POR ELLAS Y
POR ELLOs
POR JUAN CARLOS MONEDERO
En Viena hay diez muchachas,
un hombro donde solloza la muerte
y un bosque de palomas disecadas.
Hay un fragmento de la mañana
en el museo de la escarcha.
Hay un salón con mil ventanas.
¡Ay, ay, ay, ay!
Toma este vals con la boca cerrada.
Federico García Lorca,
Pequeño vals vienés
Dejando
atrás los melancólicos pasillos del pasado. Con el anhelo del cambio
alimentando nuestros sueños, llevando oxígeno a las células después de tanto
esfuerzo. Sabiendo que es hoy. Que hoy, diciembre, invierno, empieza la
Primavera porque me lo ha dicho mi amigo Rafa y él sabe mucho de primaveras
porque le creció el corazón con los desahuciados y sabe ver por donde amanece y
entra la luz.
Esta
noche me gustaría brindar con gente que conocí y que me faltan especialmente
hoy, que la noche no va a ser noche porque se hace de día.
Esta
noche me gustaría brindar con Vázquez Montalbán, que me invitaría a un trago de
ese whisky que llevaba décadas guardado especialmente para esta noche. Me diría
alguna ironía y me daría un abrazo con el agradecimiento de los valientes.
Me
gustaría brindar con Labordeta y cantar con él que el día en que todos
levantemos la vista ya se ha puesto en marcha. Y decirle que tenía razón y que
a los canallas hay que mandarlos a donde él les dijo que se tenían que ir.
Me
gustaría brindar con Javier Ortiz y con Rafael Chirbes, para que supieran que
Margarita Nelken tenía razón y que no olvidamos para que no nos visiten otra
vez los fantasmas que sacaron del purgatorio los que nunca entendieron al
Cristo.
Me
gustaría brindar con todas las abuelas a las que Emilio Silva les regaló la
sonrisa de poder encontrar a sus familiares enterrados en cunetas y fosas
comunes.
Me
gustaría brindar con Pepín Vidal Beneyto, que nos pondría a trabajar desde ya
mismo organizando mil cosas con esa energía que sólo tienen los que creen en la
democracia con la fe del corazón bien leído.
Y
brindaría con un fino con Enrique Morente, que llenaría de luz y música el
salón de las escarchas, y con Ivá, que haría que Maki Navajas se muriera de
risa viendo en qué han quedado todos los que hicieron tanto daño.
Y
me gustaría brindar con toda esa gente anónima que me ha abrazado estos últimos
meses de recorrer España, que nos han dicho que les hemos devuelto la alegría,
que nos han besado como si fuéramos sus nietos, sus hijos, sus hermanos. Me
gustaría besar a toda la gente que ha llorado en nuestros actos emocionada
porque han vuelto a soñar y me gustaría beberme todas esas lágrimas para que
sean para siempre parte de mi memoria.
Hay
mucha gente que nos va a estar mirando desde los caminos que abrieron para que
nosotros continuáramos su tarea. Por ellas y por ellos hemos hecho este
esfuerzo. Para que toda su lucha no sea en vano. Siempre hemos sabido que nos
estaban mirando. Por eso, por ellas y por ellos, somos así. No dejéis nunca de
mirarnos.
Y
esta noche todo el mundo alegre y que ha apostado por la esperanza podrá decir:
yo he sido parte de esta hermosa historia, yo hice mi parte, yo soy, como nos
decía Lorca, un fragmento de la mañana. Abrazaré a Pablo, a Íñigo, a Carolina,
a Irene, a Rafa, a Luis. También en la distancia del norte a quienes me han
cogido de la mano para que no me cayera y para que no me desviara por los
rumbos donde se pierde el alma.
Votad
con la convicción de los que tienen memoria y no tienen miedo. Y sonreíd. Que
viene la ternura a la política.
Un
fuerte abrazo con un vals de risa ilusionada. Nos vemos en las calles.
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