CUESTIONES PENDIENTES
GUILLERMO
DE JORGE
El estado de bienestar se
enfrentará este año a los tres males de este sistema que nos ha tocado sufrir.
Los impuestos: Imponer un mayor gravamen
nos va a dejar en la tesitura de la recesión económica. Cuanto más impuestos,
menor poder adquisitivo, menor consumo. Cuanto menos consumo, menor actividad
económica, más destrucción del trabajo y más desempleados. Y al haber menos
ingresos, volveríamos a la necesidad
irremediable de caer en el bucle de subir impuestos y empezar un nuevo ciclo
destructivo. Las privatizaciones: la externalización de los servicios públicos,
así como el de las empresas, supone un desmantelamiento del estado de
bienestar, que si sólo sirven para tapar agujeros económicos y no se invierten
en la reactivación económica, para favorecer la creación de empleo y para la
formación y cambio de especialización, será pan para hoy y hambre para mañana.
Déficit: la nación deja una deuda alrededor del 9%. Por mucho que quieran
maquillar el balance del comercio exterior o le quieran dar una brocha de
Christian Dior en la cara. Lo peor de todo es que el rescate financiero habría
supuesto un 2% adicional, lo que significaría que ni siquiera realizando una
quita de deuda hubiésemos sido capaces de rebajar el endeudamiento al que
estamos sometidos.
Sea
cual sea la decisión, una de las cualidades del liderazgo es la toma de
decisiones. Y en ese empeño, por mucho que uno intente velar por el bienestar,
la equidad y la proporcionalidad nunca es posible contentar a todos aquellos
sobre los que se ejerce la responsabilidad. Son tiempos difíciles que, sin duda
alguna y por la poca experiencia que tengo, es necesario acometer el espíritu
de sacrificio en su máxima expresión. Que aquellos que trabajan lo hagan con la
responsabilidad y a sabiendas de que existen otros que esperan lo mejor de
nosotros. Que aquellos que no tienen la posibilidad de estar en ese pellejo
sepan que los que trabajan lo hacen sabiendo que no pueden fallar, que si
tienen que dar su brazo a torcer para realizar alguna hora más, lo harán con
tal de dar aquello que se espera de ellos. Los empleados públicos –recelados
ayer, privilegiados hoy y austeros siempre- con su vocación de servir al
ciudadano. El obrero de a pie incansable e infatigable siempre, siempre con las
manos en carne viva, aguantando el chaparrón y el líder dando ejemplo con su
actitud y con su aptitud, siempre siendo el primero. Estamos en tiempos de
abogar y de admitir la dureza en el trabajo –nadie nos dijo que esto fuera
fácil y nunca espere nada de ello-, pero juntos. Siempre juntos. Como hemos
hecho siempre. Ante la adversidad. Ante los peores momentos que la historia nos
ha hecho vivir a todos y a cada uno de nosotros. Ese siempre ha sido el
espíritu de este país. De un país que siempre ha sabido salvar las embestidas de
la Historia.
Guillermo
de Jorge
@guillermodejorg
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