EL OBJETIVO DE WASHINGTON ES VENEZUELA,
BRASIL Y ARGENTINA.
POR: JACK RASMUS
Mitin de apoyo del PSUV con
el Presidente Nicolás Maduro, apoyando la Revolución Bolivariana de Venezuela.
| Foto: Archivo
Después
de los ataques del 11 de septiembre, Estados Unidos enfocó su política exterior
más agresiva en Oriente Medio, desde Afganistán hasta el Norte de África. Sin
embargo, el reciente acuerdo logrado con Irán; la actual negociación a puertas
cerradas sobre Siria entre el secretario de Estado estadounidense John Kerry y
el ministro de Exterior ruso Sergei Lavrov; y la decisión de Estados Unidos de
subsidiar y ahora exportar la producción de gas y petróleo de esquisto, que es
un cambio total con respecto a sus políticas hacia Arabia Saudita en el pasado.
Todo esto representa un giro relativo de las políticas estadounidenses en
Oriente Medio hacia otras latitudes.
Con
la consolidación de una nueva fase en Oriente Medio, las políticas
estadounidenses han cambiado desde 2013-2014 hacia lo que ha sido su foco
tradicional por décadas. Primero, controlar y contener a China; segundo, evitar
que Rusia se integre más profundamente con Europa en el área económica; y
tercero, reafirmar su influencia directa, una vez más, como en décadas previas,
sobre las economías y gobiernos de América Latina.
Luego
de su reelección en 2012, Obama anunció lo que se llamó un “giro” en Asia para
contener y controlar el crecimiento económico y la influencia política china.
En 2013 y 2014 ocurrió el golpe en Ucrania, dirigido por Estados Unidos, que
fue un pretexto para sancionar a Rusia y así detener sus crecientes relaciones
económicas con Europa. Pero hay otro cambio de la política estadounidense que
viene en camino y que, quizá, no sea tan evidente como el reenfoque sobre China
o la nueva “guerra fría” contra Rusia. Este no es más que el giro hacia América
Latina, que comenzó en 2014, y cuyo objetivo particular es la desestabilización
económica y política de países y economías claves en Sudamérica: Venezuela,
Brasil y Argentina, lo cual es un requisito fundamental para reintroducir las
políticas neoliberales en esa región.
Venezuela:
un ejemplo de desestabilización
Venezuela
ha sido víctima de la más reciente fase de la desestabilización económica desde
2013. El colapso de los precios del petróleo y otras materias primas,
consecuencia, en parte, de la lucha entre Estados Unidos y Arabia Saudita por
el control de los precios, y que se inició en 2014, ha causado que la moneda
venezolana, el bolívar, se haya desplomado. Asimismo, el alza de las tasas de
interés a largo plazo de Estados Unidos, el pasado año, también ha perjudicado
a esa moneda. Además el gobierno estadounidense y los bancos han avivado las
llamas del colapso económico con un novedoso método: la estimulación a los
especuladores que operan fuera de Colombia y el uso del sitio de Internet
Dollar Today para ‘golpear’ al bolívar y depreciarlo aun más. Los medios de
Estados Unidos, en particular el ultraconservador Instituto CATO, han juntado
esfuerzos para consistentemente informar depreciaciones exageradas del bolívar,
hasta de 700 por ciento. De esa manera buscan crear pánico entre los
venezolanos y que estos se vean obligados a cambiar bolívares por dólares, con
el consiguiente círculo vicioso de deteriorar aun más la moneda. Mientras
tanto, las corporaciones multinacionales en Venezuela continúan acaparando más de
11 millardos de dólares, lo que causa que el dólar se fortalezca y el bolívar
pierda valor. La consecuencia de todas estas fuerzas que contribuyen al colapso
de la moneda es un creciente mercado negro de dólares y la escasez de productos
básicos y producción de mercancías.
No
obstante, eso es solo el comienzo. El colapso monetario significa que se
incrementen los costos de importación y la inflación, de este modo, se derrumba
el ingreso real de los pequeños comerciantes y trabajadores. Igualmente, el
mercado negro y la escasez de dólares afectan la importación de productos
claves como medicinas y alimentos. Asimismo, el aumento de los costos de
importación se traduce en la ausencia crítica de materiales necesarios para
continuar con la producción, de ese manera se cae la producción, los negocios y
fábricas cierran sus puertas y aumenta el desempleo.
Desde
2014, el escenario en Venezuela ha empeorado, los ataques de Estados Unidos en
el ámbito legal a la petrolera estatal venezolana, PDVSA, la ha convertido en
uno de sus objetivos. El gobierno de Obama, en marzo de 2015, emitió una orden
ejecutiva para congelar los activos de representantes gubernamentales y
militares de Venezuela que habían sido acusados de cometer supuestos abusos a
los derechos humanos. Asimismo, Estados Unidos recientemente arrestó a algunos
empresarios venezolanos en ese país, sin derecho a fianza para, claramente,
enviar un mensaje a aquellos que deseen apoyar al gobierno. El gobierno
estadounidense también ha acusado a funcionarios y militares venezolanos de
estar involucrados en el negocio de las drogas, entre ellos, a generales de la
Guardia Nacional que apoyan al gobierno de Maduro. Todo este juego daña la
imagen del gobierno y lo hace sospechoso de corrupción, además de que pone a pensar
a todos los militares y seguidores que deseen apoyar al gobierno y, quizá,
reconsiderar el “brinco de talanquera” hacia las filas opositoras para lograr
un “acuerdo” que elimine las acusaciones legales. También crece la impresión
popular de que la crisis económica, la inflación, la escasez y los despidos
deben ser asociados con la corrupción del gobierno. Todo esto forma parte de
una estrategia clásica de desestabilización por parte de Estados Unidos.
Toda
esa dislocación económica ocurre en Venezuela, mientras el dinero fluye por
incontables canales no oficiales hacia los partidos de oposición y sus
políticos; esas maniobras le permitieron al grupo opositor hacerse con el
control de la Asamblea Nacional. Los líderes de la nueva Asamblea, según informaciones
filtradas a los medios, desean reconstituir a la Tribunal Supremo de Justicia
para así conseguir el apoyo a sus políticas y blindar legalmente los ataques al
gobierno venezolano. Su objetivo es remover a Maduro y su gobierno del poder o
crear un clima que le haga imposible gobernar.
Julio
Borges, diputado electo a la Asamblea, ha declarado públicamente que si el
gobierno de Maduro no se pliega a las nuevas políticas de la Asamblea, “tendrá
que ser cambiado”. Sin duda el procedimiento para activar un referéndum
revocatorio contra el presidente Maduro estará en la agenda en Venezuela, al
igual que en Brasil. Pero para que ello ocurra, debe cambiarse el Tribunal
Supremo de Justicia, jugada que parece ser el próximo frente de batalla.
Argentina
y Brasil los precursores del neoliberalismo que se avecina
Si
la nueva Asamblea Nacional pro Estados Unidos y proempresarios se impone al
gobierno de Maduro, el resultado económico sería similar a lo que se está
desarrollando en Argentina con el gobierno de Mauricio Macri. A pocos días de
haber asumido la presidencia, Macri ha recortado los impuestos a las grandes
empresas agrícolas y manufactureras; levantó los controles cambiarios y devaluó
el peso en un 30 por ciento; permitió que la inflación se incrementara, de la
noche a la mañana, en 25 por ciento; otorgó 2 millardos de dólares en bonos
para los especuladores y exportadores argentinos; reanudó las discusiones con
Estados Unidos sobre los fondos de cobertura como un preludió al pago excesivo
de intereses que había denegado el gobierno de Kirchner; despidió a miles de
trabajadores y tomó medidas para revocar la actual ley de Medios en Argentina.
Y eso es solo el comienzo.
Políticamente,
la visión neoliberal significará anular y reestructurar la actual Corte
Suprema, implementar posibles cambios en la actual constitución e intentar la
remoción del poder, por diferentes vías, al presidente electo antes de
completar su mandato. Aparte de los planes para reorganizar el poder judicial,
al igual que en Argentina, la Asamblea Nacional venezolana y su liderazgo
proempresarios seguirán el mismo camino que sus reaccionarios compatriotas de
clase en Brasil; tratarán de sacar de la presidencia al presidente Maduro y
desmantelar su gobierno popular, al igual que se está intentando con la
presidenta brasileña, recientemente reelecta, Dilma Rousseff.
Lo
que suceda en Venezuela, Argentina y Brasil en las semanas por venir es una
señal de la intensa batalla política y económica de clases en Sudamérica y que
promete incrementarse a medida que avance el 2016.
Jack
Rasmus es autor de un análisis sobre la economía global, recientemente
publicado, “Sistemic Fragility in the Global Economy”, por Clarity Press, enero
2016. Dicho análisis está disponible en Amazon y en
www.ClarityPress.com/Rasmus.html.
Este contenido ha sido publicado originalmente
por teleSUR bajo la siguiente dirección:
http://www.telesurtv.net/opinion/El-horrible-rostro-del-neoliberalismo-resurge-en-Sudamerica-20160115-0057.html.
Si piensa hacer uso del mismo, por favor, cite la fuente y coloque un enlace
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www.teleSURtv.net
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