EL CIS ESTÁ DE CACHONDEO
POR
ANIBAL MALVAR
“No es
fácil comprender que con el mismo nivel de voto para el PP (28,6%) del obtenido
por el PSOE en 2011, el CIS atribuya ahora al partido de Mariano Rajoy
bastantes más escaños de los logrados por los socialistas en 2011”. Por la
inteligencia y exactitud de la apreciación, ya habrá colegido mi lector
habitual que la frase no es mía. Es de El País. De su editorial principal de
hoy: Aprender otro idioma. El País se ha enfadado con el CIS. Por fin. De una
manera algo tangencial, que es como se enfada El País, no vaya a ser que
Mariano Rajoy vuelva a ser presidente y se les enseñe ofendido.
Al
CIS le debería llamar CIG, pues en vez de centro de investigaciones
sociológicas siempre ha sido un centro de injerencias gubernamentales sobre
nuestro pensamiento. Lo que ignoro es si todas estas proyecciones demoscópicas
influyen en algo o en alguien hoy día. España ha cambiado (quizá) y supongo que
con ella los españoles. El 15-M fue un punto de inflexión y una palanca de
reflexión, y uno acuna la esperanza de que quizá nos hemos vuelto un poco menos
latentes como pueblo, como sociedad. Se sospecha observando las audiencias
televisivas y estudiando las noticias más leídas de los diarios. Hoy vende más
un debate a tres entre PSOE, C’s y P’s que una operación de tetas de Sara
Carbonero. Esto sería impensable hace cinco años. ¿No estaremos cometiendo el
error de convertirnos en ligeramente inteligentes? Ay, España, no te reconozco
(y mi anhelo secreto es reconocerte aun menos el 21-D).
Los
exégetas del marianismo, sobre todo los más pelotas, andan muy despistados y no
comprenden la clave gallega de esta campaña. Aunque a veces, por despiste,
aparece alguna iluminación portentosa. Le ha pasado este viernes a Antonio
Martín Beaumont en La Razón, que titula Vuelve el made in Fraga su análisis de
esta encuesta del CIS y de la estrategia de campaña del inefable Mariano.
“Curioso, por ejemplo, que el PP vuelva a sus orígenes: se pone de moda la
campaña made in Fraga. Es decir, los paseos maratonianos por pueblos y calles
de ciudades medianas. La partida de dominó, la charla con los vecinos en el
parque… en verdad, los actos electorales de toda la vida”. Algo de eso hay,
pero Mariano no es Fraga. Cuando Fraga ganaba elecciones en Galicia con esta
estrategia de dar muchos besos a muchas pescadoras y labriegas y enfermeras y
amas de casa y jubiladas y auxiliares de botica sabía ponerse en modo pueblo,
como si nunca hubiera vestido bombín ni apoyado penas de muerte. Mariano nunca
sabrá ser pueblo. Nunca tendrá picardía para jugar una buena partida de dominó
ni de mus ni de nada. Yo creo que, con cada beso que da, quizá Mariano pierda
un voto. Pero, coño, a un tío tan sieso hay que reconocerle el esfuerzo. Y en
las aldeas se agradece mucho que les expliquen bien lo de la constitución
europea y tal.
abc.200El
efecto Bertín
Sé
que últimamente algunos despiadados lectores andarán un poco hartos de que en
mis columnas cite constantemente al No-Do. Pero es que lo veo. Se me aparece.
Se me hace ubicuo. Me invade mi soledad, mi rincón de follar en el ángulo
oscuro y el paisaje, que son las tres pequeñas habitaciones privadas del poeta.
Y más ahora en campaña. El No-Do. Veo nodos por todas partes. Con su blanco y
negro y su vocecilla entre viril y aflautada, como la de un hermafrodita que
fuma mucho, y su grandilocuencia entre pantanera y sanguinaria. Al ABC, por su
centenaria tradición, es al periódico al que mejor le sale el No-Do. Intentad
impostar la voz con las instrucciones arriba transcritas y leed el párrafo del
reportaje firmado hoy por Sara Medialdea y Pablo Almoguera en la página 20 del
heráldico papel: “Contentos y optimistas han iniciado los populares su campaña
electoral tras el buen resultado de la nueva política de exposición mediática
del candidato Rajoy –el efecto Bertín, como algunos lo llaman—y la cálida
acogida que está teniendo el presidente en sus recorridos por calles y plazas
de pequeñas localidades de toda España”.
Huelga
decir que, hasta que Mariano apareció en un programa gilipollas, aparecer en
programas gilipollas era para la prensa conservadora una banalización de
nuestra política y nuestro imperio, una descorbatización imperdonable de
nuestra solemnidad.
En
el mismo periódico, Luis Ventoso titulaba El bertinazo su análisis feliz del
nuevo marianato mediático, tan fresco, tan cool, tan vintage, tan in, tan on y
tan Bertín: “Todo un golpe electoral, como prueba el hecho de que la
intolerancia tuitera y el pensamiento global le reprochan espantados que haya
ido a la tele. Eso sí, no había problema mientras Rivera, Iglesias y Sánchez
desayunaban, merendaban y cenaban con ella”.
La
diferencia, sospecho que sustancial, es que los tres últimos tuvieron la
deferencia democrática de debatir entre ellos. Y Mariano no puso caritas cuando
Bertín, en un wildeano alarde de ingenio, profundizó en el hondo concepto
marianista y bertiniano del papel de la mujer en la sociedad moderna: “Mariano,
ponte el delantal, a ver si te vas a manchar y Viri me va a reñir”. Que la coda
de este párrafo me la escriba una mujer, por favor.
Aunque
Luis Martínez, en El Mundo, periódico que siempre ha cultivado
quintacolumnistas en su indisimulada des-facha-tez, haya dejado estas muy
bellas palabras en beneficio de la salud mental de nuestro desquiciado país:
“Bertín es el mismo desde Contacto con tacto. Él sigue ahí desde los 80. Lo que
se ha movido es la realidad. Simplemente, nosotros, pese a las apariencias,
somos más antiguos”. Decía Keats que la belleza es verdad y la verdad es belleza.
Hoy esa cita se le puede atribuir a un tal Martínez. Bello artículo en
territorio enemigo, compañero.
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