La apuesta a
un mundo diferente
EDUARDO SANGUINETTI, FILÓSOFO
RIOPLATENSE
Las guerras a
repetición a las que la humanidad asiste en silencio y resignación, pareciera
son la norma en los modos de relación de las naciones. La inestabilidad
política y social del mundo actual, provocada o ¿casual?: bombardeos a Irak,
Siria, guerra en Franja de Gaza, guerra en Ucrania, tensiones entre el
imperialismo americano y el mundo… La guerra sin fin contra el “terrorismo”
llevada por el gobierno americano provoca conflictos mayores en un futuro que
puede ser mañana (1014-2014, el norte sigue siendo Jerusalén).
Los modos de producción y de consumo capitalistas neoliberales
provocan una crisis ecológica multiforme, que no deja de afectar a ninguno de
los sectores vitales para la humanidad, no lo ignoran los gobernantes de las
naciones que dicen administrar, sin embargo se continúa avanzando en el proceso
de destrucción y degradación.
El capitalismo, más que nunca en estos comienzos del siglo XXI,
muestra por su brutalidad, su potencial destructivo y sus estratégicas alianzas
a espaldas de los pueblos, la necesidad de una ruptura y de la reinvención de
un socialismo emancipador.
Una democracia real y profunda implica la puesta en cuestión de
la propiedad capitalista, no olvidemos en términos de orden natural que en la
naturaleza no existe la propiedad privada.
Lejos de combinarse armoniosamente, la economía de mercado y la
democracia forman buena pareja: China, Rusia y USA ponen de relieve un pliegue
de espectáculos donde las políticas económicas y las corporaciones mafiosas,
tanto religiosas, políticas y económicas, se asociaron globalizando el libre
mercado y la explotación de la humanidad, con el agravante de que esta se
encuentra sometida a tendencias de consumo extremo, en absoluto estado de
esclavitud a las mismas, temerosas de accionar haciendo valer sus derechos
inalienables de ser habitantes de este planeta, en manos de unos pocos.
La perspectiva socialista, es decir la esperanza de un mundo
diferente al capitalismo, hay que reconstruirla, pues no sale indemne de las
experiencias del siglo XX.
A través de las resistencias y las luchas, se trata de
reinventar el socialismo del siglo XXI. Es por ello que nos parece
completamente imperativo desarrollar frente a los grandes problemas movimientos
de masas unitarios, luchas de resistencia coordinadas a escala internacional;
dirigirse hacia una nueva internacional situacionista, anticapitalista,
ecológica, antirracista, humanista; llevar a cabo campañas unitarias
internacionales y participar en los marcos que permitan animarla, en paz y
armonía.
Un movimiento social poderoso, un mayo del 68 francés que
retomaría hoy sus principios, siendo más claro y contundente en sus fines. Que
comenzaría por controlar la marcha de la economía y la erradicación definitiva
del hambre, la miseria, la discriminación, la educación degradada manipulada en
beneficio del imperio a través de medios de instrucción desfasados de la
realidad que los educandos viven.
Las instituciones son elementos esenciales del mantenimiento del
orden social y de la propiedad capitalista. En síntesis, no construir un
movimiento de acondicionamiento, sino un movimiento de ruptura con el orden
imperante de explotación y esclavitud, que la comunidad mundial soporta.
Un movimiento es para mí un reagrupamiento de militantes unidos
alrededor de un programa común, como en Uruguay el Frente Amplio logró hacerlo
hace décadas y con un resultado auspicioso en sus comienzos; no ignoro que no
es fácil hacer valer derechos ante los amos del mundo, pero de todos modos, se
debe dejar la vida en el empeño, en dignidad y libertad.
Un movimiento que actúe como instrumento, no como un fin en sí
mismo. Una fuerza capaz de reflexionar para actuar.
Frente a una vida política centralizada por el Estado, tenemos
necesidad de un movimiento socialista, de una fuerza para la transformación
revolucionaria de la sociedad, que combine actividades nacionales y
declinaciones locales.
Un movimiento que aparece claramente como rechazando oponerse a
los planes del poder y de la patronal y encarnar un cambio de sociedad.
Sindicalistas, militantes asociativos, altermundialistas,
jóvenes comprometidos en la acción, antiguos militantes de diferentes
trayectorias, militantes de la diversidad, personas que llegan nuevas a la
política y personas que retoman su actividad, intelectuales comprometidos con
su tiempo, nutridos de coraje y de ánimos libertarios por la paz y la verdad.
Unidos alrededor de la necesidad de defender un plan de acción
anticapitalista genocida imperial, integrando reivindicaciones sociales,
ecologistas, antirracistas y solidarias podemos construir juntos un nuevo
mundo, una nueva realidad. Es necesario y espero sea posibl
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