BOTÍN: LA
MUERTE DE UN USURERO
ESCRITO POR ÁNGEL LUIS PARRAS
Botín y su Banco simbolizan el núcleo duro del capital
financiero español y representan un sistema social cuyo dominio es un cáncer
para la humanidad. El Banco Santander es el mejor reflejo de los años de
concentración bancaria al amparo del Estado y del régimen monárquico.
Con la sorpresiva muerte de Emilio Botín el cinismo campa a sus
anchas en el escenario social. Lógico es que sus beneficiarios, comenzando por
el rey y el Gobierno, no escatimen elogios al difunto. Como comprensible es que
personajes como Revilla, que no fueron más que serviles gobernantes de este
magnate de las finanzas, recuerden como un “gran Mecenas de Cantabria” a quien
convirtió Santander en Botingrado, como dicen muchos santanderinos.
Lo que no debería ser tan lógico es que mientras el país se
sigue yendo por los desagües de una deuda que banqueros y especuladores
cargaron al erario público, mientras en las calles el término banquero se
asocia al de ladrón, haya personajes de la “izquierda” se sumen al coro de
plañideras del Jefe de los usureros.
Cándido Méndez fue de los primeros en dar sus condolencias a la
familia y alabar a “una persona muy directa y con un trato sencillo, llano”. Lo
hacía recordando que la UGT le invitaba a actos de la organización en los que
hablaba y resaltando el “mérito” de haber logrado que el Banco de Santander sea
“una referencia para los procesos de cambio y renovación financiera a nivel
mundial”.
Pedro Sánchez, en nombre del PSOE, se sumaba a las condolencias.
Y hasta Cayo Lara afirmó que "Botín no era exactamente la 'Marca España'y
no hemos compartido su actividad privada en la dirección del banco, pero hoy
hay que dar el pésame"
Hay muertos a los que no se llora. Hay muertes ante las que no
se puede rendir pleitesía y ante las que no se puede afirmar otra cosa que: uno
menos.
Botín y su Banco simbolizan el núcleo duro del capital
financiero español y representan un sistema social cuyo dominio es un cáncer
para la humanidad. El Banco Santander es el mejor reflejo de los años de
concentración bancaria al amparo del Estado y del régimen monárquico.
En una feroz competencia bancaria, Botín acabó arrasando con
buena parte de sus competidores, sin escatimar artimaña alguna. En sus primeros
años al frente del Banco Santander puso en marcha las célebres supercuentas
(1989) con remuneraciones de hasta el 11%, que fueron un mazazo para sus
competidores. Puso en marcha las llamadas cesiones de crédito: un sofisticado
sistema para captar capitales mediante el cual el banco cedía créditos de un
cliente a otro. En menos de un año y medio el artilugio financiero le reportó
al banco de Botín depósitos por más de 2.600 millones.Muchos de estos depósitos
no declaraban en Hacienda: eran los llamados depósitos opacos. Ese capital
quebraba todas “las normas de la competencia bancaria”, ya que no contaban para
el coeficiente de caja y podían rentabilizarse al 100%. Las cesiones de
crédito, abrieron una grieta con sus competidores que fue infranqueable para
algunos.
Sus alianzas internacionales y el respaldo que siempre tuvo del
Estado y los gobiernos de turno que privatizaban las grandes empresas públicas,
le auparon a ser el primer Banco de la Unión Europea por capitalización
bursátil y colocaron al banco de Santander entre los primeros del mundo.
Como los viejos corsarios que ejercían la piratería al amparo de
la Corona, Botín la ejerció en América Latina haciéndose con bancos en
Argentina, Chile, Colombia, Brasil, Perú, Venezuela y México. Y hasta llegó a
ser el principal accionista del estadounidense First Fidelity.
Si Botín no murió en la cárcel, es porque el poder reside en
donde reside, en los Botines de este Mundo y los gobiernos de turno no son más
que administradores devotos del poder real.
Hace tres años la Audiencia Nacional dio a conocer una
investigación sobre Emilio Botín y cinco de sus hijos, entre ellos la
expresidenta de Banesto y hoy sucesora del patriarca, Ana Patricia Botín. La
investigación señalaba que mantenían, sin declarar, una cuenta multimillonaria
en el HSBCsuizo. La cuenta estaba a nombre de Emilio Botín, así como de su
hermano, Jaime y de cinco de sus hijos. Todos ellos aparecían entre los 659
contribuyentes españoles que ocultaron más de 6.000 millones en la filial suiza
del banco HSBC, el HSBC Private Bank.
Botín explicó que fue Emilio Botín Sanz de Sautuola y López, su
padre, quien colocó el dinero en el exteriorcuando salió de España en diciembre
de 1936 tras el estallido de la Guerra Civil.
Pero lejos de ser procesado, Botín logró que el Tribunal Supremo
estableciera una nueva doctrina, la ya llamada Doctrina Botín, que exoneró al
banquero de ser juzgado. Un arreglo con Hacienda, el pago de 200 millones de
euros y el cierre de la persiana por parte de la prensa, acabó resolviendo el
caso y dejando el dinero a buen resguardo.
No hay pues pésame que dar. Ha muerto el jefe de los usureros.
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