NO LAS MATEN,
QUE LAS ADOPTAMOS...
- POR EL PADRE BÁEZ
...
¿no dan de adopción a los perros que nacen, perros abandonados, perros todos,
que no dan leche? Pues, a las cabras, que dan leche y estiércol (carne y queso)
en lugar de matarlas, las den de adopción, y estoy seguro, que con el paro, el
hambre y la pobreza creciente y a más que padecemos, si nos ofertan una cabra,
no hay quien la rechace, por más que no tenga ni dónde ponerla o tenerla, que
volviendo a los años 50, antes y después, no faltarán quienes las suban a las azoteas, y más limpias que
los perros son cien veces, y a nadie molestarán su validos, ya que soportan
ladridos miles, y dado que ni pienso ni alfalfar habría que comprarles, y ni
sembrar algo para ellas, que con los restos de hortalizas para el potaje, y con
las fregaduras de las comidas, las cabras, austeras en demasía en su
alimentación, darán solución a desayunos
y cenas. Por tanto erradicar significa, entre otras acciones, ésta (que
les pide Europa). Den las cabras en adopción, y no maten ni una más. Pídalas
usted de aquí o de Betancuria, y que peguen tiros al aire, pero no más a cabra
alguna, que seguro pasan de mil los que adoptarían a la misma y sola cabra que
vayan a disparar o matar. ¡Mira por dónde -y no es la única salida- hay
solución para una majadería, pues es mentira las cabras coman endemismo alguno,
que endémicas son ellas y el pueblo en masa las salvarían de la matanza que le
tienen sentenciada la clase política, sin que defensa tengan por parte de ella
(de los políticos), la raza de cabra mejor que en el mundo haya! Pues en sus
turbios y sucios negocios y trapicheos en contra de nuestra fauna única y
excepcional, en importaciones de sucedáneos de leches y quesos sin sabor, pero
que nada les importan con tal de tener dineros por vías ilegales y contra
natura, y contra los intereses del pueblo al que no sirven y del cual se
sirven.
El
Padre Báez, que oferta una salida airosa y beneficiosa de las cabras, sentenciadas a muerte: que el pueblo está
dispuesto a salvarlas, ofreciendo sus azoteas a ellas, y así poder comer más
abundantemente en tiempos de grave crisis económica, de paro y hambre. Volvamos
a las cabras en las azoteas, volvamos a tener las cabras que siempre se
tuvieron, volvamos a nuestra Historia y seamos fieles a ella. Volvamos la
mirada amable a la que nos mató el hambre siempre. Y hasta no faltarían de
nuevo pastores de las afueras, que paseen sus rebaños por las calles vendiendo
leche recién ordeñada a las puertas de las casas, como antes se hiciera (todo
con tal de que no le peguen un tiro más a cabra alguna). Impidamos -pues- la
matanza de las cabras: adoptemos una cabra, individual o colectivamente. ¿O es
que también nos la van a negar si las queremos adoptar y así salvarlas? He ahí
una solución al problema creado por ecologistas en gobiernos. Y sigan callados
los defensores de los animales (que cobran por ello).
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