sábado, 30 de enero de 2016

MARIANO TOREA CON RIVERA EN BRAZOS

MARIANO TOREA CON RIVERA 
EN BRAZOS

DAVID TORRES

Hay que ver la que se ha montado porque Fran Rivera se llevó a su hija al trabajo. Ni que fuese un diputado en el hemiciclo. Ante la fiscalía de menores de Sevilla, Rivera se defendió asegurando que, cuando se hizo la foto, no había ningún peligro, que él tenía a su hija bien sujeta y que enfrente sólo estaba una becerra de 120 kilos. “Llevo en esta profesión desde los 17 y tengo 42” dijo, aunque más tiempo llevaba Antonio Bienvenida (y era bastante más diestro y más torero) cuando una vaquilla lo cogió desprevenido, lo volteó y le partió el cuello. No obstante, también hay matadores prudentes que consideran el toreo una profesión de riesgo, sobre todo para el toro.

Lo cierto es que tiene mucho más peligro Mariano toreando mierda con Albert Rivera en brazos. La fiscalía de menores ha decidido abstenerse, a pesar de la bisoñez del líder de Ciudadanos en estas corridas de corruptos, que a la mínima te llevas una cornada que sales imputado por la puerta grande. Rivera había prometido en multitud de ocasiones, en vivo y por la radio, quedarse a ver los toros desde la barrera y no mezclarse en el lodazal al menos hasta que aclare un poco, pero el espectáculo del Niño de Sanxenxo en la plaza de Valencia ha sido irresistible para él y se ha lanzado de espontáneo a capear la mierda que haga falta.

Mariano torea ceñido, como siempre, arrimándose hasta el lomo mismo del corrupto, ya se apellide Matas, Rato, Bárcenas, Granados Rus o Barberá. Le da lo mismo que sean de la ganadería Gürtel o de la Púnica, novatos o resabiados, tesoreros o sobreros: al final da la vuelta al ruedo entre los aplausos del respetable. Mariano, que ha inventado la lidia por plasma y por sms, el toreo minimalista y el derechazo al natural, parece como que no hace nada, quieto en el centro exacto de la podre, indiferente a los pullazos y banderillas de la justicia, como si la cosa no fuese con él.

Esta tauromaquia poco vistosa y poco ortodoxa, fiada exclusivamente al engaño, cuenta con muchos detractores pero al público le encanta. Incluso Jose Mari de Georgetown y Felipe el de la Filesa (el histórico diestro con más corruptelas en el palmarés que canas en la cabeza) han saltado al ruedo para proclamar que Mariano es el número uno del escalafón, con Rivera o sin Rivera. Toda la vida oyendo eso de que los extremos se tocan y ahora van y lo que se tocan son los centros, eso sí, los centros de extrema derecha. En la plaza el tendido 7 nunca para de protestar, primero porque no les gustan los toros y luego porque en vez de barrera los han colocado a todos en la andanada. Que aprendan del público que, a diferencia del toro, le gusta que lo engañen, no que lo desengañen.


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