LA QUE SE AVECINA
GERARDO TECÉ
“Acabamos 2015 con empujones por no
salir en la foto como culpable de nuevas elecciones y empezamos 2016 cogiendo
posiciones en la pole position para la que será la carrera de verdad”
Mariano
Rajoy y Pedro Sánchez en la reunión de Moncloa del 28 de octubre. FOTO:
@marianorajoy
Las barras azules, rojas, moradas y
naranjas iban ajustándose. Se birlaban diputado arriba y abajo y los analistas
de la tele repetían excitados sobre la silla aquello del parlamento a la
danesa, lo del hemiciclo fraccionado, lo de la era de los pactos y el
entendimiento. Mientras, niño deja ya de joder con el pactómetro, eso no se
hace, eso no se toca y el niño seguía girando hacia un lado y otro la hoja de
instrucciones del artilugio danés sin acabar de pillarle el tranquillo y
registrando combinaciones de mayorías sin sentido o combinaciones con sentido
que se quedaban en minoría una y otra vez. La sensación de interinidad, de
simulacro, sólo crecía. Vale, ya sabemos hacer unas elecciones con cuatro
partidos, ahora acuéstense, descansen, que ahora tenemos que leernos la hoja
dos de las instrucciones y esto va para largo, ya les avisaremos cuando sean
las elecciones de verdad, las de en serio, las de votar sabiendo que después
hay que pactar, esperábamos que nos mandaran a la cama los analistas con alguna
pista de futuro más sólida que combinaciones imposibles.
Entramos en 2016 y lo hacemos sin
gobierno, ni perspectiva de que lo haya, salvo que en el PSOE se pongan a cavar
su fosa desde ya. No hay Gobierno pero hay gestos, muchos gestos. Y todos dicen
lo mismo: estábamos preparados para unas elecciones a cuatro, pero no para lo
que eso supone. Rajoy, que se estrellaba perdiendo cuatro millones de votos y
60 diputados saltaba en el balcón de Génova en un revival del dientes, dientes,
que es lo que les jode. Y es que al fin y al cabo, (o al Rato y al Bárcenas,
como prefieran) el PP había ganado las elecciones. Ciudadanos regeneraba al día
siguiente mismo de las elecciones la política española, avisando en twitter de
que el IBEX quería pacto, con ilusión, eso sí, entre PP y PSOE y borrando el
comentario a continuación cuando vieron aparecer de nuevo al niño por la tele
dándole hostias al pactómetro que seguía sin funcionar. A Podemos las cuentas
le salían a devolver la ayuda recibida en Cataluña, País Vasco y Galicia y esto
hacía inamovible el referéndum al que el PSOE se agarra para no tener que
sentarse a hablar de las exigencias de la independencia más jodida, de la de
verdad, de la del mercado en cuestiones de política social. El PSOE, en proceso
de aprendizaje, entendió hace 5 años que una ley laboral que fomenta los
despidos no creaba empleos y 5 años más tarde está aprendiendo que una cara
nueva no hace nuevo un proyecto que cuando parece que ha tocado fondo vuelve a
sorprendernos y supera su capacidad de caída.
Acabamos 2015 con
empujones por no salir en la foto como culpable de nuevas elecciones y
empezamos 2016 cogiendo posiciones en la pole position para la que será la
carrera de verdad, esa que ya no nos dé sensación de interinidad, esa en la que
haya que hablar de pactos antes de ir a votar y el pactómetro funcione
correctamente, esa en la que hayamos asimilado la segunda parte danesa del
asunto. PP y Ciudadanos ya lo han hecho.
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