POR EDUARDO SANGUINETTI,
FILÓSOFO
Cristina
Fernández, en absoluta soledad, se ha sublevado estupendamente a las
escleróticas políticas de entrega y sumisión. Lo hizo impregnada de aires
revolucionarios indudables, instancia que provocó la ira y el pánico de la
denominada oposición ávida y pacata, neoliberal, peronista y de la oligarquía
grosera prostituta, publicitada en los pasquines “caretas” que conforman las
corporaciones económico mediáticas de la denominada prensa argentina y mundial.
La
desinformación se ha desplegado en Argentina, de manera brutal, en el accionar
artero del aparato mediático, en los últimos días del gobierno de la presidenta
Cristina Fernández, donde no han estado ausentes los agravios, injurias,
difamaciones e insultos a la investidura y la persona, de quien era presidente
de todos los argentinos, mal que le pese a los fanáticos mensajeros del
neoliberalismo bestial, enarbolando simulados principios de “libertad
informativa” y “veracidad”, ante el espectador permisivo y distraído, cómplice
desde su incapacidad de replicar las mentiras y farsa en acto de desdibujar su
realidad.
Macrocorporaciones
mediáticas o de “mentimedios” (Mempo Giardinelli dixit), han llevado adelante
una descomunal campaña publicitaria, con ira, resentimiento y actitudes por
demás totalitarias, contra Cristina Fernández, y a favor, del hoy presidente
Mauricio Macri… accionando en la voluntad de un 50% de un pueblo, que ha votado
a su ¿verdugo? El ciudadano argentino que parece haber asimilado lo que le han
vendido, en tendencia de consumirlo todo, incluso eligiendo a un presidente
como Macri. ¡Vaya!, ¿quién lo hubiera imaginado hace poco tiempo?
El
consumo es un eyector fundamental en el accionar de la rutina de este pobre ser
humano del tercer milenio, fuerte raíz, sumándose a cuanto vende una publicidad
masiva y ofertas a repetición de cualquier cosa. Se crea ansiedad, angustia y
sobre todo necesidades que no son tales. Un hombre que ha entrado a esta vía se
va volviendo cada vez más débil, superfluo e inútil… los pueblos no toman
conciencia plena que son ellos el poder, que su autodeterminación es lo que los
liberará de toda especie de seres autoritarios y que llevan a la confrontación
y la división.
La
presidenta Cristina Fernández, con actitud y aptitud, superó y trascendió al
peronismo y sus referentes fascistas, un sindicalismo que opera bajo un modelo
empresarial y desde espacios, otrora asignados a los terratenientes en PRO del
“modelo sojero”. Monsanto criminal y de la Bolsa de Valores, que no encontraron
entrada en las salidas libertarias de la presidenta argentina.
Parece
que hoy basta, poner en acto, todo un aparato de publicidad montado, apuntalado
por las corporaciones económico mediáticas, para que estos casuales “Don
Nadie”, “Mesías Inversos”, lleguen a instalarse en funciones, en el pasado
considerados de trascendencia… y remitirse a ser una selfie, mostrando sus
sonrientes y espantosos rostros, con frases asimiladas, breves, vacuas y un tanto
estúpidas, como: “soñemos”, “cambiemos”, para desatar el clamor de un pueblo
que lo ha votado; no tienen idea porqué, pero no tienen dudas de que ven
coronada su mediocridad en estos “mononeuronales”, con fecha de vencimiento.
Un
producto conformado por personajes sin trayectoria, sin discurso, sin memoria
de lo que fue y sigue siendo: una Latinoamérica balcanizada; y no hay historia,
como la que soportamos, que no devenga en naciones divididas por el odio y el
autoritarismo.
El
derecho a soñar es sinónimo de una búsqueda de alternativas, una construcción
social cotidiana en la elaboración de conceptos y teorías que promueven el
bienestar. Una apuesta a comprender de otra manera el planeta, la solidaridad
internacional y las múltiples y variadas relaciones entre los seres humanos.
Todo
lo mencionado nos lleva a meditar que “el hombre de hoy debe ser superado”,
recuperando la unidad de cuerpo y doble, reafirmando la mentalidad estoica: una
invitación a soportar este tiempo impertinente como motivo recurrente en la
ética. Voluntad de llevar a término la finalidad asumida, cuidando y siendo
fiel a uno mismo, a pesar de todas las dificultades.
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