miércoles, 9 de diciembre de 2015

“AL RITMO DEL SIMULACRO”

“AL RITMO DEL SIMULACRO”

POR EDUARDO SANGUINETTI, FILÓSOFO

La ideología simulada, travestida en dogma de ninguna creencia, solo niega y denigra a los que afirman su ‘pasión de vivir’ en este mundo y permanecer en este tiempo, tan difuso.

Se eleva a categoría de deidad y ni siquiera se discute lo vano y fútil, lo degradante y engañoso, lo perverso y pervertido, en fin, los excrementos de lo que se pensaba superado.

Hoy, más vigentes que nunca, en una Latinoamérica que muta, al ritmo de lo que dictan las corporaciones económicas de medios “infectos” de desinformación… y difamación. A todos los que nos manifestamos en libertad de ser y estar, sin jamás negociar ni pactar con traidores y cobardes, internos y externos, funcionales a los imperios asesinos.

“Todo es relativo excepto la relatividad” o como lo resumía un jurista: “Antes para robar un banco, había que atracarlo; hoy basta con fundarlo”. Antes para eliminar una revolución, había que disolverla; hoy basta con promocionarla.

Es el gran tema hoy, con la tecnología de vanguardia en acto, pero manipulada por singulares expertos que establecen fórmulas apocalípticas para relativizar lo relativo vuelto absoluto, ejecutando un golpe constitutivo de discontinuidad a la luz de siglos que observan. En este contexto, ‘las filosofías débiles’, ‘el proyecto dolce’, ‘el producto light’, ‘la vida soft’ o la geometría blanda, son meros síntomas, meros testimonios de la situación planteada ante esta nueva realidad, más que ensayos de solución personal.

Es conocido el “malestar de la legítima inteligencia” ante el estado de las cosas en que se debate el futuro de la humanidad, condenada a un futuro calculado de esclavitud bajo la pesada bota del neoliberalismo en acto de eliminar valores esenciales de existencia en igualdad y fraternidad, en libertad y verdad.

En el escenario en que se debaten las diferentes representaciones de la “realidad”, ya es poco probable reconocerse en la misma como actor pues uno se convirtió en espectador del drama de este milenio que presenta la apertura de un abismo entre quienes piensan que viven y quienes dictan sobre el mundo, o piensan actuar sobre él.

Abismo donde se precipitan, con el éxito que es conocido, todos los funcionarios políticos corporacionistas, que manipulan sobre la geografía de este planeta, destilando en sus discursos reciclados, un tufillo de intolerancia a quienes intentan poner en juego valores fuera de los que ellos protegen en nombre ¿del entendimiento y las buenas costumbres?, ante la mirada mansa de una comunidad de naciones, que asiste mansamente a su exterminio, como seres en acto de elegir y expresarse en libertad.

En este tercer milenio, debe ser instalado, por nosotros y para nosotros, habitantes de esta tierra, un ideal de vida en libertad y verdad, sin dejar nuestras existencias en manos de la representación política, como es concebida hace décadas en las democracias procedimentales.

Lógicamente, y tomando como referencia los años transcurridos de este tercer milenio, muy definitivo en cuanto a los fines impuestos por los poderes imperiales. Ladegradación de la humanidad, en su mayoría anestesiada y paralizada, ya fue anunciada por visionarios como: Orwell, Huxley, Nietzsche, Benjamin, Parravicini, Welles, Scott, entre otros, que desde la literatura, la filosofía, e incluso el cine, han anticipado este tiempo de realidades obstinadas.

Y he aquí, el momento culminante, en el que debo advertir “la sumisión de lo evidente”. Sumisión, que deviene en un “pensamiento libre”, al que no le interesa mucho influir en las masas ansiosas, hipnotizadas y prostituidas. Sumisión en estado de rebeldía, ante toda la basura no biodegradable, (incluidas campañas electorales en desmedro de candidatos de los pueblos), que accionan en las redes sociales y medios de publicidad corporacionistas, que hacen nido en el inconsciente, que se disparó en un instante y por siempre, hacia un porvenir difuso, ahistórico, como el poder político neoliberal lo imaginó e hizo efectivo.

La democracia, recuerden, no es una sistema de consenso. Es un sistema en el que cada uno tiene el derecho de expresarse desde sí mismo, por sí mismo y a elegir, acorde a sus inclinaciones y capacidades. Cada uno es el realizador de sí mismo… era la consigna ¿no?


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