EL MACHISMO SALE AL ENCUENTRO DEL AVANCE DE
LAS MUJERES EN POLÍTICA
Marta Selva, del Observatori de les
dones en els mitjans de comunicació, cree que existe “cierta sensación de
impunidad” entre los agresores
La concejala Rita Maestre en la Feria del
Libro de Madrid. AHORA MADRID / Elvira Megías
EDUARDO MURIEL
El gesto de la diputada de Podemos
Carolina Bescansa, que se ha llevado a su hijo al primer
pleno de la legislatura, ha levantado un intenso debate sobre
el papel de la maternidad y la manera de ejercerla, donde no han faltado las
críticas y los insultos directos. La dirigente de la formación ha alegado que
lo ha hecho porque aún no ha logrado que el bebé “se enganche” al biberón. En
cualquier caso, ya es sintomático el alud de ataques a
la manera en que Bescansa cuida de su propio hijo.
Mujeres con perfil alto y en primerísima
línea están irrumpiendo en la esfera política con la llegada de nuevos
partidos. Y con este movimiento, la reacción machista de
un sector importante de la sociedad, que ha quedado de manifiesto
durante las semanas en las que se ha desarrollado la negociación entre Junts
pel Sí (JxSí) y la CUP -que no es una formación joven pero sí una recién
llegada al Parlament- para investir un nuevo president de la
Generalitat.
Pelo de guarra, idiota, histérica, puta
traidora, amargada, mala puta… las redes sociales han sido un vertedero de odio estos días contra la diputada de la CUP Anna
Gabriel, una situación que llevó a la misma alcaldesa de
Barcelona, Ada Colau, a pedir de manera “inmediata” un “rechazo absoluto a los
ataques machistas contra las mujeres de la CUP”. También lo ha hecho el
colectivo Feministes de Catalunya en un comunicado en el que tacha de
“intolerable” el uso de “insultos claramente machistasque pretenden el descrédito personal e intelectual de las mujeres”.
Uno de los primeros en abrir fuego fue
el exvicepresidente del Barça Alfons Godall: “Ya sé que recibiré leña, pero para ser una activista de la CUP hace falta ser e ir
necesariamente fea de cojones?”. La guinda la pondría el periodista
de ABC Antonio Burgos, que tituló una columna con “Por qué las separatistas de Bildu y CUP son tan feas”.
Y Joaquín Leguina, expresidente de la Comunidad de Madrid, durante un debate en
13TV, en un momento en que hablaban de un insulto dirigido a Gabriel, lo derivó
a la periodista Pilar Rahola: “Pensaba que era Rahola, que
alguien la llamaba por su nombre”.
Con un cerebro masculino detrás
La diputada de la CUP Mireia Vehí, que
entra en el Parlament en sustitución de uno de los representantes sacrificados
por la formación en el acuerdo de investidura, cree que
el patriarcado reacciona con “violencia” y “ferocidad” cuando
una mujer toma una posición pública o de poder. Cita los casos de sus oponentes
políticas Inés Arrimadas, “una de las que más se ha minusvalorado”, y Alicia
Sánchez-Camacho, “a la que dijeron de todo”. “No nos consideran como
enemigas, no llegamos ni a eso. Se limitan a criticar si vamos bien
o mal vestidas o si nos peinamos de una manera o de otra”, lamenta. “Al señor
[David] Fernández nadie la ha planteado que vista mal, por ejemplo”, agrega.
Para Vehí, la mujer sigue tratándose hoy
en día como si “nosotras no fuéramos las artífices de nada”.
“Arrimadas es un títere de [Albert] Rivera, el cerebro de Colau -que tiene un
peso político indiscutible- es su marido, el otro día decían que el discurso de
Anna Gabriel se lo había escrito Quim Arrufat”, desarrolla. En Madrid también
se producen ataques virulentos, sobre todo contra la nueva alcaldesa, Manuela
Carmena, y la portavoz del Ayuntamiento, Rita Maestre, quien es acusada constantemente de “guarra”, sobre todo a raíz de
que trascendiera su acción en la capilla de la Universidad Complutense
de Madrid.
Por su parte, Vehí mira hacia delante: el grupo parlamentario de la CUP tiene más mujeres que hombres,
lo que considera una oportunidad “en términos internos para trabajar más el
tema de los liderazgos”. “En la legislatura pasada, porque eran tres y no daban
para más, hubo un liderazgo muy claro de David [Fernández], Quim [Arrufat] en
menor medida e Isabel [Vallet] quedaba más como en la intimidad. Tenemos la oportunidad de revertir esto y se ha trabajado mucho
para que así sea”, explica. También se plantea luchar contra las
“dinámicas patriarcales” del Parlament y el sistema mediático.
Sensación de impunidad
Lo cierto es que las agresiones contra
dirigentes de la CUP no han sido aisladas, tal y como recuerda la propia Vehí
con los casos de Arrimadas y Sánchez-Camacho. “¿Por qué el pie de foto de las
mujeres no hace referencia a nuestra intervención y sí a la ropa?”,
se preguntaba la líder de Ciudadanos en Twitter tras enseñar un recorte de
prensa en el que se referían a su indumentaria, en contraste, por ejemplo, con
Miquel Iceta, que también aparecía en la imagen y de quien se referenciaba su
posición política.
Sonadas fueron las palabras que dirigió
el periodista Eduardo Inda a Ada Colau cuando la llamó “gordita”.
En la misma línea, el también informador Alfonso Rojo comparó a las reinas
magas de la cabalgata de Valencia de las pasadas navidades con “tres prostitutas sacadas de un western”. Insultos en
el plano físico y ataques al honor que rara vez se ven destinados a un hombre.
Marta Selva, del
Observatori de les dones en els mitjans de comunicació, cree que existe “cierta sensación de impunidad” entre
quienes utilizan este tipo de ataques. “Nos podríamos quedar tranquilas
pensando que esto es reflejo del miedo de ciertos sectores ante la visibilidad
de las mujeres en todos los ámbitos, pero también hay que darse
cuenta de que en el fondo la sensación es que estas actuaciones tienen un coste
cero”, defiende. La solución, en palabras de Selva, tendría que
llegar por la vía de posicionamientos públicos y por la depuración de
responsabilidades. “Por ejemplo, la Universidad de Barcelona ha
iniciado un expediente contra un profesor suyo”, apunta. Se refiere
al docente asociado Àlex de Jaureguizar, a quien la institución ha rescindido su
contrato tras llamar “hijos de puta” a los militantes y dirigentes de la CUP.
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