MUJER RAJADA....
DUNIA SÁNCHEZ
Como llegas, con la interrupción de tu juventud.
Campos donde se expande el refugio de tus huesos, de tu espíritu. Has caminado
bastantes tormentas y parece que no terminan. Te mueves en un espacio donde la
oscuridad de tu mirada se vuelve pálida, muy pálida. Huyes de las grotescas
manos del exterminio, de las interminables batallas al hambre, a la sed, a la
sangre que ante tus ojos se vuelve fosas infinitas. Ahora aquí en las caravanas
de la desidia, del terror, de los enfermizas manos que manosean tu ser. ¡Como
levantarte¡ te preguntas. Cómo seguir, continuar hacia los paraísos donde la
sonrisa demacrada se eleva y vuelve a ser persona. Te asaltan, hacen de ti no
más que mujer rajada por las lluvias de agujas del abuso sobre tu entereza. No
sé…no sé
Xx: Ando ante los espejos rotos bajo mis pies,
sobre mi cuerpo. Punzadas repugnantes me avasallan, me acosan hasta que mi
verticalidad cae en su peso ¿Qué hacer vida? Los tormentos se ciernen en mi
sienes y este sudor…oh, qué horror…este sudor me desploma, me deja
desvencijada.
Vida: La ruptura del humano. Terroríficas
aberraciones contra tu condición de mujer. Un campo de refugiados de terribles
connotaciones. Bajas hasta la muerte y la ves. Te visita con toda su fuerza.
Ay, el dolor…el hombre gira sin razón bajo las fuerzas del mal. No les importa
tu inocencia, tu desprotección, tu hambre de alcanzar la paz. Quieres
levantarte pero rejas de espinas oxidadas te obstaculizan. Ay, mujer…qué hacer,
qué hacer para que la vida se construya sobre pilares firmes, justos.
Xx: Deseo que la muerte venga con su rostro sin
ojos. Para que luchar. Ya no soy nada y esta nada me rodea con su aroma más
enrarecido en grutas imposibles de salir. Estoy herida, herida de mareas
violentas para el continuar.
Vida: No…no al adiós. Todo tiene que cambiar. Este
desequilibrio global se tiene que extinguir. Fuera los llantos. Fuera las
cicatrices del daño irremediable. Avanza…avanza donde el sol se yerta con su
más alto canto. El frío te corroe a igual que esas manos…manos nefasta para el
proseguir de tu trepar por las arboledas de la libertad, de la paz. Se fuerte,
aguanta un poco más, te suplico.
Prosigues, avanzas con tus lágrimas de sangre, de
sudor. Qué pasará después. No sé. No quieres saberlo. El futuro se envuelve en
sábanas blancas donde te retuerces, donde tu huída se ve alterada por
alambradas torturantes a tus sentidos. Por qué…por qué…
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