicen, muchos de los politicólogos/tertulianos televisivos,
radiofónicos y de la prensa escrita, que en este asunto de Cataluña “todos
hemos sido culpables”. Hombre, ni peludos, ni con calvas, lo de “todos” se lo
pueden ahorrar, porque, por ejemplo, un servidor no ha movido un dedo en la
cuestión catalana, y como un servidor, millones de ciudadanos/as; entonces,
siguiendo ésa sentencia, lo lógico es que hablemos de la manifiesta
incompatibilidad de la clase política, catalana y española, para buscar una
solución dialogada y pactada, antes de la debacle final. Pero, además, si nos
atenemos a cómo se han venido produciendo los despropósitos, de una y otra
parte, debemos señalar a dos protagonistas únicos en la disputa: Rajoy y
Puigdemont. Con Artur Mas de fosforito.
Cataluña ha quedado, socialmente hablando, resquebrajada,
cívicamente hostil y desavenida. No me inventaré nada, contaré la anécdota de
mi amigo, el de la playa. Su hijo vive en Cataluña, bien casado con una nativa
catalana; recientemente decidieron venir una semana a Tenerife, en visita
familiar; previo al viaje el hijo lo llamó, a su padre, por teléfono para
pedirle, recomendarle, qué, por favor, no sacara en ningún momento el asunto de
Cataluña en presencia de su mujer, su nuera, para evitar problemas; mi amigo
cumplió su promesa, cosa extraña con lo que a él le gusta el debate, pero en el
aeropuerto de los rodeos, cuando su hijo se disponía a regresar a Barcelona, se
le acercó la nuera, y con disimulo le soltó a la oreja: tu hijo te llamó por
teléfono para que no hablaras de Cataluña, ¿cierto? Y mi amigo afirmó con la
cabeza. Así están las cosas entre la ciudadanía catalana. Enfrentados,
dialécticamente hablando.
Ahora, el Fiscal General del Estado, procederá a presentar
querellas contra los líderes institucionales del soberanismo catalán,
Puigdemont, Junqueras y Forcadell, presidente, vicepresidente y presidenta del
Parlamento, respectivamente. Lo más probable es que sean denunciados por
rebelión, sedición y malversación de caudales públicos, a la vez que
desobediencia al estado de derecho y de todo lo que el papel aguante. De esta
manera, la inmensa mayoría de los querellados, o bien acabarán en la cárcel, o
con cuantiosas cantidades de multas, o con sentencias para ejercer cargo
público (impedimento para ser candidatos en las elecciones del 21D), o tocados
del ala, que decimos por mi pueblo. De esta forma, los partidos
constitucionalistas ganarán las elecciones por mayoría absoluta, reduciendo el
tejido soberanista o independentista, a la mínima expresión, casi a reducto
testimonial. Porque claro, ahora que le han visto las orejas al lobo, empezarán
las huidas y el “yo no estaba cuando eso”, y se quedarán solos los
independentistas de convicción, los que seguirán saliendo en la foto reclamando
una Cataluña libre y soberana. Esa realidad la conozco bien, pero no es el
momento, ni lugar, para señalar por qué. Disculpen.
Y esta última parte, a pesar de reconocer que el independentismo
calculó a destiempo y con artimañas reprobables los objetivos, el Gobierno
español, con el apoyo de los partidos constitucionalistas, no han estado a la
altura de las circunstancias, permitiendo dejar podrir un asunto, el de Cataluña,
empleando mano dura y arbitrios legales, en sustitución del diálogo y
soluciones. Esa es mi crítica al sistema, no se puede solucionar los derechos
de un pueblo, a golpe de decretos y amenazas judiciales. Diálogo abierto,
respeto al otro y acuerdos, es la esencia de la libertad: ¡VIVA LA DEMOCRACIA!
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