CELIA VILLALOBOS, LA
“BIEN LAVÁ”
JUAN
TORTOSA
La-vicepresidenta-del-CongresoYa
apuntaba maneras de leona indomable cuando, allá por los noventa, enseñaba
cacha en aquellas tertulias que moderaba Jesús Hermida en Antena Tres
Televisión. En los años 1994-95 formó parte del ejército femenino con el que
Aznar le ganó por la mano a Felipe, con un psoe infestado de cuadros
masculinos. Parecía hasta simpática Celia Villalobos por aquellos entonces y
así, con aire desahogado, un cierto gracejo y oliendo bien, por supuesto, ella y
otras tertulianas hermiditas consiguieron arrebatarle a los socialistas algunos
de los ayuntamientos más emblemáticos del país cuando llegaron las elecciones
municipales.
Han
pasado veinte años. Fue cuando Teófila Martínez llegó a la alcaldía de Cádiz, Luisa
Fernanda Rudi a la de Zaragoza y Celia Villalobos a Málaga. Acompañando a Rita
Barberá, que llevaba cuatro años reinando en Valencia. En 1996, ya en la
Moncloa, Aznar nombraría ministras a Isabel Tocino y Esperanza Aguirre. Todas
se habían curtido en las lides tertulianas de Antena Tres, ¿no es maravilloso?
Ninguna tiene poder ya. Ni visibilidad salvo ella, la gran Celia que, como
buena malagueña, sabe nadar desde chiquitita y eso le permite flotar como un
corcho por muy revueltas que anden las aguas. Y siempre bien “lavá”, faltaría
más.
Ahora
en la oposición, Teófila y Esperanza continúan ladrando su rencor por las
esquinas, pero les cuesta vender titulares. A Celia no. En su partido le temen
y la ponen a caldo, pero son pocos los que osan toserle. Dejó la alcaldía de
Málaga para convertirse en la peor ministra de Sanidad de la historia española
reciente y, cuando no sabían qué hacer con ella, le buscaron una canonjía en el
congreso de los diputados donde, de indolencia en indolencia, consiguió llegar
a las más altas cotas de la vicepresidencia.
Desde
entonces no ha dejado de regalarnos momentos memorables cuando le ha tocado
ejercer de presidenta suplente. A Rubalcaba lo llegó a llamar “señor Pérez” con
el consiguiente cabreo del susodicho, a su chófer lo insultaba y le pegaba
gritos, calificó de “tontitos” a los discapacitados, se metió en complicados e
inoportunos charcos en materia territorial y, para rematar, no se cortaba un
pelo cuando se aburría y, sin disimulo alguno, se ponía a jugar al Candy Crush
en su ipad tan contenta.
Como
en la conocida historia del escorpión y la rana, Celia Villalobos no puede
dejar de actuar así: es su carácter. Hace una semanas, la primera vez que
coincidió con Pablo Iglesias en los pasillos del Congreso, no dudó en encararse
con él, llamarle demagogo y soltarle una encendida filípica, muy ofendida ella
porque a su partido se le tilde de corrupto. Y este viernes, revalidado ya lo
que parece su casi vitalicio cargo de vicepresidenta (¡viva el cambio
propiciado por el psoe!) la ha vuelto a liar a propósito de los diputados
rastas de Podemos:
“A
mí me da igual que lleven rastas, ha dicho en Radio Nacional, pero que las
lleven limpias para no pegarme los piojos”.
Se
suma así Villalobos a la ya larga lista de actitudes histéricas que suelen
caracterizar a los peperos a medida que van siendo desalojados de las
instituciones o se ven obligados a compartirlas, como ahora es el caso. Ahí
están, por ejemplo, los ridículos intentos de acoso y derribo a Manuela Carmena
y sus concejales desde que tomaron posesión, o los enervados tuits de la
impoluta Cayetana Álvarez de Toledo. Faltaban los exabruptos de Villalobos
quien, quizás con mono de visibilidad, tenía que liarda parda cuanto antes para
volver a salir en los papeles y que las redes le hicieran un poquito de caso,
que la teníamos muy abandonada. A la pobre.
Al
amigo Patxi López, flamante jefe suyo, habría quizás que sugerirle que, ya que
parece contrariarle que en el Congreso tengan lugar según qué tipo de
“espectáculos” a tenor de lo que ha declarado este jueves, empiece por llamar a
la prudencia a su incontinente, visceral y “bien lavá” vicepresidenta. Y ya
puestos que le quite el ipad, ¿no?
J.T.
No hay comentarios:
Publicar un comentario