LA MESA OPOSITORA EN VENEZUELA
POR: ALFREDO SERRANO MANCILLA
Para el 77 por ciento de
los venezolanos, la MUD carece de líder y de un proyecto de país. | Foto:
Notiactual
Las
diferencias, en definitiva, adentro de la Mesa son eminentemente tácticas: unos
pretenden incendiar todo cuanto antes mientras otros confían en el fuego lento.
El objetivo, el mismo: derrocar al chavismo y especialmente al Presidente
Nicolás Maduro.
El
relativo silencio chavista luego de la derrota electoral del 6D ha sido
compensando con un descomunal ruido en el seno de la oposición venezolana. Ni
saben perder ni tampoco ganar. Las divisiones internas dentro de la Mesa Unidad
Democrática (MUD)no se han hecho esperar. Cada jinete tomó su caballo, y
comenzó su carrera para llegar en la mejor posición posible el día de
instalarse la Asamblea Nacional. La Unidad quedó subordinada a una suerte de
competitividad interna que ha quedado perfectamente fotografiada en prensa y
redes sociales. De nuevo, en cuanto se acaba una cita electoral, vuelven a
relucir las sustanciosas divergencias tácticas en el accionar político.
El
ala más radical liderada principalmente por Leopoldo López suplica otra vez más
un plan inmediato para sacar al Presidente constitucional Nicolás Maduro del
gobierno en los próximos seis meses. El objetivo es poder llegar a filmar la
segunda temporada de la serie La Salida. María Corina Machado desea ser
nuevamente una protagonista principal en este suceso, pero todo parece indicar
que esta vez se quedará como actriz de reparto. La emergencia de la figura de
la esposa de Leopoldo, Lilian Tintori, con sus guardianes internacionales, ha
eclipsado en buena medida a la anterior. Antonio Ledezma sigue ahí escondido
entre bambalinas asumiendo su papel secundario pero sin bajar nunca el tono
cada vez que le toca apelar a este plan violento anti constitucional. El
objetivo de todos ellos coincide en llamar “a las calle”para provocar
confrontaciones que justifiquen salidas violentas, aun cuando ya comprobaron
que este método trajo consigo muchas muertes hace un par de años. Este sector
opositor se siente incómodo adentro de la Unidad. Creen ciegamente en la vía no
democrática y discrepan frontalmente de otros opositores que sí creen que para
gobernar en Venezuela se requiere el apoyo de la mayoría.
En
esta línea, está Capriles Radonsky quien pide tiempo y calma poniendo el acento
en todos los problemas que acucian al país. Así aparece en escena luego de dos
derrotas, procurando auto proclamarse el único líder opositor, disfrazado como
hombre de Estado. De esta forma, se diferencia del otro personaje en
competición, Leopoldo, procurando presentarse como el gran valedor de esta vía
democrática con capacidad real para derrotar al chavismo en la próxima elección
presidencial. Capriles opta por algunos rasgos característicos de la derecha
del siglo XXI: confronta menos, dice buscar diálogo aunque lo practique poco,
apenas toca a Chávez, llama a sumar a los desencantados, e incluso procura
pescar en el mismo seno del chavismo. Tanto es así que Capriles recientemente
en una entrevista en el periódico Tal Cual reconoció que: “Nosotros decíamos
que había que organizar una mayoría, con piso en los barrios del país, fuerza
política”. Capriles, o quizás sus asesores, por fin han entendido algo de la
nueva identidad política existente en Venezuela: para vencer al chavismo
política y electoralmente, se ha de construir otra gran mayoría.
Sin
embargo, ninguno de los nombres previos tienen cabida en la nueva Asamblea
Nacional (AN), siendo ésta el nuevo frente estratégico para golpear al poder
ejecutivo. Es precisamente la carrera para ser el Presidente de la AN lo que ha
desatado aún más las desuniones en la Mesa opositora. En este río revuelto, han
querido pescar todos. Pero han sido los adecos, segunda fuerza electoral de la
AN, con Ramos Allup como su máximo exponente, quienes han sabido moverse mejor.
Han acabado coronando la ansiada presidencia del parlamento gracias al apoyo de
Voluntad Popular (de Leopoldo López). Así que Julio Borges (de Primero
Justicia, el mismo partido de Capriles), el otro contrincante en la contienda,
se queda afuera de este primer puesto. Así que finalmente un diputado de la
tercera fuerza más votada, como es el caso de Ramos Allup, queda proclamado
Presidente de la AN. Por encima de este partido, en diputados, estaba el
Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y Primero Justicia. Pero no. La
vieja partidocracia logró imponerse gracias a la alianza con Leopoldo López
quien sigue moviendo hilos desde la cárcel.
Por
tanto está servida la disputa interna de la Mesa al interior de la AN. Por un
lado, Tomás Guanipa, el secretario general de Primero Justicia, sigue en la
línea caprilista priorizando la tarea legislativa en los próximos meses sobre
aquellos asuntos prioritarios, y a partir de ahí, esperar cómo reacciona el
gobierno. Por el otro, el futuro Presidente Ramos Allup, en asociación con
Leopoldo López, buscarán que sea el Parlamento el que se ponga manos a la obra
para llevar a cabo este año La Salida en versión de golpe institucional.
Las
diferencias, en definitiva, adentro de la Mesa son eminentemente tácticas: unos
pretenden incendiar todo cuanto antes mientras otros confían en el fuego lento.
El objetivo, el mismo: derrocar al chavismo y especialmente al Presidente
Nicolás Maduro. La oposición ha demostrado que lo único que le mantiene unido
es confrontar contra el chavismo. Cuando se ponen a discutir entre ellos,
entonces la Mesa de Unidad deja de ser una mesa unida para pasar a ser un
conjunto de partidos de oposición con fracciones de intereses específicos que
en nada representan a la unidad de Venezuela. Seguramente, la Mesa estará
deseando que el chavismo vuelva cuanto antes a la palestra, porque de no ser
así, la oposición seguirá haciéndose el haraquiri entre ellos mismos.
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