NUNCA FALTA
UN
ARZOBISPO
DAVID TORRES
Para
demostrarlo ahí está el caso del obispo de Mallorca, Javier Salinas, que montó
un grupo de oración con una señora de la alta sociedad, Sonia Valenzuela, con
la que rezaba como un loco. Rezaban juntos por la mañana, por la tarde, por la
noche, se telefoneaban de madrugada para seguir rezando y hasta intercambiaron
anillos de oración. Al final el marido, mosqueado, les puso un detective que
descubrió con gran escándalo que, en efecto, sólo estaban rezando.
Braulio
Rodríguez, arzobispo de Toledo, ha sido el penúltimo experto eclesiástico en
meterse en casulla de once varas al afirmar, sobre la violencia de género, que
“frecuentemente la reacción machista tiene su origen en que ella ha pedido la
separación”. Debe de ser que el arzobispo ha realizado un análisis estadístico
basado en las confidencias de mujeres maltratadas en el confesionario o quizá
le haya inspirado directamente el Espíritu Santo, que también estuvo a punto de
disolver el matrimonio de José y María cuando se interpuso entre ambos
disfrazado de palomo. Lo más probable es que el arzobispo haya hecho como el
autor de aquel manual de medicina para hipocondríacos que me regalaron hace
décadas, quien advertía al lector imprudente: “Todo lo que sé sobre medicina lo
he oído por ahí o me lo he inventado”.
Esta
obcecación cerril y reverenda por el sexto mandamiento me ha hecho replantearme
seriamente volver a leer despacio, uno por uno, los cuatro Evangelios, a ver si
se me ha pasado algo por alto. No recuerdo yo que Jesucristo dedicara mucho
tiempo en sus prédicas a las bajas partes, la coyunda y las relaciones
maritales. Probablemente los leí mal en su día o no supe interpretar esas cenas
y reuniones de apóstoles que, vistas desde el prisma de las homilías
episcopales, debían de ocultar verdaderas orgías a calzón quitado y botellón
abierto. A lo mejor me equivoco pero me parece que Jesucristo hablaba sobre
todo de ayudar a los pobres y cuidar de los enfermos mientras que despotricó
siempre de la fea costumbre acumular bienes y juzgar al prójimo, actividades
favoritas de la iglesia española. Sí, seguramente me equivoco, porque el último
año la Conferencia Episcopal ha invertido mucho más dinero en ese carrusel de
porteras llamado 13tv que en Cáritas. Seguro que no lo han hecho sólo por
joder.
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