ADIÓS A UN
GRAN
ACTOR
GERARDO
TECÉ
“Yo soy de derechas de toda la vida y una cosa te digo: como
vuelvan a presentarnos para alcalde a este hombre, ese domingo me quedo en
casa. Yo a un socialista no lo voto”. Escuché esta conversación hace ya unos
años. Dos señoras, y por señoras entiéndase que me refiero a Señoras,
criticaban por rojeras a aquel tío que causaba simpatía en bastante gente según
las encuestas. Parecía tener un ADN distinto al del partido en el que, sin
embargo, llevaba militando fielmente toda su vida. Aquel hombre, dicen que
culto, y normalmente risueño y bromista con los micrófonos, un buen día, al
llegar a la edad de madurez y ministerio, murió para siempre.
Al morir le dejó en herencia el cargo de alcaldesa a una Señora
como aquellas que no pensaban votarlo. A quién dejaba como beneficiaria de su
testamento era una buena pista de qué tipo de reencarnación iba a tener el, en
otros tiempos, amable político conservador. El hombre, supuestamente
civilizado, llegó al Ministerio de Justicia y para cuando nos quisimos dar
cuenta el gesto amable y terrenal se había convertido en el de alguien a quien
el mismo dios santísimo le debía de haber encomendado aquella misión salvadora
de fetos. De repente había salido del caballo de Troya y estaba intentando tomar
a la fuerza 23 millones de úteros junto a un ejército de obispos y Señores,
Señoras de esos que en otro tiempo no se sentían cómodos votándolo.
Dice que se va para no volver. Si es cierto, con él perdemos a
uno de los actores principales de ese tipo de política que tanto mal ha hecho.
Esa política apasionante que ha girado alrededor de estrategias personales y de
luchas de familias del partido para conseguir escalar hasta tal cargo o tal
otro. Esa política que mientras nos destrozaba el futuro nos tenía enganchados
como una telenovela cualquiera a la trama; al movimiento de fichas que harían
él o su archienemiga, esa noble de España que insulta llamando hijoputa, a los
casos de espionaje interno, a las sucesiones a dedo para ganar la paz con
ciertos sectores, a las inversiones multimillonarias en caprichos de fotos
olímpicas. Si un día, para beneficio de la mayoría, se impone otro tipo de
política y desaparece ésta de juego de tronos, perderemos elementos tan
excitantes como los pues yo creo que lo deja porque quiere evitar el desgaste
en las próximas elecciones y volverá; perderemos los yo creo que lo del aborto
lo ha hecho para ganarse el voto más radical porque sólo con el moderado no le
daba ser presidente algún día; perderemos los yo pienso que han hecho que se
vaya para que el encarcelado no hable, porque tienen un pacto con él y
entonces…
Si un día llegamos a vivir una política más transparente será
todo más aburrido. Perderemos muchos de esos elementos que tanto nos han
entretenido hasta ahora. De momento nos despedimos de uno de los principales
protagonistas de esta política basura y guionizada. Qué buena horas de
telenovela nos hemos echado con este actor que se va. Nos deja la duda de quién
fue realmente. ¿Cuándo fingió y cuándo era verdad? Igual nunca lo sabremos. En
todo caso y a pesar de la deuda, el intento de retroceso en derechos, etcétera,
gracias por la actuación. Ha sido un papel memorable.
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